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Benjamín Soberón Róiz "Cuando llegaba la hora de comer, comíamos hasta las piedras"
Estamos en las fiestas de la Cruz en Potes. Las charangas y las peñas amenizan con sus atuendos y algarabía las calles de la villa. Delante de la Residencia Félix de las Cuevas, sentadas en un banco, hay tres personas presenciando el paso de las charangas a la vez que sostenían una animada charla. Uno de ellos me llamó la atención, me di cuenta que le conocía, así que retrocedí unos metros, traspasé la verja y entré a saludarle. Se trata de Benjamín Soberón. Buenos días Benjamín, ¿cómo te encuentras?, fueron mis primeras palabras. Pues bastante bien, lo peor es ésta pierna que me entorpece bastante, tengo que usar un bastón para poder andar. ¿Podemos charlar un poco sobre tus años mozos? Si, hombre, vamos a sentarnos en ése banco que ahí estamos más tranquilos. ¿Dónde naciste? Nací en San Pedro de Bedoya el 26 de Septiembre de 1927. Fuimos solamente dos hermanos y yo era el más pequeño. ¿Qué pasó ese año en Bedoya para nacer tantos niños? Fue lo nunca visto, ese año nacimos 19 niños en el valle, doce varones y siete hembras. Por desgracia ya vamos quedando pocos. ¿Cuál fue uno de tus primeros recuerdos? Me acuerdo de un lunes de una vecina que se llamaba Rosita Lombraña y había ido al mercado a Potes. Ese día me junté con Fidel Abad y nos dedicábamos a jugar con un tirapiedras. Fidel tenía mucha puntería y había debajo de casa de Rosita un nido de rejines, así que con una piedra le traspasó de lado a lado y le echó abajo. Rosita se enteró y se lo dijo a nuestros padres y me acuerdo que recibí los correspondientes azotes. ¿Llegaban los Reyes Magos por esa época? Sí, sí, me acuerdo que por la noche poníamos la alpargata y algo siempre caía, alguna galleta, o alguna cosuca así. ¿Fuiste mucho a la escuela? En principio te diré que a mi me gustaba poco ir a la escuela. Me solía quejar de las tripas para no ir. Por otra parte los pobres éramos como despreciados por los maestros, no estábamos bien mirados, ya que nuestros padres no les podían dar algo de comida como hacían en otras casas. Otra causa era que también me mandaban de pastor con las ovejas y las cabras. Las solíamos llevar para la "Campera de las Navajas" y no siendo en verano, bajaba por la tarde con ellas a casa, así que, resumiendo, fui poco a la escuela. ¿Te acuerdas de algún maestro? Me acuerdo de Anita que luego se casó en Bedoya y antes que ella estuvo don Pedro Villar, al que llamaban el "Negus", que era de izquierdas, igual que su hijo mayor; los dos eran unos políticos. Me acuerdo que cuando iba el maestro al Ayuntamiento, que lo solía hacer con frecuencia, quedaba en su lugar su hijo y en vez de darnos clase nos dedicábamos a jugar a la guerrilla, así lo llamábamos, en el escobal que estaba encima de la escuela. No nos tirábamos nada unos a otros, ni siquiera piedras, solamente andábamos por allí escondidos. ¿A qué otras cosas jugabais? También jugábamos a la peonza y al "garbancito". Los Domingos, después del rosario, jugábamos al "calvu". Jugaban también con nosotros las chavalas. ¿Se pasaba hambre? Bueno..., tanto como hambre no, pero necesidades de muchas cosas, bastantes. Cuando llegaba la hora de comer, comíamos hasta las piedras, si nos las daban. En mi casa nos salvaba un huerto donde teníamos patatas, berzas, maíz..... Me acuerdo que al recreo de la escuela solíamos ir a las tierras de la "Vega" y comíamos nabos. En aquella época los nabos nos parecía que estaban muy buenos, hoy día no les comeríamos, pero entonces......; en una ocasión nos cogió metidos en su tierra el tíu Federico Soberón y al verle tuvimos que echar a correr. Claro, a correr no nos ganaba, pero nos siguió a Paulino Cuadriello y a mí y nos escondimos en una cuadra de Esanos. El tíu Federico nos vió y entró para allá. Paulino logró escabullirse y escapar pero a mi me pilló, me enganchó por una oreja y me la desgarró. En casa no dije nada porque si lo digo, me dan más. Y ¿qué diversiones teníais ya de jóvenes? Bueno, la principal y la que más nos gustaba era cuando íbamos a coger las natas por las casas. Los Domingos solíamos hacer baile en San Miguel con un tambor. Le tocaba yo, se me daba bastante bien. De vez en cuando me relevaban para que pudiera bailar algo. También jugábamos a los bolos; yo no era malo del todo, era de los regulares. Los que jugaban bien eran Pepín, Federico..... Por los Santos hacíamos magostas en "Arredondo", allí había buenas castañas; las asábamos y luego las comíamos acompañadas del vino que también llevábamos. Cuando nos calentábamos la armábamos buena. A las chavalas no las admitíamos, ni ellas querían ir. ¿No teníais bicicletas? No había ninguna, o muy pocas, yo la tuve ya muy tarde. ¿Tienes alguna anécdota de cuando íbais a natas? Me acuerdo de una vez que fuimos a robarle las natas a los de casa de la Torre. Éramos Metrio Fernández, Tomás Prellezo, su hermano Mariano y yo. Llevábamos una escalera para subir a la ventana donde estaba la cazuela con la leche y se subió a ella Mariano, mientras Metrio tenía por la escalera. A Mariano, al intentar sacar las natas, se le cayeron y fueron a caer en la cara y boca de Metrio que estaba debajo. Éste era muy escrupuloso y soltó la escalera y echó a correr a la vez que vomitaba. Nos reímos mucho. ¿Te tocó ir a los pinos? Sí, me tocó, primero salí a serrar madera a Vizcaya, a Navarra y a Asturias. Fui con uno de Piasca y otro de Buyezo y serrábamos tablón de haya. Luego salí a los pinos y lo que peor llevaba era la comida. Comíamos tocino frito, alubias y habas de esas que se echaban a los burros. Todos los días lo mismo. Para dormir lo hacíamos en algún desván o en los pajares. ¿Te acuerdas del racionamiento? Si que me acuerdo, había que ir a buscarlo a Tama y el pan a Potes; el pan era puro salvao, malísimo, pero lo comíamos, no había más remedio. ¿Y del estraperlo? Sí, normalmente los vecinos salían con un burro a Castilla y se cambiaban las mercancías. Nosotros no teníamos burro, aunque luego ya le tuvimos. Te voy a contar cómo nos hicimos a él. Yo tenía una bicicleta que había comprado en Guipuzcoa y la cambié por un burro. El trato me lo preparó Tomás Gómez Narezo, el herrero de Tama. Así que el burro se fue para Bedoya y la bicicleta para Tama. Pero resulta que al poco tiempo a la bicicleta se le partió el cuadro; la había cogido unas inundaciones allá en Guipuzcoa y la entró agua en el cuadro, por eso se pudrió. El dueño vino luego a darme las quejas, pero ya era tarde. El burro, por el contrario me salió muy bueno. Hice un negocio de primera. También te contaré que en casa vendieron una vaca para poder comprar un saco de trigo. Tanto la vaca como el trigo valieron mil pesetas. ¿A quién destacarías por ser servicial con los demás vecinos? El difunto Eduardo García era muy buena persona y muy servicial. También el tíu Angel Soberón daba algunos jornales a ganar y era muy formal. Ah, y se me olvidaba don Luis Cuevas que quitó mucha hambre en Bedoya y Liébana. ¿Y gente inteligente? El que más y el que menos todos teníamos mucha falta de escuela, pero te diré que Adolfo Álvarez era muy inteligente. ¿Y trabajadores? Lucinio Blanco era incansable, los demás eran trabajadores, pero del montón. También me acuerdo de Pedro Cuevas que era muy trabajador. Me acuerdo de una vez que nos juntamos Salvador García, Fidel Abad, Tomás Prellezo y yo. Era por el tiempo de la desvina y decidimos ir a la bodega de Pedro a probarle el vino. "Queríamos probar el vino", le dijimos. "Ahora voy....." nos respondió. Bajó a la bodega con un candil de esos de aceite y traía en la otra mano un libro que decía era de profecías. Mientras bebíamos el vino, Pedro nos leía aquel libro y Fidel le alumbraba con el candil. Como no era mucha la luz que daba, Fidel le arrimó más el candil a la cara y se le prendió un mechón de pelo. Llevamos un buen susto. ¿Qué opinas de la despoblación de los pueblos? Que hicimos bien en marchar. Yo me casé con 28 años y ya salí de Bedoya. Estuve trabajando en Guipuzcoa en la fábrica de herramientas la Bellota. Solía venir por aquí una vez al año. El que más y el que menos, los que salimos hoy día podemos disfrutar de una jubilación mayor que los que se quedaron. ¿Tienes móvil? No tengo móvil, ni lo quiero. Tuve uno que me había regalado un sobrino, pero no me gustó mucho cómo funcionaba. Quería el operador que les hiciera un contrato no sé de qué manera y no me gustó aquello. ¿Internet? Oí hablar de ello muchas veces, pero no sé lo que es, ni tampoco me interesa mucho. Y hablando de todo un poco, ¿qué tal se está aquí en la Residencia? Muy bien, ingresé el día 3 de Julio del 2.003 y no estoy arrepentido, estoy muy contento. ¿Os tratan bien? De maravilla, comemos muy bien y la limpieza es formidable, casi estoy por decirte que demasiado. ¿Aconsejarías venir a algún vecino de Bedoya? Sí, se lo aconsejaría a cualquiera porque va a estar aquí mejor que en Bedoya. Allí se jubilan y siguen trabajando igual que cuando estaban en activo y eso no debe ser. Nos pagan para descansar de toda una vida de trabajo. ¿Qué tal los compañeros? Tengo buenos compañeros, me llevo bien con todos. Amistad solo tengo con unos pocos, pero ya te digo que compañeros todos. Las charangas y las Peñas seguían con su jolgorio por las calles de Potes y nosotros ponemos punto final a ésta entrevista, dándole a Benjamín las gracias por habernos proporcionado sus vivencias de hace ya muchos años, a la vez que le deseamos un pronto alivio de su pierna. José Angel Cantero |
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