NOMBRES PROPIOS: Pablo Gaipo Albarrán

Todavía recordamos aquellas promociones numerosas de lebaniegos que cursaban sus estudios sacerdotales en el seminario de León primero, y Monte-Corbán y Comillas después; estábamos por aquel entonces en las décadas del 50, 60 y 70. De aquellos aspirantes a curas, llegaron a su ordenación un alto porcentaje. De nuestra comarca era de donde se nutría, en gran parte, la Diócesis de Santander, como lo había sido la de León.

Fueron pasando los años, elevándose el nivel de vida y los lebaniegos desapareciendo prácticamente de los seminarios. Pero he aquí, que cuando esto tiene lugar, cuando las vocaciones sacerdotales apenas existen en toda la geografía hispana, cuando en los últimos años se han secularizado más de 40.000 sacerdotes en España, un lebaniego, Pablo Gaipo Albarrán, va a ser ordenado de tan alto ministerio. Santo Toribio de Liébana será escenario de este acontecimiento de matiz altamente religioso. Un nuevo Ministro de Cristo que aporta Liébana el próximo 4 de Junio para gloria y esplendor de la Iglesia.

SU VOCACION E HISTORIA

Nace Pablo Gaipo, hace 31 años, en el pueblecito de Esanos de Bedoya, y ya desde su infancia desea ser sacerdote. Sin apenas saber leer, pone atención a todo lo que de la religión se derive; aprende sermones de memoria, que llaman la atención de sus vecinos, y así es fácil verlo encima de una mesa o silla predicando en cualquiera de los pueblos de Bedoya, en el patio del Monasterio de Santo Toribio o en Tama, por la festividad de San Isidro (casi siempre a requerimiento de Tomás Gómez, el Herrero, que le premiaba con algunas golosinas). Cumple 11 años y viene a Potes, a la preceptoría, para después ingresar en los Dominicos de León, desde donde tiene que regresar a su pueblo por enfermedad, y aquí permanece hasta su ingreso en el servicio militar.

Licenciado del Ejército, donde saca el Certificado de Estudios Primarios, obtiene el de Graduado Escolar en Santander y fiel a su vocación continúa en su domicilio estudiando por su cuenta Latín, Francés y demás asignaturas, sin profesor ni nadie que le oriente.

¡POR FIN A LA FACULTAD!

Llegada la edad de 25 años ve que su ilusión puede convertirse en realidad, pero un nuevo inconveniente se va a producir. Hijo de una familia modestísima (su padre había fallecido años atrás) no contaba con los medios económicos suficientes para paliar los gastos que la carrera le iba a proporcionar. Pero era destino de Dios que Pablo Gaipo llegara a la cumbre que se había propuesto, y aquí surge don Feliciano Calvo, párroco de Santa Lucia (Q. E. P. D.) quien le envía a la Facultad de Teología de Burgos y lo protege en lo esencial hasta su muerte. Más tarde obtiene becas del Obispado, del Estado, amén de otras ayudas de carácter particular, hasta la terminación de la carrera, hecho que acaba de producirse.

UN CURA PARA EL PUEBLO

Es Pablo Gaipo el prototipo del cura que nace y se hace dentro del pueblo. Su infancia y gran parte de su juventud así ha transcurrido. Salido de una familia modesta,  pero profundamente católica, ha vivido todos los avatares de la gente de aldea como la que en breve irá a cumplir su misión pastoral. Sabe de privaciones, sufrimientos y vejaciones a la que está sujeto ¿hasta cuándo? de quien no tuvo la suerte de nacer en una cuna de oro. Sin embargo estos hombres —sin duda elegidos por Dios— son los que necesitan los católicos para acercarse más a Cristo, que igualmente nació, murió, y vivió pobre, como en el caso que hoy nos ocupa.

LIEBANA MENSUAL, la Revista del pueblo, siente hoy una profunda y sincera alegría porque un lebaniego, un joven del pueblo, va a llegar a la cima que se propuso: Amar a Dios y de ese Amor a sus semejantes, principalmente a aquellos que un día, quizás no muy lejano, fueron participes de todo cuanto acabamos de referir. Navia

Liébana Mensual, nº 24, de fecha Mayo de 1980

Pablo Gaipo Albarrán ordenado sacerdote en Santo Toribio

Como habíamos anunciado oportunamente, el vecino de Trillayo (Bedoya), Pablo Gaipo Albarrán, fue ordenado presbítero el pasado día 4 del actual mes de Junio, en el templo de Santo Toribio de Liébana, custodia del mayor trozo de la Cruz de cuantos se conservan en el mundo.

Dio comienzo la solemnísima ceremonia con la concelebración de una misa, oficiada por el Señor obispo de la Diócesis monseñor Del Val y una treintena de sacerdotes pertenecientes a la Montaña y Burgos, Archidiócesis ésta última en la que el ordenado había terminado sus estudios religiosos.

Próximos al prelado se hallaban con el número de sacerdotes concelebrantes, el delegado para la región, reverendo Caldevilla; ex arcipreste de la comarca, reverendo padre Morante; prior de la comunidad Franciscana, padre Larrea, mientras que en otros lugares se encontraban el actual arcipreste, don Juan Alonso, el párroco de Baró, don Ambrosio Cuesta y otros sacerdotes.  El templo se hallaba lleno de fieles y durante la celebración, el coro llegado del Seminario burgalés interpretó distintas composiciones sacras.

LOS ACTOS

Tras el Evangelio, el señor obispo pronunció una brillante homilía en la que resaltó las virtudes que deben adornar a los sacerdotes y la esperanza que tenía en el buen hacer pastoral del ordenado. Destacadamente emotiva fue la interpretación de la letanía de los santos, respondida en sus ruegos por los oficiantes y durante la cual el futuro sacerdote permaneció tendido en el suelo.

Al ser ordenado Presbítero, Pablo Gaipo se dirigió a los fieles señalando su alegría por haber sido elegido por Dios entre los humildes, dando las gracias a las personas que habían hecho posible su subida a las gradas del altar, citando al párroco de Santa Lucia don Luciano Calvo, al excelentísimo señor Obispo y a todos cuantos hicieron posible su ordenación sacerdotal. Dio asimismo las gracias muy sentidas y humildes al párroco de Trillayo, don Juan Alonso y a todos los fieles asistentes al acto.

Durante el besamanos, el nuevo presbítero, profundísimamente emocionado, más que dejarse besar sus manos consagradas, abrazó uno por uno a los asistentes, no siendo infrecuentes las lágrimas en estos momentos.

Perdido el hilo de lo cronológico en el relato, apuntamos que antes de esto, el nuevo padre Gaipo recibió en el ritual sacro la imposición de manos, habiéndolo hecho en primer lugar el prelado, siguiéndole a continuación la totalidad de los sacerdotes presentes en el Monasterio de Santo Toribio.

La comunidad da Franciscanos, que organizaron de forma brillantísima la celebración, entregaron la recaudación íntegra de los fieles al nuevo cura, recaudación que fue importante al saberse los fines de la misma y la situación económica de Gaipo.

Nuestro compañero Navia, en entrevista publicada el pasado mes, decía al final: “Un joven del pueblo va a llegar a la cima que se propuso; amar a Dios y dar ese amor a sus semejantes”. Que así sea.

Liébana Mensual, nº 25, de fecha Junio de 1980

Canta su primera Misa don Pablo Gaipo Albarrán

Trillayo vivió el pasado día 15 una jornada llena de emoción. Un vecino del pueblo cantó su primera misa rodeado de todos sus vecinos, sacerdotes y amigos. Hasta el día quiso sumarse gustoso y el sol lució radiante con todo su esplendor y fuerza, poniendo alegría y colorido por tan fausto motivo, como lo fuera días atrás cuando fuera ordenado sacerdote en el Monasterio de Santo Toribio de Liébana, y de cuyo acto LIEBANA MENSUAL dio amplia información gráfica y literaria.

LOS ACTOS

A las cinco de la tarde, el nuevo sacerdote era esperado a la puerta de su casa y bajo un arco triunfal se trasladó a la iglesia donde dio comienzo la misa que concelebraron con el misacantano otros sacerdotes llegados desde distintos pueblos.

El coro de la parroquia de San Jerónimo de Burgos interpretó durante la misa diversos cánticos y motetes propios de la ceremonia que se estaba celebrando. Mientras los fieles que abarrotaban el templo parroquial seguían la ceremonia religiosa con gran emoción y fervor, especialmente a la distribución de la comunión y besamanos que tuvo lugar al final.

Durante la elocución que don Pablo Gaipo dirigió a sus convecinos y amigos puso una vez mas de manifiesto la gran alegría que le embargaba, así como su agradecimiento a todos por acompañarle en este día compartiendo con él tanta dicha y contento.

Terminada la ceremonia religiosa y besamanos, que duró un rato, la juventud del pueblo, como es tradicional en estos casos, se congregó alrededor del típico “Mayo” para tratar de subirle y así alzarse con el premio de 10.000 pesetas que estaba establecido, cosa que no se logró por ninguno de los participantes.

Al final y por colaboración de todo al pueblo, fue servido un suculento ágape a todos los asistentes. El nuevo presbítero se incorporará, en breve, a su destino de Mataporquera.

Liébana Mensual, nº 26, de fecha Julio de 1980

Datos recopilados por José Angel Cantero Cuevas en el año 2018