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MATANZA DE OVEJAS EN SALARZÓN

Estoy seguro que todos conocéis el famoso cuento de Caperucita Roja, donde la pobre Caperucita y su abuelita fueron devoradas por el lobo. Cualquier día nos va a embuchar también a nosotros.

Yo siempre oí que los lobos en este valle de Bedoya campaban por Pasaneu, la Mesa…., alguna vez bajaban hasta el Chozu o a los Llanos de Enebru donde pernoctaban las ovejas, pero nunca oí que lo hicieran a menos de cien metros de las casas del pueblo de Salarzón. ¿Qué lectura tiene esto?. Que pertenecemos a “una tierra de lobos” y como tal, la pasada semana los cánidos se acercaron a una finca de Salarzón donde pastaban un rebaño de ovejas y como el lobo actúa con instinto cruel y sanguinario dio buena cuenta del rebaño matando las reses de forma masiva. Una imagen macabra la que presentaba la finca de Pumarín: sobre la hierba yacían muertas las ovejas, muchas de ellas a medio comer, mientras que otras agonizaban, gravemente heridas.

Pero no fue ésta la única masacre de los lobos, al día siguiente la redada fue en Toja. Aquí solamente mataron una oveja gracias a la intervención del mastín que custodiaba al rebaño.

¿Qué dice a todo esto la Administración? ¿Qué dicen los ecologistas? Y principalmente ¿qué dicen los ganaderos?.

La administración se desentiende de estos problemas y deja el “agua correr”. ¿Debe haber lobos en los montes?. Vamos a decir que sí, que los lobos siempre estuvieron en los puertos del valle y tendrán derecho a ello. Pero ¿en qué cantidad?. Creo que solamente los JUSTOS, ni uno más. Esto va también para los que dicen llamarse ecologistas. Y ese número “justo” ¿quién lo marca?. Tiene que ser la Administración en “comunión” con los ganaderos. Todo con una premisa: si en alguna ocasión el lobo perjudica al ganadero, la Administración debe compensarle con los costes de las pérdidas, juntamente con los perjuicios adyacentes, como puede ser si los animales están a punto de parir, o dando leche, u otra cualquier circunstancia. Y todo esto no esperar a que pase el tiempo, sino que sea de forma instantánea.

El año pasado oí personalmente a un guarda forestal que si el lobo mata en una finca particular, el ganadero no tiene derecho a una indemnización. ¿Cómo puede ser eso?. A ese guarda le insinué que de esa manera, si el lobo puede entrar en mi finca y matarme las ovejas, yo tendría derecho a defenderme matando al lobo si le veía dentro de mi territorio. Me contestó que no, que estaba castigado y que sería sancionado. Yo no lo entiendo y si hay alguien que lo sepa que me lo diga. Lo dicho, pertenecemos a una “Tierra de Lobos” y eso es desesperante.

La cabaña ganadera, la agricultura, los pastos, viñedos se están viendo avasallados por la fauna salvaje. Osos, lobos, jabalís, corzos, venados, buitres, aves y otros animales salvajes campan a sus anchas por las tierras en propiedad o gestionadas por los ganaderos. Sin control alguno, destrozan fincas y cosechas, matan el ganado, contagian enfermedades, y al final el que paga es el eslabón más débil de la cadena: el ganadero. Las indemnizaciones no llegan o llegan muy tarde. Asaja Cantabria, la Asociación de Jóvenes Agricultores y Ganaderos, expresó el descontento generalizado del sector ganadero con el actual procedimiento para cobrar las indemnizaciones por daños de la fauna silvestre al ganado, donde se incluyen las muertes ocasionadas por el lobo. Los ganaderos afectados tardan de media unos cuatro años en cobrar sus indemnizaciones.

Ante estos casos ¿dónde está la Administración?, ¿dónde los ecologistas?. Es muy fácil especular con opiniones, pero si alguien les toca el bolsillo a alguno de éstos últimos, quizá sería otro el cantar. Soy de la opinión que la superpoblación existente de lobos en los montes lebaniegos es una consecuencia lógica de la sobreprotección que envuelve a este animal. La situación se vuelve insostenible para muchas familias que ven diezmada su cabaña ganadera.

Soluciones las tiene que haber, y de hecho las hay y no es difícil conseguirlas: la primera solución el control de los animales salvajes, y la segunda las ayudas e indemnizaciones justas y rápidas a los perjudicados. Primero las personas, luego los animales, nunca al revés.

Con este panorama, no me extrañaría que aparezcan cazadores furtivos, lazos, etc., etc. Aunque parezca antagónico, la Administración con sus métodos los respalda. Pero aquí topamos con el problema: estamos en “Tierra de lobos".

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