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MENA, escultora
del mar, descendiente del valle de Bedoya
MENA es el apelativo de María Eugenia Sánchez Cuevas y es evidente que portando esos apellidos, sobre todo el Cuevas, tiene que estar vinculada de alguna manera con el valle de Bedoya.
Hay que remontarse cuatro generaciones atrás para buscar dicho vínculo, ya que su bisabuelo nació en el año 1.850 en Esanos y se llamaba Nicolás de las Cuevas y Cabiedes. Este fue un gran benefactor y mecenas del valle de Bedoya. Nunca olvidó a las gentes que dejó atrás en su emigración a México donde, con tesón, sacrificio y trabajo, alcanzó una importante fortuna.
Allí, en México capital y con raíces lebaniegas y sicilianas, abrió sus ojos MENA y con ella nació ese espíritu grandioso, aguerrido y artístico que lleva en sus genes.
Estudia la carrera de Arquitectura en el Instituto Teresa de Avila de la capital mexicana. Posteriormente toma cursos de pintura, a la vez que inicia su carrera como escultora. Así se despiertan en ella los genes de su abuela Dª María Pilar Romero que, con el seudónimo de "Blanca de Selva", fue una gran poetisa en los inicios del siglo XX en su Morelia natal, donde dejó plasmadas en verso sus percepciones de la realidad. MENA, esas mismas percepciones, las transformó en materia y aventura con un final armónico donde las olas se funden en imágenes sensuales convertidas en caracoles y mar.
Con múltiples exposiciones colectivas e individuales en salas, galerías y ferias de arte, MENA se abre paso en el difícil campo del arte. De este modo la van llegando los contratos, como el que le hizo la ciudad de la Paz en Baja California Sur, para realizar una monumental escultura de 3 metros de alto titulada "Jesús del Caracol", sumergida en el mar de Cortés como símbolo marino de la ciudad. La ciudad turística mexicana de Ixtapa, también la encarga varias obras para engalanar sus plazas, como el “Niño del Caracol”. En el aeropuerto "Mariano Escobedo" de la ciudad de Monterrey, que ocupa el cuarto lugar a nivel nacional por el número de operaciones y pasajeros atendidos, su "Vuelo del hombre" compite con el movimiento de las aeronaves.
Es tan grande su aptitud, su destreza y su talento, que la Cámara Nacional de la Industria de la Construcción de México, en el año 1.998, la propone elaborar la escultura que representa el acreditado Premio Lieberman. Este premio lo otorga anualmente dicha Cámara a la mejor Obra de Construcción.
Como enamorada del mar, MENA tiene otra gran pasión, erigiéndose en una adiestrada buceadora, adentrándose y rebasando en alguna ocasión los límites establecidos, pasando en las profundidades marinas a lugares prohibidos donde va descubriendo un mundo nuevo, silencioso y maravilloso con unos fondos rocosos y paradisíacos donde los pulpos, corales, plantas, algas, medusas, peces de todo tipo, color y forma, van despertando en MENA sus dotes artísticas. En esa búsqueda insaciable, se olvida hasta de sí misma, sin medir el riesgo ni el peligro. Lo importante era ver la luz al final. Y lo consiguió.
Allí se supo inspirar para transmitirnos luego el testimonio de su paso por éste mundo con su obra escultórica: sinfonías, lunas, sensuales sirenas, caracolas, caballos marinos, amaneceres y atardeceres marcan su huella estampada para el deleite de todos. Calles, plazas, parques, jardines, aeropuertos e incluso mares mexicanos llevan como adorno y adosado ya a su historia el sello, hecho arte, de la obra de MENA.
Sus esculturas son expresiones del alma, con una gran carga humana que se manifiesta al desnudo. Al contemplarlas, da la impresión de que todas ellas, aparentemente inanimadas, guardan en su interior la sensibilidad y el ingenio de quien las ha poseído o bien, recogen su espíritu. Pancho Contreras, refiriéndose a ella, lo sintetiza con estas bellas palabras: “MENA es la fuerza de los pensamientos hechos arena y metal, barro y bronce.”
Así describía
a MENA su abuela "Blanca de Selva" en su nacimiento:
En el santuario de un hogar dichoso
Llegó la nueva bendición del Cielo,
Donde una madre y el feliz esposo
Contemplan a una hijita, que es su anhelo.
Perfecta de facciones, sonrojada,
Semeja un ángel por lo rubio y bella;
Ha sido bienvenida, agasajada,
Parece que nació con buena estrella.
Ahora la contemplo entre mis brazos,
Mis brazos ya cansados de abuelita;
No olvido que entre arrullos y entre abrazos
Mecí una cuna, por mi amor bendita.
La cuna de la que hoy
es mi consuelo,
Al sólo amor que me quedo en el mundo;
Hoy paga mis caricias, mi desvelo
Con su filial amor, que es muy profundo...

Web:
http://www.escmena.com