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Una ermitaña en Peñasagra Os ofrezco una pequeña referencia sobre una ermitaña, de nombre María de Celis, que durante el siglo XVII habitó en las estribaciones de Peñasagra, en el Santuario donde se guarda la imagen de la Virgen de la Luz, a 1.350 metros de altura. Vida de los ermitaños Un ermitaño es una persona que elige profesar una vida solitaria y ascética, sin contacto permanente con la sociedad, para entregarse con toda libertad a la vida contemplativa y penitente en busca de Dios. Su estilo de vida es muy peculiar: Se alejaban de la población para instalarse en parajes aislados y solitarios, como desiertos, ermitas o cuevas, en busca de la perfección espiritual. El silencio, la oración, la contemplación, las obras de penitencia y el trabajo eran su modo de vida. Vivían en el mundo pero sin ser del mundo. María de Celis Poco sabemos del trato y dedicación de ésta ermitaña, pero se puede deducir que pasaría el día orando, con sacrificios, entrega y consagración a la Virgen de la Luz, a la vez que ayunando, ya que los alimentos en aquellas alturas de Peñasagra escaseaban. No sería extraño pensar que los pastores que guardaban por aquellas montañas sus ganados, la proporcionarían algo de leche. Pero, como a todos los humanos, a María le llegó la hora de rendir cuentas a Dios. Su salud se quebrantó y tuvo que descender hasta el pueblo de Aniezo, donde falleció el día 16 de Agosto de 1699. En la Partida de defunción, descrita por el Vicario de Aniezo don Marcos González de Cabo, nos dice que María recibió todos los Sacramentos. No dejó testamento por carecer de bienes, y declinó que la dijeran Misas por su ánima, solamente el día de su entierro. Dijo que no le hacían falta, que ya se había cumplido ella suficientemente durante toda su vida. En una palabra, que ya había rezado lo suficiente. Fue enterrada, como se procedía en aquellos tiempos, en el cuerpo de la Iglesia de Aniezo. Setiembre 2019 |
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