En Bedoya siempre abundaron toda clase de ganados; era, y aún es, una de las principales fuentes de ingresos; lo que sucede es que tanto la escasez, como la alta edad de la población, conlleva que las labores, tanto agrícolas como ganaderas, se van reduciendo a aquellos vecinos que aún reúnen fuerzas para sostener estas ocupaciones. Bien es verdad que estos pocos vecinos ahora pueden reunir tanta cantidad de reses como con anterioridad tenían prácticamente la totalidad de ellos.
Los tiempos van cambiando y lo que era menester para sobrevivir, como la explotación de la ganadería, en la actualidad otros oficios cambiaron las conductas de la población.
El ganado ovino, caprino, porcino, equino y vacuno siempre estuvo presente en los montes del Concejo; aunque en la actualidad apenas se ven ya rebaños de cabras, únicamente en Cobeña. Los cerdos ya no se llevan a comer la grana de bellota y hayuco al monte, cuando no hace aún tantos años eran cientos de ellos los que iban todo el otoño, hasta que los echaba la nieve. Ahora se adquiere uno o dos para la matanza casera y ahí se termina todo. Ovejas hay algo más de suerte y aún se sostienen, pero en rebaños particulares y limitados. Caballos también tienen el privilegio de corretear por nuestro puerto, siendo las vacas las que aún son el principal sustento para varias familias del valle. En la primavera se forma una vecería y se llevan a pastar al puerto de Taruey. Una vez recogida la hierba ya pueden campear por las praderías de Sardanes, Toja, Sierralacal, Dobra, la Sieta… hasta que llega la nieve.
Así como hace años la totalidad de la cabaña de vacuno era toda de raza tudanca, ahora ya apenas subsiste esa raza, reemplazándose por las variedades de pardo-alpina, limusina y asturiana de los valles. Estas razas aventajan a las tudancas en que son mejores productoras de leche y alcanzan más kilos de carne, con lo que se generan mejores terneros, por lo que tienen una cotización más alta. Sin embargo la raza tudanca era ideal cuando se hacían los trabajos agrarios con el apoyo de las vacas, ya que es una clase de animales de gran fortaleza y resistencia.
Censo ganadero en el Concejo de Bedoya perteneciente al año de 1.950. Como se puede comprobar, se distinguía entre el ganado destinado a la labraza y el ganado de solamente pasto, aunque se pagaba igual cantidad de impuestos por ambos.
Censo ganadero en el Concejo de Bedoya perteneciente al año de 1.969. Llama la atención que había que declarar también los metros de canalones que tenía cada uno en su vivienda, así como las bicicletas y los perros.