Volver al menú | Resumen anual | Batida nº2

La cuadrilla 141 se despachó con cinco venadas

Romería en Poda y traca final

Por fin llegó la fecha para batir los montes de Bedoya en busca de venados. Ante el excesivo número de ciervos, la Consejería de Ganadería, Agricultura y Pesca de Cantabria autorizó la celebración de batidas para reducir su número. No hay cupo de capturas, el único requisito es que solamente se pueden matar hembras.

A las 8 de la mañana ya estaban los cazadores en San Pedro para acreditarse ante la guardería. Entre la cuadrilla había entusiasmo y a la vez también preocupación, ya que era la primera vez que se celebraba una batida de éstas características en el valle. El día amaneció fantástico, sin una sola nube.

Ceci con su trofeoLos comentarios son variados, pero siempre surge el consejo y el discurso del cazador veterano. “Mirad, los venaos se parecen muy poco a los jabalíes; aunque no lo creais son mas listos. Un jabalí tiene los sentidos del olfato y oído muy desarrollaos, pero el venau, aparte de éstos, tiene otru sentido más, la vista. Os habreís fijau que cuando vamos al jabalí, al llegar al puestu, es fácil ver a los venaos ya en retirada, fuera de los tiros. Siempre es el primero que se aleja del peligro. Es muy tozudo y no hay quien le pare en su camino. Además os digo también que corre aún más que los jabalís”.

Con la lección bien aprendida, cazadores y monteros (los perros en ésta ocasión fueron los grandes ausentes) se dirigen a sus puestos y a las 9 y media de la mañana ya se empiezan a oír las primeras voces por Toja, La Pandilla, La Rasa….: son los monteros intentando levantar de sus encames a los venados para llevarlos hasta las altas cumbres donde se apostaban los tiradores.

Luego las emisoras fueron las encargadas de difundir las vicisitudes de la cacería, con comentarios para todos los gustos:
“Acabo de ver una macho grandísimu, que se dio la vuelta y se metió a la Peña”, comentaba por la emisora Nel.
“Estoy en las Cuerres, vi tres venás que se metieron derechu abajo hasta Poda”, replicaba Ramón.
Pues hay que pararlas, a ver si algunu se puede bajar hasta el Torcu de Trillayo para que no se metan a Trescorroble”.
Atentu, Tino, a ver si salen por los Llaos. Ahí te va Clemente para que le digas por dónde debe de entrar para que no se metan abajo”.
“Unu, dos, tres….seis!!!!! Estoy viendo a seis venás llegar a Los Hoyos en dirección a Trescorroble; se parecen al rebañu de cabras de Cobeña….” espetaba Mari Gaipo.
“En Poda hay otras cinco……, hay que cubrir en Los Hoyos; a ver Ivana si te puedes llegar hasta allí, porque es la única salida que tienen”.
“A ver qué pasa…., parece que estais sin balas, que las dejastis en casa….; son las doce y todavía no tirastis un tiru” acusaban los batidores.
“Y vosotros parece que estais mudos, no se os oye….” replicaban los tiradores.
“Ya estamos roncos…..” y para certificarlo empezaron a cantar a coro: “que viva la rubia, oé, oé, oé; que viva la rubia….. oé, oé, oé”.

Romería en Poda

Al fondo, Poda escenario de la romeríaPor lo que se ve, había música, había un tablao, había danzantes y tampoco faltaban animadores y espectadores. En una palabra todos los ingredientes para organizar una romería. Y eso sucedió. Para los que no conozcan Poda diré que es un prado muy grande, rodeado por un bosque de hayas y por unas abruptas montañas de rocas. Es el tablao ideal para poder exhibirse. Los espectadores fueron los cazadores y batidores que rodearon el prado colocados en el anfiteatro. Faltaban los danzantes, pero los hubo en abundancia. En total se contaron hasta dieciocho, a saber: 5 venadas, 4 rebecos, 3 corzos, 1 jabalí, 4 caballos y un perro. A estos dieciocho danzantes hay que añadirles dos batidores de excepción: Clemente y su hija Elena.

Fue un gran espectáculo verlos a todos en unas reducidas dimensiones. Cuando unos se retiraban, salían otros detrás del telón. Los caballos dejaron de pastar y atónitos, con la cabeza bien levantada, se quedaron mirando el espectáculo. Fueron los únicos que declinaron bailar, porque allí hubo bailes, danzas y carreras para todos los gustos; se bailó el vals, cumbias, corridos y sobre todo pasodobles (la mayoría de las veces los pasos eran bastante más que dobles).

Pero no todos bailaban al gusto del moderador: “Pero qué putísimas son….”, exclamaba Clemente; “me pongo delante de ellas y si no me aparto me llevan por delante”, refiriéndose a las venadas.

Eran ya las 12 y media de la mañana, cuando a Ceci y a Primo, que estaban en el Cabeceru, les entraron ya ganas de pinchar algo y decidieron acabar con el baile. ¡Pum, pum…. pum….!, hasta seis disparos ¡”Ya cayó una”!, exclamó Ceci. Primo no tuvo tanta suerte, pero también dejó su recado: “Otra marchó toa escojoná por ahí abajo”.

Jorge que mató dos venadasEn el hondón de Poda estaba Jorge que hizo el resto, primeramente rematando a la herida y luego de otros dos disparos acabando con otra. En total fueron tres, logrando escabullirse las dos restantes, para que puedan seguir bailando por las montañas del valle.

Después del baile, hubo un receso para reponer fuerzas todos juntos en el Collau de Taruey, donde los veterinarios se encargaron de analizar las vísceras de los animales cazados. Digno de mención fue el banquete que se dieron unos cuarenta buitres que acudieron a los despojos y en menos de cinco minutos dejaron el lugar limpio de todo resto cárnico.

Por la tarde se empezó por la zona de la Dobra y las Posás. Pronto se divisan tres ciervas en Armiceu.
“Atentu, papá, atentu”, balbuceaba por la emisora el joven Diego a su padre Mariano;“quédate ahí, estate quietu, que te va una…..", pero la cierva no llegó ya que se dio la vuelta y llegó cerca de Primo que logró tirarla.
¿La entornaste, Primo?.... “No sé…., respondió, marchó a rastras por ahí abajo”. Para más tarde certificar: “Se escapó, acabo de ver los resclaves monte abajo”.

“Oye…., me acaba de llamar la mujer, decía Lucinio, y dice que fue a la Dobra a ver unos setales que son muy tempranos y vio a cuatro venaos en dirección a la Ería”. “Entonces hay que cubrir abajo, hay que bajar hasta la Calleja de Sária. A ver, ¿quién es el más baju?” . “El más baju es Tino el Negru” . “Pues hay que bajar a cubrir hasta el ríu…..”

Traca final

Ivana con sus primeros trofeos cinegéticosAsí se hizo. Eran ya casi las seis de la tarde cuando aparecen dos venadas por la ladera enfrente de donde se encuentraba Ivana. Ivana es la única mujer de la cuadrilla y por tanto también es querida e incluso mimada por todos. Era la primera oportunidad de su vida que se le presentaban dos animales salvajes y había que terminar con ellos. Estaban relativamente lejos, pero ni corta ni perezosa, pisó fuerte en el suelo, se echó el rifle al hombro, se apoyó en la pared del prado de Genaro y soltó un petardo en dirección a Sarrullá. Nadie dijo nada. De repente, otro fogonazo. Era el segundo de Ivana dirigido a otra diana, a la segunda cierva, porque la primera ya había quedado durmiendo. El resultado final fueron dos disparos y dos venadas que rodaron para ya nunca jamás levantarse. La cazadora no cabía de gozo.

Una vez conocido el resultado, toda la cuadrilla se llevó una gran alegría. “¡Ivana, eres la más grande; Ivana, eres la mejor…!” cantaba la emisora.

Pero no había terminado la cacería. No habían pasado aún ni diez minutos cuando otras dos nuevas ciervas aparecen casi por el mismo sitio que las anteriores. Se meten derecho abajo en dirección al río. Ivana tiene que realizar una carrera de unos 50 metros para poder cortarles el paso. Los nervios, la galopada que tuvo que dar, y así y todo, aún jadeante, soltó tres disparos, pero los animales lograron escabullirse en dirección a Lobá. Esto no empañó para nada la gesta de Ivana. Fueron los diez minutos más intensos de su vida de cazadora y creo que nunca los va a olvidar. Ella fue la que puso la traca final a una intensa y bonita jornada de caza.

Haciendo un recuento un poco por alto, se pudieron contabilizar unos 25 ó 30 venados; se mataron cinco y se disfrutó de un gran día de caza.

Por la noche, Tito y Lourdes se encargaron de preparar unas abundantes y deliciosas tablas de embutidos, para rematar con una rica paella. La alegría, el vino, los chupitos y las anécdotas de la jornada pusieron el broche de oro a la cacería. Fue una agradable experiencia ésta primera batida de venadas.

(Marzo 2.007)

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