Está visto que cualquier acontecimiento de la vida, a la hora de hacerse público, puede cambiar su autenticidad. Unas veces por ignorancia del informador, otras por intereses creados, otras por negligencia......., en fín, aquí tenemos un suceso ocurrido en Liébana hace justamente 100 años y vemos dos documentos que en poco se parecen a la hora de narrarles. Lo curioso del caso es que ambas informaciones vienen en la misma Revista y con la misma fecha, solo que una la trasmiten desde Cillorigo y la otra desde la Redacción de la propia revista en la villa de Potes. 

Cien hombres amenazan quemar Potes

(Tomado de la Voz de Liébana)

Con animación extraordinaria se celebraron este año las romerías de Nuestra Señora y San Roque en Tama y Aliezo. Como en años anteriores los jóvenes tomaron el buen acuerdo de traerse un candolias que, aunque no muy afinado, tocaba mucho y con tal motivo, durante la tarde y noche de ambos días, Terpsicore (musa de la danza) estuvo bien homenajeada.
Aunque el día de San Roque lo era de mercado en la vecina villa, no por eso dejó de honrarnos con su acostumbrada visita la numerosa colonia de Potes, alegre y bulliciosa. La bolera estuvo igualmente concurrida durante ambos días, disputándose reñidos partidos los más afamados jugadores, pues las medianías teníamos que resignarnos a recibir lecciones y contemplar desde la barrera los lances del juego.
Cuando la fiesta estaba en su apogeo, un “inoportuno” telefonema vino a perturbarla. Según el parte recibido de Potes CIEN hombres pretendían quemar la villa. Con esto, y una exagerada confirmación que llegó después, se produjo la consiguiente alarma y la colonia de Potes marchó a la desbandada en auxilio de sus convecinos, y los que aquí quedamos, procuramos reconciliar nuestras conciencias y ponernos bien con Dios, pensando que se avecinaba la última hora de nuestra vida. ¡Qué “canguelo” en los primeros minutos!. ¡Cien invasores…..!. Pero cuando el alma volvió al cuerpo, entonces ya nos creímos capaces de hacer frente al ejército del Kaiser y salimos a contener la invasión.
¡Valiente chasco!. Todo quedó reducido a cinco hombres con sus mujeres e hijos. Más suaves que un guante se sometieron a ser cacheados y cuando se les vio inermes e “impecables”, autorizóseles para pernoctar en las proximidades del pueblo, hasta que al día siguiente fueron conducidos por la Guardia Civil en su ruta hacia la capital asturiana.
La Voz de Liébana nº 469, 21 de Agosto de 1915

Otra versión de los hechos

Decíamos ayer……
En nuestro número pasado que salió a la luz el sábado, nos lamentamos de la indefensión que quedan los pueblos y los campos con motivo de la concentración en Santander de la Guardia Civil de toda la provincia.
Días pasados, después los hechos vinieron a demostrarnos que esa reconcentración acusa una grave improvisación en las autoridades que tal medida acordaron.
El lunes por la tarde comenzaron a entrar en Potes pequeños grupos de gitanos, que decían ser italianos y austriacos, de todos sexos y edades, que se dedicaron en ir de puerta en puerta pidiendo limosna, no siempre con buenas formas, y entrando en los comercios y establecimientos donde trataron de cometer algunas raterías.
Al oscurecer, y formando ya un grupo de 50 ó 60 se dirigieron al domicilio del Sr. Alcalde exigiendo un socorro en metálico. El Alcalde, don Francisco Huidobro, hizo que les llevaran unas cestas con pan en abundancia, que los gitanos se negaron a aceptar, continuando con sus exigencias de que se les diera dinero y llegando hasta amenazar con que pegarían fuego al pueblo, manifestando que sabían que no había Guardia Civil.
Vista la actitud levantisca de los gitanos, cuyo número iba en aumento y que la autoridad no disponía de fuerza para imponer el orden, cundió la alarma entre el vecindario y pronto se reunió un grupo de hombres armados con palos y alguna escopeta de caza que se pusieron al lado de Alcalde y trataron de echar del pueblo a la tribu de gitanos.
 A fuerza de empellones y amenazas fueron llevándolos hasta Ojedo, donde tenían sus carros y su campamento. A todo esto y como, por ser día de San Roque, se celebraba la romería de Aliezo, allí se encontraba la mayoría de la gente de Potes, y a la hora en que la animación y la alegría se hallaba en todo su auge, alguien llevó la noticia de lo que en Potes ocurría con los gitanos, solo que considerablemente aumentada. Se dijo que los gitanos habían comenzado a saquear algunas casas, que había dos o tres muertos y varios heridos y con ésto cundió la alarma sobre todo entre las mujeres.
Un grupo de mineros de Potes, que con motivo de las fiestas habían bajado de las minas y se hallaban en la romería, se dirigió a Potes con ánimo de prestar su ayuda a la autoridad, y ya en Ojedo se encontraron con la caravana de gitanos que iba en dirección a Tama.
Acalorados los ánimos con las alarmantes noticias que en Tama habían circulado y un poco excitados también por las libaciones que la mayor parte habían hecho ya en la romería, era de temer que el encuentro del grupo de mineros con los gitanos hubiera resultado sangriento si no se hubiera impuesto afortunadamente la sensatez y la cordura de algunos, impidiendo que se extremaran los procedimientos de violencia.
Los gitanos, al parecer, pasaban de ciento, y según ellos mismos decían, a poca distancia les seguía otro grupo de otros ciento. Esta numerosa banda, compuesta de gente dedicada a la vagancia y a vivir del merodeo, han ido sembrando el pánico por los pequeños pueblos que han atravesado, donde por su número y por sus amenazas han conseguido obtener suministros en dinero y en especie, y en otras ocasiones se han apoderado de los frutos de las fincas próximas al camino.
El Alcalde Potes telegrafió el lunes por la tarde al Sr. Gobernador lo que ocurría y el martes al mediodía llegaron en el automóvil varias parejas de la Guardia Civil al mando de un Teniente que fue distribuyendo las fuerzas por la carretera, dejando algunas parejas en Tama, donde aún se encontraba acampado un grupo de gitanos. El Miércoles, y escoltados por la Guardia Civil, fueron los gitanos conducidos a Unquera desde donde continuaron su ruta a Oviedo. Lo ocurrido, que bien pudo haber revestido mayores proporciones, y ocasionar un serio conflicto, debe servir de saludable aviso y enseñanza para lo sucesivo. 
La Voz de Liébana nº 469, 21 de Agosto de 1915

Cosas que ocurren en Potes

Lo vimos el lunes pasado y suponemos que todos los lunes pasará lo mismo: En la Serna un castrador se dedicaba al servicio de su profesión y presenciando el acto se hallaban numerosos niños de uno y otro sexo.
El acto que presenciaban y los comentarios y groserías que a los demás oían las tiernas criaturas, necesariamente habían de despertar sus sentidos a conocimientos que a su corta edad debían de ignorar.  ¿No podría esto evitarse?. No vemos en ello inconveniente.
Sin limitar el legítimo ejercicio de una profesión ¿porqué no se había de obligar a ejercer esto en un local cerrado, en un corral, en una huerta, en un sitio donde por lo menos pudiera impedirse que los niños entraran a presenciar lo que no hace falta que presencien?.
La Voz de Liébana nº 469, 21 de Agosto de 1915

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