LOS VECINOS DE SALARZON Y SAN PEDRO DE BEDOYA RESTAURAN SUS TEMPLOS PARROQUIALES
El día 10 de abril, a las 4,30 de la tarde, se inauguraban solemnemente las obras de restauración de la Iglesia de Salarzón, en Liébana. A partir de las fiestas de Navidad, los vecinos del pueblo de Salarzón, ocho en total, dedicaron sus esfuerzos a restaurar su templo parroquial, de estilo neoclásico y colonial, fundado por el segundo Conde de la Cortina, D. Vicente Gómez, en el año 1818.
La iglesia, a pesar de ser un edificio de gran solidez, construida toda ella con piedra de sillería, presentaba en la actualidad grandes grietas, producidas por algún problema de asentamiento de los cimientos. Guiados por un maestro de obra y animados por su párroco, el P. Juan Ignacio, religioso de Santo Toribio, los feligreses, en turnos de trabajo, restauraron el edificio (ocho tejadillos), consolidaron las piedras que se habían desgajado, limpiaron las paredes del templo, pintaron la bóveda, sanearon de humedades todo el edificio, construyeron un altar y un ambón de piedra y dotaron a la iglesia de una nueva instalación eléctrica y una iluminación digna y adecuada.
A pesar de las inclemencias del tiempo, el día 10 de abril, el pueblo de Salarzón respiraba aires de fiesta. Y a las 4,30 de la tarde en una Misa solemne, presidida por el Sr. Obispo de la Diócesis y concelebrada por 6 sacerdotes, se bendijeron las obras de restauración que, con tanto cariño, habían llevado a cabo los vecinos en su querido templo parroquial.
D. Juan Antonio del Val recordó en su homilía la fuerte impresión que le produjo, en su Visita Pastoral de 1974, el estado lamentable en que se encontraba la iglesia y que lo apuntó en sus notas personales. Y en estos momentos se congratulaba de presidir la Eucaristía en aquel mismo lugar, pero en una iglesia admirablemente renovada. Un templo reconstruido por el Pueblo -dijo- es la manifestación más patente de una fe que permanece viva en el corazón de los fieles. Así como una iglesia que se derrumba es signo de que la fe ha muerto en la comunidad parroquial.
Felicitó, pues, a los vecinos de Salarzón porque, siendo tan pocos, demostraron tener una fe tan grande; y les animó a que siguieran construyendo esa otra iglesia espiritual dentro de cada uno de ellos y en la convivencia diaria con los hermanos.
Finalizada la bendición de las obras de Salarzón, el Sr. Obispo se personó en la parroquia de San Pedro de Bedoya que se hallaba ya rodeada de una nutrida masa de fieles que esperaban su llegada. Con ellos conversó amigablemente sobre temas relativos a la fe de estos pueblos, problemas de la juventud, posibles dificultades de convivencia entre los vecinos y de la educación religiosa que recibían los niños; dándose una comunicación cordial, abierta y espontánea. Se interesó, también, por las obras de restauración de la iglesia y pasó a ver la labor realizada
El templo presenta dos épocas claramente diferenciadas de construcción con una edad de tres o cuatro siglos en la parte más antigua. Durante los últimos años se había mirado por ella, retejando el edificio y encalando sus paredes interiores, pero aún así, estaba necesitada de un tratamiento más a fondo.
Y el día 12 de enero, los vecinos de Pumareña, Esanos y San Pedro, animados también por su párroco, el P. Juan Ignacio, comenzaron los trabajos de mejora de su iglesia parroquial.
Durante estos tres meses, además de otros muchos detalles, se han limpiado y consolidado los muros de exterior dejando la piedra al descubierto, se han saneado las humedades de los cimientos, se ha enlosado el presbiterio y la entrada, se ha pintado todo el interior y se ha dotado a la iglesia de una nueva instalación eléctrica e iluminación.
Vistas y valoradas las obras realizadas, al filo de las 6,30, daba comienzo la solemne Eucaristía en la que se bendijeron las paredes del templo y a los fieles que, desde el Bautismo, son también piedras vivas en la construcción de la Iglesia de Cristo.
Finalizada la Misa, confraternizaron el Sr. Obispo, los sacerdotes que habían concelebrado y los vecinos del pueblo con una merienda campestre que, al igual que en Salarzón, las amas de casa habían preparado para la fiesta.
Los feligreses de San Pedro de Bedoya y Salarzón conservarán vivo durante años, el recuerdo de este día festivo de la bendición de las obras de sus templos parroquiales.
Luz de Liébana, nº 311 de fecha Abril de 1988 |