Tragedia en el valle de Bedoya

Primero de Enero de 1920. Recortes de lo que escribió la Prensa provincial y nacional sobre la trágica cacería de osos celebrada en Bedoya hace ya 101 años, donde fallecieron cuatro cazadores. Se pueden apreciar las diferencias que hay en la citada prensa para narrar el triste suceso.

TRES HOMBRES MUERTOS

El Jueves, festividad de Año nuevo, los vecinos del Valle de Bedoya, organizaron una batida al oso, en los montes de dicho Valle, a la que asistieron también varios cazadores de Potes.

Por la tarde y hallándose los cazadores en la parte más alta de la divisoria entre Liébana y Lamasón, se desencadenó un violento temporal de viento y nieve, obligando a los cazadores a regresar al pueblo.

Se notó la ausencia de cuatro ojeadores inspirando algún cuidado, aunque los más optimistas, apoyándose en el conocimiento que del monte tenían los desaparecidos, confiaban en que, en vista del mal cariz del tiempo, hubieran buscado refugio en alguno de los invernales próximos.
 A la mañana siguiente se organizaron los trabajos de exploración en el monte en busca de los desaparecidos, encontrándose al cabo de algunas horas, los cadáveres de dos de los monteros sepultados entre la nieve y más tarde el de otro.

Hasta la tarde de hoy sábado aún no ha parecido el otro montero que falta. Los tres eran jóvenes y fuertes; el que no ha parecido era de más edad y casado.

 Se conoce, por el sitio en que han sido encontrados, que en lugar de dirigirse en busca de los invernales próximos del lado de Lamasón, prefirieron intentar el regreso a sus casas, creyéndose con fuerzas para ello, pero ateridos por el frío intensísimo que hacía, y cegados y ahogados por la fuerte cellisca, les faltaron las fuerzas para poder llegar al fondo del Valle.

En el Valle de Bedoya y en todo el de Cillorigo y en Potes, los ánimos se hallan tristemente impresionados por la terrible desgracia, que ha llevado el luto y el dolor a cuatro infelices hogares, y durante estos días a todas horas se pedían noticias de los desaparecidos con la esperanza de que aún se hubieran encontrado con vida.

El corresponsal.  Potes, 3 de Enero

La Atalaya

Sepultados entre la nieve. Han aparecido tres cadáveres

Un estimado convecino nuestro recibió ayer una carta de Potes en la que se le daba cuenta, pero sin ninguna clase de detalles, por estimar el autor de la misiva de la triste noticia, llegado ya a las redacciones de los periódicos, de una horrible desgracia acaecida en el pueblo de Bedoya en la noche del primero del actual.

Según parece, al menos nosotros eso hemos deducido del texto de la carta que nos fue enseñada, varios vecinos de Liébana, entre los que debe hallarse el Juez de Instrucción del Partido, vienen organizando batidas a los osos, lobos y demás animales dañinos, que han hecho su aparición por aquellas alturas.

Una de esas batidas se dio en el pasado mes de diciembre, y los cazadores levantaron, pero sin conseguir darlas alcance, muy cerca de una docena de fieras de distintas especies.

Para ver si conseguian dar muerte a alguna, convinieron en volver a Bedoya el día 2, adelantándose a los cazadores cuatro expertos monteros.

En efecto, hacia las diez de la noche del dia primero, los monteros situándose en sus puestos respectivos para aguardar allí la hora del alba y ver si conseguían dar con las huellas de los animalitos.

Los cuatro ojeadores, rendidos, sin duda, por el cansancio y sin darse cuenta del peligro que corrían, debieron dejarse vencer por el sueño, y en esta posición sorprendioles una abundatísima nevada, que al despertar los impidió conocer exactamente el sitio en que se hallaban, perdiendose por el monte.

Cuando los cazadores llegaron a Bedoya en las primeras horas de la mañana del día 2, buscaron inutilmente a los monteros, que no parecieron por parte alguna.

Suponiendo, y ya con bastante fundamento, en vista de la inutilidad de sus pesquisas, que en aquellos lugares se hubiera desarrollado un espantoso drama, se comunicaron estas sospechas a las autoridades, disponiéndose los auxilios necesarios para la busca de los cuatro desaparecidos, tres de los cuales se logró encontrar muertos después de no pocas horas de incesantes trabajos.

El otro desaparecido no habia sido hallado aún en el momento en que la carta que ha traido a Santander esta luctuosa narración, era depositada en la Administracian de Correos.

En los centros oficiales, donde acudimos en busca de informes, no se tenía el menos conocimiento de esta triple o cuadruple desgracia, que ha llenado de consternación a los sencillos habitantes del partido judicial de Potes.

El Cantábrico, 1920

La Tragedia de la nieve

Hasta ayer no se han recibido en Santander los nombres de las víctimas de la nevada del día 1 de Enero. Los cadáveres de los cazadores encontrados entre la nieve son el de Nicolás Gutiérrez, de 21 años, natural de San Pedro de Bedoya; el de Luis Prellezo Gutiérrez, de 18 años, natural de Llayo y el de Nicasio Soberón, del mismo pueblo. Este desventurado sólo contaba 15 años.

No ha podido ser hallado el cadáver de Jesús Alonso, de 47 años, vecino del pueblo de Llayo  (Cillorigo). Dos de los cadáveres fueron encontrados a noventa metros del invernal donde se encontraban refugiadas algunas personas que habían tomado parte en la desgraciada cacería.

Por la forma en que fueron encontrados los dos cadáveres, hace suponer que uno de ellos trató de salvar a su compañero, al que debió de conducir a cuestas hasta cerca del refugio, donde no pudieron llegar, pereciendo envueltos entre la ventisca. El lugar de la desgraciada cacería se llama Monte-Poda.

El Cantábrico

Cuatro ojeadores sepultados en la nieve en una batida de lobos

Santander, 5- En el monte del pueblo de Bedoya, perteneciente el Ayuntamiento de Cillorigo del Valle de ¿Cabuérniga?, venían apareciendo estos días grandes manadas de lobos que atemorizaban a los vecinos y causaban considerables destrozos en los ganados.

Para combatir a las tenidas alimañas se organizaron diversas batidas. Una de éstas, compuesta de algunos particulares y del Juez de primera Instancia don Francisco Toreno, fue al monte de Ajoto, del pueblo de Bedoya, precedida de cuatro ojeadores.

Esos fueron sorprendidos por un furioso temporal de viento y de nieve, siendo arrollados, hasta el punto de desaparecer sepultados entre la nieve. Hasta ahora han sido encontrados tres cadáveres, y algunas cuadrillas de vecinos buscan al montero que falta. En el pueblo reina gran consternación.

Correspondencia de España, 1920

Manadas de lobos. Tres cazadores muertos

En el monte del pueblo de Bedoya han aparecido grandes manadas de lobos. Los vecinos atemorizados han organizado algunas batidas. Una de éstas, compuesta por el Juez de Instrucción D. Francisco Torreno y varios particulares, salió a ojear el monte, siendo sorprendidos por un imponente temporal de nieve, que los arrolló y dejó sepultados. Hasta ahora han sido encontrados tres cadáveres.

Una cuadrilla de vecinos se ha organizado para buscar al montero que falta. El pueblo se encuentra consternadísimo.

El Adelanto de Salamanca, 1920

Para las víctimas de la nieve

Se ha procedido en Liébana al reparto entre las familias de los que perecieron sepultados por el temporal de nieve del primero de Enero en Bedoya de las cantidades recaudadas con este objeto por suscripción pública.

La Junta encargada de la recaudación, presidida por el Alcalde de Cillorigo ha hecho la siguiente entrega de donativos: A doña Nicolasa Gutiérrez, madre de Nicolás Gutiérrez, 1301,53 pesetas; a doña Margarita Gutiérrez, madre de Luis Prellezo, igual cantidad; a doña Mauricia San Miguel, madre de Nicasio Soberón, 704,93 y a Emilia Soberón, hermana de ésta víctima 596,46 pesetas, y por último ha entregado a Luisa Rodríguez, esposa de Jesús Alonso, 216,90 pesetas. Para una hija de ésta última víctima, que es menor de edad, se ha impuesto en una cartilla de ahorro 1084,63 pesetas.

El total de las cantidades distribuidas, cuya mayor parte fue enviada por los montañeses en Cuba y la Argentina, fue de 5.206 pesetas.

El Cantábrico, 1920

OTRAS MONTERIAS organizadas en el año 1920.

El día 30 del mes último y en el monte de Llandetular (Llandelestal), término de Bedoya, se dio una cacería de las acostumbradas en éste época.

A dicha cacería asistieron el Marqués de Moratalla, que tuvo la suerte de matar un hermoso oso; don Pablo Morón, don Hermán Rosennow, don Pablo Incera, el Juez de Instrucción de Potes, ya también afamado cazador; don Francisco de P. Navarro, don Lino González, don Ramón Bustillo, don Jesús Fernández, don Ramón González Sebrango, don Tomás Cantero y otros señores de Bedoya.

El montero don Francisco Cuevas se vio en gran peligro, y por acudir en su auxilio no se pudieron cobrar otras fieras heridas, tal como un jabalí, un raposo y un gato montés.

L. de Hoyos
El Cantábrico, 5 de Noviembre de 1920

Más monterías

En compañía de don Herman Rosenó, persona entusiasta de esta región, llegaron de Madrid, a destinar unos días a caza mayor, los distinguidos señores don José y don Benito Bernaldo de Quirós, de ilustre familia asturiana, y don José y don Luis F. Herrero, que una vez entrevistados con los afamados cazadores de esta villa, don Francisco de P. Navarro, don Pablo Incera, don Ramón Bustillo, don Florencio Castelao, los hermanos Villaranes y otros que siento no recordar, unidos a otros cazadores de Espinama y Bedoya, acordaron una montería en el monte de Bedoya, donde el pasado mes cobraron un hermoso oso algunos de los mismos señores.

Los excursionistas se dirigieron el día 30 del pasado, con buenos monteros, donde dieron muerte a un hermoso ejemplar, que según unos fue muerto por don Pablo y según otros por R. González.

No se sabe quién le quitó la vida, porque al animal le hicieron tres disparos y los tres mortales. Lo que sí nos atrevemos a asegurar es que la familia de los úrsidos tiene en estos señores terribles enemigos y que los lebaniegos nos congratulamos de que los visitantes encuentren atractivos que les hagan volver por ésta hermosa región. Mi enhorabuena a todos.

El Cantábrico, 3 de Diciembre de 1920

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