Cecilio Cuevas Cuevas "Soñaba con las vacas tudancas, llegué a darles vino para que lucharan mejor" Me encuentro en Pumareña en casa de Cecilio Cuevas. Es el mes de Noviembre y la nieve ya asomó días atrás en la Peña de las Segás. Nos sentamos los dos en la mesa de la cocina y allí, al lado de la chimenea, estuvimos acompañados de una jarra de vino de su propia cosecha. Su cata propició el inicio de la conversación. Tienes buen vino.... No está malo, esto es del año pasado. Lo de éste año, hasta el mes de Enero o Febrero, no lo echaremos a mano. Creo que tu no naciste en Pumareña. No, me contesta, yo nací en San Pedro en el año 1.931. ¿Cual es el primer recuerdo que conservas de tu niñez? Me acuerdo que un día fui a la cuadra de las vacas donde teníamos amarrada también una burra con una burruca pequeña. La pequeña la teníamos suelta y esa noche se soltó una vaca, corneó a la burra pequeña, la metió de cabeza en un pesebre y allí se ahogó. No se me olvida. Fuiste mucho a la escuela? Empecé con seis años, más o menos, el maestro se llamaba D. Andrés y se quedaba en casa de los de la Torre. Me acuerdo de otro que se quedaba de pensión donde Lucio Cuevas. También se solían quedar donde Nicasia Róiz. Qué tal se te daba estudiar? Mal, yo no era de los más espabilados. Los que más destacaban era Santiago Dobarganes que alguna vez me ayudaba en los deberes, otros que también sobresalían eran Pepín, Sidro Fernández, que para las cuentas era también muy fino, y Duardo el de Timio. A mi la escuela no me gustaba nada, cuando no iba me daba un gusto....., quería más ir de pastor con las vacas. Me acuerdo que los chavales a veces en el recreo salíamos a las tierras de la Vega y comíamos nabos. A mi no me gustaban, pero como los comían los demás....... A qué jugabais? Al "garbancito". Cómo era ese juego? Se juntaban dos grupos de cuatro normalmente, unos se agachaban metiendo la cabeza entre las piernas del que estaba delante y los otros cuatro tenían que saltar sobre ellos y quedarse sobre sus espaldas. El primero que saltaba tenía que dar un buen salto para dejar sitio a los otros tres. Cada vez que el saltador iniciaba el salto tenía que decir: "Garbancito...." y el que estaba agachado respondía "Aba", entonces a la vez que cogía carrera para el salto decía: "Monto encima de mi borriquito en pava". Cuando estaban los cuatro sobre los lomos de sus "borrriquitos" uno de ellos decía: "Pico, zorro o zaina" haciendo un gesto con la mano que los que estaban agachados no podían ver. El pico se escenificaba con un dedo estirado hacia arriba. El zorro con el puño cerrado y la zaina con la mano abierta. Si el que estaba debajo acertaba se cambiaban las posiciones, pasando los saltadores a hacer de borriquitos. Algún juego más? Si, cuando íbamos de pastores con los chones al rebusque de las tierras de trigo, jugábamos a la "chona", se hacía un hoyo en la tierra y con un taco de madera y los demás con un palo más largo había que meter el taco en el hoyo. Ahora veo a veces jugar en la tele al golf y se parece en algunas cosas. También jugábamos a la "mula" y a los "guardias y pasiegos". A los muchachos, éste último juego, nos gustaba mucho porque a veces también jugaban las muchachas y como nos teníamos que esconder unos de otros, a veces entrábamos en los pajares y aunque no se hacía nada malo......, ya sabes. Cómo era ese juego de los guardias y pasiegos? Normalmente jugábamos seis contra seis, unos se tenían que esconder y los otros a buscarlos, teniendo siempre un sitio concreto donde había que llegar para salvarse. Al que descubrían tenían que llegar a ese sitio y decir: "Levanto la maya por fulano.", de esa manera iban cayendo los ladrones. Pero si algún ladrón llegaba al punto fijado antes que los guardias entonces decía: "Levanto la maya por mí y por todos mis compañeros" volviendose a esconder de nuevo todos los ladrones. En este juego era mejor ser ladrón que guardia. Las muchachas normalmente jugaban a la comba. Y el juego de la mula? Mira, se jugaba entre unos cuantos. Uno tenía que agacharse y los demás tenían que saltar encima de él, pero cada uno tenía que decir y hacer algo diferente. Lo que pasa es que ya no me acuerdo de todo, pero te diré lo que se. El primero que saltaba decía: "A la una salta la mula". El segundo: "a las dos el coscós" (y tenía que darle al que estaba debajo un coscorrón en la cabeza a la vez que saltaba). "A las tres, Juan, María y Andrés". "A las cuatro, el mayor salto" (saltando sin tocar al que estaba debajo). "A las cinco, el mayor brinco" (tenía que hacer un salto todo lo más largo que pudiera). "A la sexta, te mamas ésta" (y le tenía que dar con el trasero en la espalda del agachado). "A las siete, merendete". "A las ocho, un bizcocho". "A las nueve, coge la bota y bebe" (tenía que hacer ademán de beber en alto). "A las diez, otra vez". "A las once, llama el conde". "A las doce, le responde". "A las trece, ya amanece". "A las catorce, ya es de día". "A las quince, llama María". "A las dieciseis, los mis bueys". "A las diecisiete el expolique, se te pica que te pique" (tenía que darle con el talón en el trasero a la vez que saltaba). Ya no me acuerdo de más. Pero si alguno se confundía y no decía la frase que le correspondía o no ejecutaba la acción correspondiente, entonces se tenía que poner de "mula", es decir agachado. Alguna cosa más de la niñez? Pues...., que fui muchos años monaguillo. Tenía un tío que era cura y tenía que ir todos los días a ayudar a misa. A veces yo corría demasiado y comía las palabras en latín y mi tío me obligaba a repetirlas de nuevo. Estuve de monaguillo con Tolinín Bustamente, con Sidro Fernández, con Santiago Dobarganes. El cura nos daba una perra gorda. Cuando tenía trece años me mandaron a estudiar a Reinosa, al colegio de San José. Allí tenía viviendo otro tío y me quedaba en su casa. Me hinché a llorar. Me acuerdo de la calle donde vivía: la calle Sanjurjo, no se me olvida. Yo me acordaba de mi pueblo, de San Pedro. Me pagaba los estudios el tío cura y después de Reinosa me quería llevar a Comillas, pero yo no estaba por la labor y eso a él no le gustó mucho. Esa etapa de Reinosa fue una pesadilla para mi. Al principio saqué buenas notas, incluso llegaron a darme una matrícula de honor en un examen sobre las provincias españolas. Pero al siguiente ya me quedé atrás, los quebrados no me entraban. Estuviste allí mucho tiempo? Qué va....., estuve desde Septiembre hasta Navidad, tres meses, no aguanté más. Allí no tenía amigos, estaba siempre solo, mucho lloré. Todavía tengo por casa el maletín que usaba en el colegio y cada vez que le veo...... Cuando vine por Navidad ya no fueron capaces de volverme a Reinosa, lo mío eran las vacas. Las vacas? Si, lo primero que hice al volver a casa fue entrar a la cuadra a verlas y subir al pajar para ver la hierba que tenían aún para pasar el invierno. Yo soñaba con ellas y no creas que me gustaban todas, me gustaban las mías porque me parecían las mas elegantes, las más fuertes, las más guapas. Eran vacas tudancas. Alguna anécdota con ellas? Mira, a la primavera, que es cuando están más fuertes y más bravas las vacas, los Domingos después de misa las echábamos a beber al cocino y yo procuraba soltarlas coincidiendo a la vez con cualquier otro vecino. Claro, las vacas lo primero que hacían al encontrarse con otras vacas era luchar unas contra otras a ver cuál de ellas era la campeona, como a nosotros nos gustaba decir. En casa siempre tuvimos unas vacas que luchaban muy bien y nunca me dejaron mal. ¿Qué quieres decir que nunca te dejaron mal? Pues que nadie las ganaba luchando. Mira tuvimos una vaca que nunca se me olvidará. Se llamaba la "Cereza" y no había vaca en todo el valle que la pudiera meter mano. Era muy brava. Eso a mi me llenaba; mira, a veces llegué a darla un par de botellas de vino antes de luchar, dicen que les da fuerza y yo estoy convencido que es así. Me acuerdo también que teníamos una burra que corría mucho, tampoco había burros que la ganasen a correr. Yo la daba pienso, sin que se enterara mi padre, para que estuviera fuerte. A mi esas cosas me gustaban mucho. Los animales que había en casa tenían que ser los mejores y eso a mí me enorgullecía ante los demás muchachos y me jactaba de ello. Otra de tus pasiones fue y sigue siendo la caza..... Sí, me apasiona desde críu. De aquella hacía falta la carne en casa, no es como ahora. Iba a esquilos, jayos, miruellos..... y después con el tiempo Celso Soberón me cebó a los jabalís. Me acuerdo que en una ocasión estaba con Tino el de Cobeña en la "Pizarrera", por encima de la "Cabanilla" y yo llevaba la escopeta de mi abuelo. No teníamos para comprar cartuchos y en vez de perdigones la metí yeros. Me salió un jayu y le disparé, pero en vez de salir plomos por el cañón, salió una llamarada. Me asusté mucho. Tiré la escopeta y salí corriendo. Y de los jabalís? Te voy a contar el primer jabalí que maté. Estaba segando con mi padre en Toja. Yo tenía la escopeta guardada en el invernal de la "Cabanilla" escondida entre la hierba, porque mi padre siempre decía que no la quería ver ni en pintura, que la escopeta era cosa de zánganos. Bueno, ya nos ibamos para casa al atardecer cuando vi un jabalí hozando a la cabecera de los prados de "Sotoja". Fui corriendo a por la escopeta y volví donde el animal que aún seguía con su trabajo. Me fui acercando poco a poco, a la vez que temblaba como una hoja. Le pegué un tiro y echó a correr monte arriba. Me acerqué y ví que iba dejando un rastro de sangre en las hojas de las hayas. Le fui siguiendo (ya era casi de noche) y le oí. Me quedaba otro cartucho. El jabalí estaba arrimado a un haya. Le tiré otro tiro y creo que no le di, estaba muy nervioso. Busqué un trancu y le dí en la cabeza, echó a rodar y cayó donde la fuente de "Sotoja". De medio atrás no se movía, debía de tener el espinazu rotu. Morrilu va y morrillu viene, pero el jabalí seguía sentado hasta que con un estacu le acerté en la cabeza y le atontecí. Le bajé a cuestas hasta "Puente Bau" y no podía con él, así que le escondí entre unos avellanos y bajé hasta San Pedro a pedir ayuda a Metrio que cogió el burro y los cuévanos y de esa manera le logré bajar a casa. Te acuerdas algo de la guerra civil? Yo era un críu, me acuerdo más de las consecuencias. Te voy a contar dos casos que me ocurrieron. El primero, era yo muy joven, tendría unos 12 años. Iba por las noches a Esanos, a casa de mi tío cura que me daba clases y una noche, por cierto muy oscura, tenía que cruzar un camino. Yo sabía que por la parte de abajo de dicho camino tenía mucha agua retenida, así que me arrimé a la pared de arriba y palpando me encuentro con un cuerpo humano. El susto fue muy grande, pero yo ni pío, a continuación otro y otro, en total tres. Yo nada les dije ni nada me dijeron ellos, pero salí de allí echando chispas. Sospecho que fueran maquis. Y el otro? Bueno, del otro ya sabes tu algo, resulta que teníamos las vacas en Llandelestal y una tarde se encontró mi padre con Francisco Bedoya, que era uno de los del monte. Hacía unos días que habían matado a su compañero Juanín y Bedoya trataba de huir de Liébana para la zona de Lamasón. Mi padre dio parte a la guardia civil del encuentro y al día siguiente los guardias emprendieron una marcha hasta el invernal llevándome a mi para enseñarles el camino. Al llegar al invernal, me mandaron entrar a mi, mientras ellos esperaban escondidos fuera. Pasé mucho miedo, empecé a hablar con las vacas en alto, para que si estaba allí Bedoya me pudiera oir, pero lo peor era cuando tuve que asomarme al pajar. Me iba el corazón a tope cuando asomé la cabeza, menos mal que Bedoya no estaba. Cambiando de tema, a qué jugabais los jóvenes? Los Domingos jugábamos a los bolos. Yo jugaba bastante bien al pulgar, tenía mucho pulso, pero a la mano ya bajaba bastante. Los que jugaban bien eran Ico Cuevas, Delfín Gaipo, Federico García, Pepín Cabiedes, los hermanos Soberón, aunque estos ya eran de otra categoría. Algunos Domingos solía haber baile en San Miguel y en la Nogalera en Esanos. Siempre te dedicaste a la ganadería? Bueno, aquí en casa había de todo, un poco de labranza, otro de ganadería. Yo cuando tenía 41 años tuve la oportunidad de entrar como Guarda de Caza y así estuve hasta que me jubilé. De todas las personas que conociste, a quien destacarías por su inteligencia? Yo destacaría a Angel Soberón (padre), a su hija Esperanza, a Tomás Cantero, a su sobrino Gerardo, a Máxima García...... Y por personas humanitarias? A Mariano Dobarganes, a Primo Cuevas que dio mucho dinero por Bedoya pero sin publicidad. Yo lo se porque era mi padre el encargado de repartirlo. También quiero destacar al tíu Mariano Cuevas, el de la Torre, todo aquel que iba a su puerta a pedir, siempre había algo para él. Lo solía hacer sin que se enterara su mujer, la tía Sabina. El tíu Federico Soberón también dio de comer a mucha gente. Personas que hayan destacado por su trabajo? Yo pondría a Lucinio Blanco, a Victoriano Cantero, a Miguel Gómez, el de la Portilla, a Pedro Cuevas que murió con el azado encima, vamos .... que hasta última hora se le vio con el azado en la viña. Y por su fuerza? A Ciprianón que era de Salarzón, hermano de Sebio Soberón, y al hijo de éste, Tasio. Cómo ves el futuro, qué opinas de la juventud? La juventud está muy bien, viven con dinero. A mi me tocó vivir unos tiempos que teníamos todo el trabajo del mundo, pero sin dinero. Y de la despoblación de la zona rural? Es una pena, me acuerdo cuando en San Pedro íbamos a pedir los aguinaldos y nos juntábamos más de veinte mozos, que me atrevo a decir que ahora no tiene esos habitantes. Y de las tecnologías modernas..., por ejemplo ¿qué me dices de los móviles? No tengo ni idea, ni los quiero. Internet? Eso lo veo muy bien. Yo lo estuve viendo en casa de mi hija y dependiendo para el uso que se le quiera dar, me parece una cosa muy buena para poder enterarse de las cosas. Así acabó esta larga entrevista. Me despido de Cecilio que mañana tiene que madrugar ya que tiene una cacería y quiere estar descansado para la ocasión. José Angel Cantero |
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