Resumen del año 1904
Ecos de la Montaña. Desde Potes
Peregrinación solemne
Si sorprendente fue la peregrinación del día 13 de Setiembre último al ex monasterio de Santo Toribio de Liébana por los pueblos del Obispado de León, correspondientes a éste Arciprestazgo de Liébana, no lo fue menos la que tuvo lugar en el día de ayer (22 de Noviembre) al nuevo Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, situado en Sierra de Tama, Ayuntamiento de Cillorigo, punto de los más alegres y cuya situación topográfica es una de las muchas que embellecen éste panorámico país.
Dicha peregrinación fue organizada por los respectivos párrocos y ecónomos de los pueblos de Bárago, antes Villa, con su anejo Soberado, Viñón, Castro Otero, Salarzón, San Pedro de Bedoya y Trillayo, únicos que constituyen el Arciprestazgo del Valle Honor de Bedoya, del Obispado de Palencia.
La ermita o Santuario de Sierra de Tama, situado en territorio de la parroquia de Trillayo, se construyó a expensas del devoto capitalista mexicano y natural de Bedoya, don Nicolás de las Cuevas y Caviedes el año 1898, al venir a pasar una temporada al lado de su familia desde Tarimoro, Estado de Michoacán, donde actualmente reside.
Amaneció el día nublado y húmedo, presagiando la cruda tormenta que aún continúa; más, sin embargo, no se nubló el fervor de los católicos lebaniegos ni su acrisolada fe, y desde las primeras horas de la mañana se veían pasar por ésta villa de Potes grupos de romeros, procedentes de Bárago, distante unos 15 kilómetros, en dirección al Santuario, para incorporarse a la procesión que se había de organizar en Tama y unirse a la que bajaba del pueblo de Viñón, presidida por el tan católico como activo y celoso alcalde constitucional de Cillorigo, don Juan Reda Cuevas.
Colocados en el pintoresco sitio de Sierra de Tama, pudimos observar muy bien el orden y marcha de las procesiones que componían la peregrinación. A las 9 ya entraba en la Vega de Tama la procesión de la parroquia de Viñón, luciendo su precioso estandarte que llevaban tres Hijas de María, la Cruz parroquial y el pendón. Al llegar a Tama se incorporó la procesión de Bárago con los mismos baluartes de dicha parroquia; y al mismo tiempo llegaban las de Bedoya y Salarzón por la cumbre de la Sierra, llegando al Santuario las primeras.
El tañir de las campanas del Santuario y pueblos inmediatos y la profusión de cohetes que se disparaban de uno y otro punto, repercutiendo sus estallidos en los valles, producían un efecto conmovedor.
Ascendieron a la Sierra las referidas procesiones de Viñón y Bárago por la ladera del Oeste, y desde dicho punto se veía subir por la otra ladera la peregrinación de Castro, con dirección a la iglesia de Trillayo, conduciendo, además de la Cruz, pendón y estandarte, la imagen de la Inmaculada Concepción y un gran grupo de niños ostentando banderitas con el lema: ¡Viva la Inmaculada Concepción!. Una vez que llegó a dicha iglesia de Trillayo, se organizó igualmente la peregrinación de éste pueblo, llevando además el Santísimo Sacramento bajo palio. Y durante el tiempo que tardaron en subir a la Sierra, en cuyo cruce de caminos, próximo a la ermita, se habían unido las demás procesiones, en todas las cuales iban niñas vestidas elegantemente de blanco y con emblemas alusivos al acto. El nuevo párroco de Bedoya presentó tres grupos de niñas y jovenes que cantaron varios motetes con cadenciosas melodías.
A las once llegaron al alto éstas procesiones y después de la bendición con el Santísimo Sacramento, ya todas incorporadas, nos dirigimos a la ermita, donde al llegar, recitaron admirablemente cuatro niñas, hijas de nuestro particular y especial amigo don José Ibáñez Noriega, de Trillayo, unas poesías que sentimos no haber podido copiar.
Seguidamente empezó la Misa, cantándose la del Sacramento por el párroco y jóvenes de Bedoya.
Ocupó la Cátedra Sagrada el párrroco de Bárago, don Luis Vargas, quien desarrolló el tema “Tota pulchra est Maria et sin macula” con gran brillantez y aducción de citas sagradas, que conmovió al auditorio y convenció sin género alguno de duda al más retrógado, de la verdad del sublime misterio, terminando, después de anunciar que por la tarde habría otro sermón de despedida de la peregrinación, con un entusiasta “Viva la Inmaculada Concepción”.
Terminada la Misa, empezó a arreciar la lluvia que se había iniciado ya desde la llegada y nos fue forzoso abandonar el santuario, el que por su poca capacidad no cabía la décima parte de los romeros peregrinantes. Y con sentimiento nos vimos privados muchos de asistir a los oficios de la tarde y al sermón de despedida que, según nos manifestaron, excedió el de la mañana y únicamente asistimos a la Reserva del Señor en Trillayo, desde donde presenciamos el desfile general de la Peregrinación, lamentando la crudeza del tiempo, si bien ha sido y es una riqueza para los campos agostados por la pertinaz sequía.
A.B. – 23 de Noviembre de 1904 -
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