Historia de la escuela de Salarzón

No hace muchos años, casi todos los pueblos lebaniegos tenían su propia escuela. En el valle de Bedoya concretamente había tres: una en Trillayo donde acudían también los niños de Cobeña; otra en Esanos donde asistían los de Pumareña, San Pedro y el mismo Esanos y la tercera estaba en Salarzón.

Posiblemente la primera y única escuela del valle estuvo en Esanos, de la que hablaremos en otra ocasión. En el año 1.761 ya pagaba el Concejo de Bedoya al maestro de primeras letras 58 reales de vellón al año y no hacen mención a ninguna otra escuela.

Desconozco cuando empezó a funcionar la antigua escuela en Salarzón. Parece ser que se ubicaba en mitad del pueblo, en un pequeño solar, pero en el año 1.924, por orden gubernativa y debido a las malas condiciones del lugar, se cerró la escuela cuando habría en el pueblo alrededor de veinte alumnos entre niños y niñas.

Ante ésta situación, el pueblo se movió e inició los trámites oportunos para solucionar el problema. Lo primero se pidió ayuda económica a los diversos indianos y gentes más pudientes que por entonces había en la zona. No tardaron en encontrar personas que se brindaron a resolver el problema. Así nos lo cuenta ésta reseña de la “Voz de Liébana” de la época. “Por carecer de condiciones y por orden gubernativa ha sido clausurada la escuela de Salarzón. Los vecinos de Salarzón, bien convencidos de la necesidad de la instrucción, han decidido proporcionarse un nuevo local, aunque para ello suponga un esfuerzo sobrehumano y tengan que recurrir a las personas pudientes y de buena voluntad, habiendo obtenido en sus primeras gestiones, el siguiente resultado:
Don Indalecio Soberón, diputado provincial y natural de Salarzón, cede gratis el terreno para la obra. Don Mariano Salceda, de Salarzón y residente en México, 500 pesetas; don Luis Cuevas, de Bedoya, 250; don Domingo Gómez, de Salarzón, 50; don Agustín Cartón, párroco del pueblo. 25. En total suma 825 pesetas. Continúa abierta la suscripción”
.

En principio el cometido arrancaba con ganas y con aportaciones y mano de obra vecinales, pero todo eso no era suficiente. “El “Club Liébana y Peñarrubia”, de La Habana, dona 700 pesetas, don Adolfo Gutiérrez, de Pumareña, 100; don Felipe Cuevas, de Trillayo, 50; don Gerardo Monasterio, de Trillayo, 50; don Juan José Guerra, de Turieno, 50; don Prudencio Barrenechea, de Cosío, 50 que sumadas a las 825 pesetas anteriores hacen un montante de 1.825 pesetas”

La citada revista añade otra donación: “por los filántropos indianos de Bedoya fue adquirida una novilla que se rifó con el fin de destinar los productos de la rifa, a obtener material fijo para la escuela de dicho valle, habiendo sido afortunado el número 98, cuyo poseedor puede disponer del bovino ejemplar. Suerte de pueblos que tienen hijos indianos y entusiastas por la enseñanza y que suplen con su generosidad, la tacañería del Estado. Esto en más práctico que cien conferencias de revolución pedagógica”.

La subscripción siguió y a los 1.825 pesetas recaudadas, hay que sumar más: don Aquilino Gómez, de San Pedro, 50 pesetas; don Angel Gutiérrez, de Potes, 25; don Cosme Dobarganes, de Salarzón, 200; don Fidel García, de Bedoya, 200, don Jesús García, de Bedoya, 200; don Tomás Cantero, de San Pedro, 100; don Ramón Guerra, 50; don Mariano Dobarganes, de Salarzón, 50; don Donato Dobarganes, de Salarzón, 50; don Secundino Dobarganes, de Salarzón, 50; don Cesáreo Fernández, de Salarzón,  50; don Eudosio Soberón, de San Pedro, 25; don Celestino Cuevas, de San Pedro, 25; por los despojos de leña, 25 pesetas; que hacen un total de 2.925 pesetas.

En el año 1.926 la citada Revista nos dice: “Por el tesorero de éste Ayuntamiento (Cillorigo) le han sido entregadas al presidente de Salarzón (Santiago Dobarganes) 500 pesetas, que dicha cantidad ha donado para ultimar los trabajos de la nueva escuela. También, y para el mismo fin, le han sido entregadas, por don Gerardo Monasterio al presidente del citado pueblo, 1.000 pesetas como donativo de una sección del “Centro Montañés de la Argentina”, integrado por lebaniegos únicamente, y que con tanto cariño e interés se viene ocupado de todo lo que signifique el fomento de la cultura en su país”.

El total del dinero recaudado asciende a 4.425 pesetas. El “Club Liébana y Peñarrubia”, de La Habana, hace un segundo donativo para dicho fin, pero desconozco la cantidad. Por fin, en la “Voz de Liébana” aparece: “terminadas las obras de la nueva escuela de Salarzón y autorizada su apertura, se ha fijado la fecha de inauguración para el día 1 de mayo de 1.927, a la que asistirá, entre otros muchos invitados, el señor inspector de la Zona”.  

En la tarde del citado día tuvo lugar la solemne inauguración de la escuela con las autoridades civiles, académicas y eclesiásticas, con varios discursos enalteciendo y agradeciendo a todos los bienhechores que con sus aportaciones hicieron posible que el pueblo de Salarzón tuviera ésta coqueta escuela. La planta baja será destinada para las clases y la primera planta para vivienda del maestro. La fiesta continuó toda la tarde con el ruido de cohetes y una gaita para amenizar la tarde. (Ver los actos de la inauguración).

Ese mismo año de 1.927 fue nombrado un nuevo maestro: don Maximiliano Montero Romero que tuvo el honor de estrenar la escuela.  Salarzón ya tenía un coqueto lugar donde impartir las clases, era lo que pretendían todos sus habitantes. Pero lo que nadie sospechaba entonces, era que, 50 años más tarde, esa escuela iba a ser también cerrada. La despoblación de los pueblos aconsejó a las autoridades académicas cerrar las escuelas y Salarzón no iba ser una excepción. Los pocos niños que había fueron destinados a los colegios de Potes y el edificio de la escuela quedó sin ser habitado y lo que es peor, sin ser conservado medianamente bien. Donde antes en las aulas había niños, encerados, pupitres, libros, lápices de colores..., quedaron aulas vacías y sin utilidad alguna.

El edificio de la escuela de Salarzón recibió una pequeña rehabilitación en el año 2.013; se reparó el tejado, se pavimentó el suelo de la vivienda y se lució el salón donde se impartían las clases, pero de ahí no se pasó. La mano de obra se efectuó con obreros del Ayuntamiento de Cillorigo y desconozco si tuvo algo que ver en ello también la Junta Vecinal. Todo quedó en eso y en la actualidad, si no se pone algún remedio, poco a poco se va deteriorando de tal forma que la maleza se hace la dueña del edificio, ya sin ventanas y sin cristales. Como me dijo un castizo: “por lo menos está bien ventilada”.

Creo que el inmueble bien merece un arreglo y un lavado de cara, entre otras cosas para que pueda prestar una nueva función, bien como casa de aldea que se podría alquilar, bien como albergue, o, por qué no, como sede vecinal.

Como se puede apreciar la escuela se construyó con las aportaciones tanto vecinales como de entidades particulares, desconozco a quién le corresponderá su arreglo y a quién su propiedad, pero creo que la Junta Vecinal de Bedoya algo tendrá que decir sobre la cuestión. Salarzón bien merece tener el edificio de su escuela arreglado y listo para el destino que se desee.   

Fuentes:
LA VOZ DE LIÉBANA
José Angel Cantero - Febrero 2.023

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