Remembranzas del valle de Bedoya ...
Miguel Ángel Prieto Cuevas

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Bedoya, valle de un pueblo es;

seis aldeucas en añoranza

todas con la misma esperanza

y todo de todas es.

 

 

Surcada de un río, Santo,

entre valles y bosques saltando,

con el Sol naciendo en lo más alto,

con el Sol muriendo a sus pies.

 

Dichosa tierruca que por su belleza es cautivadora y por la amistad, acogedora, en los hombres que allí moran.

ierra de ensueño; a nadie le era vedado de disponer de los copiosos frutos que la madre naturaleza ubérridamente ofrecía a cada uno de sus hijos; aún el torpe arado no había descubierto en el brillante metal efímero lo que es tuyo y mío y desde la mutua necesidad atesoraron en libertad, la ofrenda de la riqueza imperecedera de su nobleza y amistad.

Nuevo día cada día surgía en las aldeas del Valle; las fogatas al cielo, las ventanas al aire respiraban olores de mil amores de heno y animales; hombres, mujeres y niños a sus quehaceres caminando y en paz formando un pueblo libre de surcos de pesada pluma, leyes sin vida sin honestidad son, laboriosos hombres la libertad concibieron, no codiciando nunca lo ajeno y libres de ajena codicia preocupación.

Fabriles aldeas de múltiples faenas; unos, a los animales atendiendo; otros, a la tierra campera; acá, cuadras y sementeras; allá, invernales y cubiles; en los puertos, cabañas pasteras y en las callejuelas, ecos de juegos infantiles y escenas como éstas:

Niños de la aldea,

despues de la escuela

tras chones gruñendo

y todos corriendo

a la pradera.

 

y en las altas cumbres, la vida discurre de ésta manera:

 

A los riscos esquilan,

las cabras y ovejas,

balando vacilan

del lobo en las peñas.

 

Mañana a "Sardanes". Esa era la consigna que periódicamente año tras año se repetía en pleno verano para segar las praerías de alta montaña.

Aquella misma tarde, oí un golpeteo constante y nítido, cual batán que en su industria trabaja, desde los cocinos del pueblo, allá en la pradera que detrás de la casa se halla.

Tumbado en la pradera, mi pariente picaba la guadaña; a su lado me senté en momentos de ritual semblanza.

Al son del martilleo, mi mente voló allá lejana, rememorando el ingenio de los hombres, inventando nuevas máquinas para facilitarles su trabajo, para hacerles sus vidas más gratas.

Máquina curiosa la guadaña, palanca por añadidura es, de tercer género llamada, por tener un único punto de apoyo, y de éste la resistencia muy lejana; fuerza ha de ser mayor la del segador que la resistencia de las hierbas sanas.

Si curiosidad en ti despierta y destreza del segador es tu admiración, saber, arte y templanza tendrás si la mano izquierda a la altura de la cadera está y con tu diestra en la manecilla al dalle vida das.

Bella estrofa, la del poeta, que el arte y figura del segador evocó, en un ruedo de ensueños, aplausos y emoción.

 

Arte y templanza

en verde ruedo

dalle y muleta

hierbas al viento.

 

Refugio del descanso es la noche misteriosa; en el profundo silencio se oye una sinfonía arrulladora de rítmicas cantarinas fuentes, de brisas de alcoba, de ecos del cárabo triste, de vacas en la cuadra tinglando solas, de suaves bramidos maternales que al tierno jato adora y con múltiples aromas con sabor a heno, la aldea….. ya se durmió toda.

Del descanso reparador presto el sueño despertó, y a los segadores brindó un nuevo día con renovada ilusión, porque no es necesario el despertador de quien ama y disfruta de su labor; es así el agricultor, cual jardinero de Dios, que en la tierra el cielo tiene su trabajo.

  Sobre el monte "Lobá" la Luna llena les espera, compañera hasta el alba, que con esa luz tenue, con esa luz pálida y serena a mil duendes de lo noche alimenta; sombras en movimiento en calma eterna.

Con los aperos al hombro, en ayunas no vamos; la espuerta llena, la fiambrera llevamos para tomar en el almuerzo un frugal alimento y para la comida una olla de ricas patatas cocidas; la merienda será lo que ello significa: una recompensa bien merecida.

La aldea dejamos y de paso, "Los Mojones" pasamos; a San Miguel, en la ermita, reverenciamos; por el "Rilón" fuimos, por Esanos cruzamos; subiendo subimos y hasta San Pedro llegamos, no del Cielo bien querido, que en la tierra felices nos hallamos, y aquí, en la fuente, juntos todos, con otros segadores quedamos.

  Polémica sana y limpia de los que íbamos camino de las brañas; a los pies del monte "Lobá" la naturaleza se derrama en fauna y flora diversa que nos invita a venerarla porque de ella aprendemos y razonamos sobre animales y plantas, sobre su existencia en la tierra y su devenir en el mañana.

Allí nos vierais conjeturando sobre las cualidades de los animales. ¿Quién, en el Valle, no ha experimentado hechos sorprendentes, que la atención nos reclama, sobre las virtudes del ganado que en la vida nos acompaña?

  ¿Quién no ha oído de nuestros mayores relatando, en las largas noches de níveo invierno por la lumbre acompañados, anécdotas curiosas de animales sabios, ejemplarizantes de lo bueno y de lo malo?

Pues verdad es, aseveró uno, que los animales, inteligentes han de ser, porque de su abuelo escuchó de la estrategia seguida por las vacas tudancas a la defensiva de feroces lobos hambrientos, a sus jatos y becerros protegiendo dentro de una muralla fornida y bravos toros orbitando y embistiendo.

Seguro que no me vais a creer, otro replicó, si yo os contara lo que a dos buenos mozos ocurrió, de Pumareña por más señas, que entretenidos jugaban, al abrigo de la noche, con un astuto cárabo al escondite, imitando fielmente el eco de su cántico triste.

Bueno, venga ya. ¿Qué les pasó? No te hagas de rogar que aún el camino muy píndiu no está.

Pues convinieron los dos que el escondite más seguro estaría en la espesura del bosque al amparo de un milenario castaño y allí juntitos ambos nuevamente al cárabo citaron……esperaron; de repente de sus cabezas rebotó un gran palo bien arrojado por el ave defensor harto de su territorio hostigado; entre el misterio que guarda la noche, lo inexplicable de lo sucedido, el miedo hizo presa en sus cuerpos temblando; al viejo castaño abandonaron y como centellas que mece el viento a sus casas se fueron moscando.

Sabiduría ha de haber en un ave rapaz que ha sido capaz de convertir a dos mozos en rapaces.

Del monte a la ladera hay una esperanzada fuente de sabrosísima agua clara que todo viandante se detiene, allá en "Puente Bao" y elegir entre dos, el camino siguiente.

Aquí uno de los segadores a sus amigos entretuvo con un dilema para reflexionar y un camino por tomar, cada cual el suyo.

Bonitas y buenas historias de animales por vosotros relatadas, pero a deciros verdad que todas sus habilidades y enseñanzas son producto de nuestra inteligente valoración y llevamos su candor a los sentimientos de nuestra alma.

Existe una armonía en la naturaleza cuya finalidad es su propia perpetuación en la materia viviente mediante su adaptación constante al medio ambiente y en los seres sensitivos, el instinto, como un acto reflejo de su propia supervivencia.

Caso particular y como hecho diferenciador en el hombre nació el sentido de la pervivencia al tener consciencia de si mismo y por ende de lo eterno, por lo que no solo se adaptó sino que solamente él evolucionó al haber transcendido con su pensamiento a niveles inmateriados.

Por eso, el hombre se distingue claramente de los demás seres anímicos en estas tres cualidades intelectivas en un mundo incierto: la memoria que le permite recordar para poder elucidar sobre sus conceptos o ideas; el entendimiento que le enseña a comprender para poder discernirlas y la voluntad que le motiva para alcanzar el Bien y la Verdad como fin último.

  Mientras tanto, sobre la ribera ondulosa del saltarín río, los frondosos árboles, con la brisa de la mañana, aplaudían sus melodiosos ritmos y nosotros, caminando alegres, el verde mar íbamos.

Preludios del amanecer sobre el Valle, ya la alborada se cernía, cuando nuestros amigos llegaron a la praería, tan contentos, tan ufanos y tan gallardos con sus guadañas al hombro, sus gachapas en la cintura, que pronto su trabajo iniciaron hasta romperse el nuevo día.

  La rosá de la mañana, perlas eran cristalinas; al paso sesgado de la guadaña, lágrimas desvanecidas; hierbas y flores a su cielo así transitan, de perfumes y aromas nos llenan, regalos de su paz infinita.

Transcurría la mañana laboriosa con el dalle; cien lombillos rollizos, verdes olas en el Valle.

Ya veo que la guadaña quiere un descanso pero no logro a entender que mires tan absorto a los gigantes de Liébana vigilantes adornados aún de mechones blancos.

¿Y tú te extrañas? Le dije. ¿Acaso no quieres disfrutar por un momento de la belleza de estos parajes que a la vista agradan?

Bien sabes y admiras, mas en el hombre, la belleza es, de la bondad, cautiva.

También te diré que esperando estoy al negro caballo ver de los Picos en su panza para tomar un descanso, un buen trago de fresco vino bajo la sombra del haya.

No tengas tanta prisa; bien sabes que el caballo siempre es puntual y a las doce es su llegada con un Angelus de oración que en el día nos acompaña.

Imagínate que en esta placidez que ahora disfrutamos, por codicia del hombre, en medio del monte, instalasen juegos raros con nombres extraños y permitiesen, que ruidos malsanos alborotasen y abrumasen a nuestros animales del bosque y a nuestro ganado. ¿Qué dirías?

¡¡ Cojorbas¡¡ Eso es imposible, le repliqué. Te recuerdo que has de saber que cada cosa es lo que es y para lo que es y ha de estar a donde ha de ser y no creerás que nuestro Concejo constituido por personas inteligentes, honestas y sensatas, valedoras de nuestras leyes y costumbres menosprecien el legado de nuestros antepasados, que por experiencia vital sabían, que respetando bosques y valles, los animales salvajes sobrevivir podrían y ellos cada año abundantes recursos tendrían .

¡ Que cándido eres!, me contestó apesadumbrado. ¿No sabes que del hombre habrás de ver cosas difíciles de creer y te harán daño?

Dime: ¿Y qué es eso de nombres extraños?. ¿Acaso no es nuestra lengua viva y en expresiones rica?

Hablamos como pensamos, pronunciamos como leemos y escribimos como sentimos.

Bello idioma y armonioso es; con mil palabras jugando a un pueblo va formando desde la niñez.

En sombras frondosas, merecida siesta; tórrido Sol apalambra la hierba; entre imbricados sabayones y danzarines saltamontes, atropamos la siega; borricas formando y con el pensamiento lejano, al último carro de heno al pajar íbamos llevando.

La maya enarbolando, con alhelíes adornando al carro acaldado, mesado y atado con la treza.

La ijá atenta, las galgas chirriando, a las vacas va aquedando del carro insumiso en las cuestas.

Laboriosas vacas; las gamellas de su yugo son los arcos del triunfo con el hombre en la tierra.

Bedoya, valle de un pueblo es;

seis aldeucas en añoranza

todas con la misma esperanza

y todo de todas es.

 

Surcada de un río, Santo,

entre valles y bosques saltando,

con el Sol naciendo en lo más alto,

con el Sol muriendo a sus pies.

 

  Sembrada de hombres santos

en el Cielo, ¡moran tantos!

amando, en bello Valle vivieron

añorando, nuevo Edén ofrecieron.  

Miguel Angel Prieto Cuevas.- Valladolid.- Enero del 2013.

 

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