Desafíos bolísticos en Potes

Juan Manuel de las Cuevas, NEL, nos narra en el Diario Montañes de fecha 10-10-1957, unos curiosos desafíos bolísticos que se celebraron en Potes entre Manuel Cabo (de la cafetería Casa Cabo) y Ceferino Campo, el panadero de La Hermida

El pasado sábado fuimos a Potes. Esto es algo que hacen la mayoría de los lebaniegos. Y los que no siéndolo, viven en alguno de sus 365 pueblecitos o aldeas. Nosotros —como ya saben— estamos pasando aquí unos días. Ser lebaniego obliga a mucho. Entre otras cosas a eso. A visitar Potes el primer lunes de nuestra llegada.

Nada más entrar en la villa, nos empezaron a llegar noticias de lo que ocurría. Estaba en la bolera Ceferino Campo. Ceferino, más conocido por “El Panadero de La Hermida”, fue famoso en los corros de toda la Montaña. Aún se comentan sus desafíos con el difunto Angel Maza.

Ceferino es un “hombre de mucho cuello”, antes jugaba fuertes —fuertes para lo que se acostumbra en bolos— cantidades de dinero, ahora ya no puede jugar, pero las apuesta. A veces también juega, pero necesita que le “den” una bola de ventaja. Así jugó el sábado contra Manolo Cabo. Él con cinco bolas y Cabo con cuatro. Ganó el de La Hermida, pero la cosa tuvo continuación el domingo y le tocó perder a Ceferino, por ello, el lunes no quiso jugar, pero apostó.

Primero apostó a que la famosa pareja de Potes, compuesta por Manolo Cabo y Sein no hacían en un concurso 232 bolos. Apostó y ganó; volvió a apostar, y volvió a ganar. No fueron capaces de llegar a esa cifra. Aquello no podía quedarse así. Había mucha pasión, hasta en los que miraban, y Ceferino —el hombre clave— estaba encantado. Apostaba, ganaba, y estaba descansado, mirando cómo los otros sudaban. Por ello, y porque en Potes hay mucho ambiente para estas cosas (se cruzan apuestas entre los espectadores, que rápidamente se dividen en grupos o simpatizantes), la cosa continuó.

Ceferino logró separar a los dos compañeros y apostó con Manolo Cabo a que no hacía 116 bolos. Los hizo y ganó. Volvieron a apostar y volvió a ganar Cabo, que sumó en total 120 bolos. Para entonces la bolera estaba ya como “en día de romería”. Eran muchas las apuestas cruzadas y los ánimos encendidos, deportivamente hablando. Los muchos aficionados que allí acudieron daban al corro, color y calor.

De esto se contagiaron los dos protagonistas: Ceferino y Manolo Cabo. Y volvieron a apostar, esta vez a que Sein —el compañero de Cabo-- no hacía 116 bolos. Cabo “desvalorizaba” a su compañero. Ceferino le enaltecía. La verdad es que Sein es mejor jugador que Manolo Cabo. Además, Cabo hizo mal en decir que no había en la bolera nadie capaz de llegar a los 120 bolos que él derribó. Sein le demostró que sí, pues hizo 121, y de paso ganó la apuesta para Ceferino, quien, muy cuco, se aprovechó del “picadillo” entre los dos compañeros.

No sabemos cómo terminaría todo aquello, porque nos marchamos. Nos fuimos cuando Sein hizo los 121 bolos, que en la bolera de La Serna, de Potes, y con todo el público metido por los tiros —¡qué cosa más fea!—, no son humo de pajas. Los bolos en Liébana —triste es decirlo— están en decadencia. Ese mal que hace tres o cuatro años aquejaba a toda la Montaña. Aquí no han sabido subsanarlo, pero con tres o cuatro “Panaderos de La Hermida”, las cosas cambiarían radicalmente.

Ahora, todos están pensando en lo que harán las cuatro parejas lebaniegas que van a jugar las finales del gran concurso de Educación y Descanso. Los jugadores lebaniegos nos piden un favor. Dicen, y esperamos que se vean complacidos, que desearían poder jugar en el Concurso de Otoño, de la Peña “La Carmencita", a la vez que se desplazan a las finales del de Educación y Descanso.

A nuestro entender, ambas cosas son factibles, pues, aunque nos encontramos un tanto desligados de los bolos, bien se pueden hacer coincidir, al menos las tiradas de clasificación, para que los jugadores que han de concurrir de toda la provincia al de Educación y Descanso, aprovechen el viaje doblemente, algo así como a “ir por trigo y a ver al conde”. También en Tama empezaron a jugar algo, muy poco, a los bolos. En San Miguel, de Bedoya, es donde están con más calor, pusieron luz eléctrica y juegan de noche. En Colio también juegan mucho, y en Cabañes. Pero en Lebeña tienen tres boleras y no juegan en ninguna. En fin, que les cuesta ponerse en movimiento, pero que se pondrán, pues no faltaba más. Para ello contamos con los incentivos de los concursos de Potes (por la Santísima Cruz) y de Educación y Descanso, así como la cooperación de la Peña Bolistica Lebaniega (que va a ser reorganizada y domiciliada en Tama), pero, sobre todo, con la “comidilla” de los dos desafíos recientemente planteados y que publicamos a continuación.

OTRO DESAFIO

Unos indianos de Panes —en Panes siempre hay indianos— que tienen mucho amor y cariño a este deporte e intentando aunar los lazos deportivos entre Panes y Potes, o entre Potes y Panes, han estado con nosotros para que, por medio de las columnas de EL DIARIO MONTARES, lancemos el siguiente reto:

José Antonio Real, conocido en estos alrededores por “El barbero de Panes” juega con Manolo Cabo, de Potes, mil pesetas. Mil pesetas que ponen los indianos —así el amigo Real se salva— de Panes, para que las juegue en Panes. Si el amigo Manolo Cabo, o sus simpatizantes, aceptan el desafío, no tienen más que decirlo. Ya saben, mil pesetas a jugar en Potes. Otras mil en Panes, y si hay empate a jugar “la buena” a Santander. El que gane se lleva las pesetas, y el que pierda a…... mirar.

Como depositario, nombran a don Juan Alonso.  ¡Ah!, se jugará —si aceptan— a un estilo de concurso, (valor dos puntos) y cinco chicos a juego libre (valor un punto por chico). En total, el que sume cuatro puntos, ganará el encuentro. Después, si hay empate de victorias, a decidir la cosa a Santander, bolera del Frente de Juventudes. NEL

El Diario Montañés 10-10-1957