Homenaje a Ángel Soberón

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Bolos, emoción y recuerdos entrañables en Pumareña

 

Gonzalo Soberón, hijo del homenajeado, Modesto Cabello, autor de éste artículo y Ramiro GonzálezEl sábado 27 de Septiembre estuve en la preciosa bolera de Pumareña, situada en el valle de Bedoya, Ayuntamiento de Cillorigo de Liébana, acompañado de Ramiro, Antonio Perojo y Julián Gutiérrez, donde se celebraba una competición bolística como homenaje al querido amigo desaparecido Ángel Soberón Vega.

Cuando llegamos a la bolera, denominada San Miguel, con un sol radiante y bastante calor, nos encontramos con un lugar envidiable. Rodeada de árboles y con unas vistas prodigiosas y con el fondo de los Picos de Europa, podías quedarte extasiado contemplando tanta belleza.

La competición ya había empezado con los jugadores de casa, lo que no quitó para que los hijos del querido Ángel viniesen con lágrimas en los ojos y profundamente agradecidos a darnos un fuerte abrazo de bienvenida. Como es natural, nos emocionó y fueron momentos muy emotivos.

Pasados unos momentos y ya sentados para presenciar el juego, se me acercó un señor con una cámara fotográfica para saludarme y decirme que precisamente en este mismo mes del año 1.957, estuvimos los Cuatro Grandes: Ramiro, Escalante, Salas y yo, y en la misma bolera, haciendo una partida de exhibición.

Yo no me acordaba, pero Ramiro, que estaba presente, me confirmó esta noticia. Me hizo gracia e ilusión esta circunstancia y me alegré de que después de medio siglo estuviese tranquilamente viendo bolos. Inmediatamente, mi mente empezó a trabajar y surgieron los recuerdos entrañables. Efectivamente, me recordé cuando la familia Soberón nos invitó a los cuatro a comer a su casa, donde nos pusieron de principio los garbanzos lebaniegos más ricos que probé en mi vida.

Allí conocí a Avelino, que había llegado de México, hermano de Ángel, y desde entonces surgió entre nosotros una profunda amistad. Y me recordé también del pueblo de Trillayo cuando, ese mismo día, el querido Nel, por entonces cronista bolístico, nos hizo traer para casa unos buenos racimos de uvas de sus viñas.

Pero cuántas vivencias, cuántos recuerdos, cuántas historias pudiera escribir de mis inolvidables compañeros que componíamos la Partidona de los Cuatro Colosos -así nos llamaban- lo que dejaremos y será motivo de comentario en otros relatos más ilustrados. Baste con saber que, cuando me recuerdo de los que faltan, me emociono y me pongo muy triste. Fueron muchos años juntos y eso entraña mucha amistad y cariño.

Terminó este gran día lebaniego con las finales del memorial al recordado Ángel, donde vimos a un Tete estupendo en su juego. Le costó meterse en la gran final, pero en ella recordó al gran campeón de Treceño. Hizo 128 bolos y el buen jugador torrelaveguense Mosquera se quedó muy bajo con 100 palos. Trápaga, que pudo estar en la final, no remató y se quedó fuera.

En el reparto de premios, Gonzalo Soberón, hijo del llorado Ángel, tomó la palabra para agradecer nuevamente a jugadores e invitados nuestra presencia, y la emoción se hizo patente en muchos momentos.

Saludos cordiales.

Modesto Cabello. El Mundo - Octubre de 2.008

 
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