"Bedoya, tierra de vinos"
Desde el S. VIII se documenta el cultivo de la vid en Liébana. El microclima mediterráneo de la comarca favorece su expansión. Y dentro de Liébana, existe un terreno, como es el valle de Bedoya, que fue desde siempre asiento de numerosos viñedos. El valle está comprendido en una zona de abrigo a los vientos del norte, protegido por la Peña de la Ventosa, de poca altitud, con suelos sueltos y bien drenados localizados en pronunciadas pendientes expuestas al sur y donde el cultivo de la vid se mantuvo hasta nuestros días. El vino y las viñas forman parte del ADN del valle. Están arraigados en su cultura, en sus tradiciones y en su historia. Tanto es así que, según sus Ordenanzas, el vino llegó a ser la moneda de cambio. Estamos hablando del siglo XVII. En el año 1772 se declararon en el valle a efectos de pagar impuestos 98.000 litros. Seguro que alguno más habría. A finales del S. XIX y principios del S. XX la expansión de plagas y enfermedades, como el oídio, el mildiu y la filoxera supuso la casi desaparición del cultivo. Pero en Bedoya volvió a entrar “la fiebre” del viñedo y se volvió a plantar todo el Dobro. El coraje, las ganas, el atrevimiento y la necesidad de los sufridos labradores que volvieron a plantar sus viñas, formando de nuevo el pintoresco paisaje que nos muestran los viñedos. Unos viñedos que presentan cepas centenarias, con escasa posibilidad de trabajarlas con medios mecánicos, con una producción reducida y elaboración artesanal. La despoblación del valle, acaecida a partir de los años 60, trajo las correspondientes consecuencias. La escasez de la mano de obra acarreó el abandono de los viñedos, seguramente la labor más costosa para los agricultores. Así, en Bedoya fueron muchas las viñas que quedaron abandonadas a su suerte hasta la primera década del presente siglo, en que se comenzó a recuperar la elaboración del vino. La Administración regional de Cantabria hizo una decidida apuesta por los productos locales de calidad, aportando subvenciones directas a la recuperación de los viñedos. Es así como surgen de nuevo algunos valientes del valle que vuelven a plantar o a recuperar sus viejos viñedos, para sacar unos caldos con mucho cuerpo, de sabor afrutado, con tonalidades rojizas intensas y muy aromáticos. En Bedoya, en el año 2005, se creó una Bodega con la marca Lusía, regentada por el pionero Santiago Dobarganes. Atraídos por la bonanza de sus vinos, acuden de diferentes partes, tanto de Liébana como de diversas partes de España, incluso de Francia, a interesarse por los vinos que se elaboran en Bedoya. Orulisa, Lusía, Beatum, Valle de Bedoya, Philippe, Los Camachos, Picos de Cabariezo, son algunas de las Bodegas que bien compraron o alquilaron viñedos en el valle. Algunos se acogieron a la denominación de “Vino de la tierra de Liébana”, distintivo que se instituyó en el año 2005 por la Consejería de Ganadería, Agricultura y Pesca de Cantabria.
"Beatum", "Lusía" y "Pum de Pumareña" son tres marcas de vino que tienen viñedos propios en el valle y las tres acogidas a la Denominación de "Vino de la tierra de Liébana". En próximas fechas estudiaremos por separado cada una de ellas. |