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Juan José Vega Pérez "Cheles" "Al salir de la escuela, casi todos nos matriculábamos en la Facultad de Ingenieros de Montes"
En una soleada mañana del mes de Agosto me tropiezo con Cheles que regresa a su casa con la máquina sulfatadora a cuestas. Su rostro, jadeante y sudoroso, delata lo duro del trabajo que tienen que soportar los viticultores para poder sacar adelante la cosecha de uvas. Hola Cheles, ¿vienes de las viñas? Si, vengo de sulfatarlas. Creo que esta será ya la última mano que les doy. Este año al parecer hay muchas uvas.... Si te digo la verdad yo no recuerdo otro año como este. Hay muchas uvas y bastante sanas, aunque yo estoy notando que se me están perdiendo algunas, pero de todos modos ya te digo que hay muchas. Además este año la vendimia viene bastante adelantada. Seguro que para San Miguel ya se vendimió. ¿Las atiendes mucho? Como sabes yo vivo en Santander, pero desde primeros del mes de Mayo vengo cada quince días para sulfatarlas. Si no las cuidas, no sacas nada. Te estoy llamando Cheles, pero muchas personas no sabrán cómo te llamas, así que dínos tu nombre.... Me llamo Juan José Vega Pérez. Y eso de Cheles, ¿a qué se debe? Mira, por aquí, por Liébana a los que tenemos el nombre de José, nos suelen llamar de diversas maneras, desde Pepe a Ché, a Cheles o Chelines. ¿Dónde naciste? Yo nací en Esanos, en la Nogalera, el día 8 de Agosto de 1.942. Luego fui a vivir a San Pedro, a la casa que está junto a la fuente, que era de mi tía Lupe Vega, y cuando tenía 5 años ya bajamos a vivir a Pumareña. ¿Qué recuerdos tienes de pequeño? Me acuerdo de cuando vivía en Esanos (tendría dos o tres años) y al lado de nuestra casa vivía Pedro Fernández. Me recuerdo que un día se dispuso a matar una cabra y cuando la metió el cuchillo empezó a berrar de tal manera que yo, todo asustado, eché a correr y me escondí en la casa rectoral. En otra ocasión me acuerdo de cuando venían los de Abastos a registrar las casas para controlar el vino que había. Ese día mi padre nos retiraba de casa. No quería que estuviéramos delante de ellos por si "cantábamos". Mi padre solía esconder una carral debajo de los coloños de hoja que teníamos para el ganado. Y siendo ya un mozalbete me acuerdo que en mi casa, como en casi todas las del pueblo, se rezaba el rosario todas las noches. Yo tendría 8 ó 10 años. Mi padre estaba sentado en una silla en la cocina con la boina apoyada en la rodilla. Nosotros éramos pequeños y estábamos más pendientes de un gato que teníamos que de rezar. Mi padre nos miraba de reojo, muy serio, y en una de esas se me ocurre coger la boina de las rodillas de mi padre y se la puse al gato por encima. Como era pequeño, solo se veía la boina dando vueltas por toda la cocina y me padre al verlo empezó también a reir y allí se acabó el rosario, acabamos todos muertos de risa. ¿Llegaban los Reyes Magos? Sí, todos los años llegaban, siempre traían algo. De lo que más me acuerdo es que un año me trajeron una sinfonía (filarmónica) y me hizo mucha ilusión sobre todo porque mi padre también la tenía y por cierto la tocaba bastante bien. ¿Fuiste a la escuela? Sí, si, mira había un maestro que a los niños no nos quería hasta que cumplíamos los seis años, así que mis padres hablaron con la maestra y fui con las niñas desde los tres hasta los seis que pasé ya con los críos. En la misma situación mía estaban otros niños, como Nandi, José Manuel, el hijo de Pepe el de la línea. Hay fotos que lo testifican. ¿Te acuerdas del nombre de algún maestro? Me acuerdo de uno que se llamaba don Antonio y nos pegaba mucho. También estuvo Miguelito Caviedes, que era de Potes y otro que le llamábamos el loco, no me acuerdo de su nombre. Pero del que más me acuerdo fue de don César García. A mí ya me pilló de algo mayor y fue un gran maestro. ¿Perdiste de ir a la escuela? Pues no, no perdí de ir a la escuela. Nosotros no teníamos animales en casa, nada más que unas ovejas y ya te digo que no perdí de asistir a la escuela. ¿Se pasaba hambre en Bedoya? Nosotros no pasábamos hambre; mi padre era cantero y nunca le faltó un sueldo, aunque reconozco que algunos sí que lo pasaron mal. ¿A qué jugabais? Jugábamos al escondite, a la chona, al calvu y sobre todo a los bolos. Yo de crio me hinché a pinar bolos. Lo hacía con mi primo Luisín. Me acuerdo que pinamos en Trillayo para el Zurdo de Bielva. En la bolera de San Miguel también lo hicimos para Ramiro, Escalante, Salas, Cabello...... Tu también destacaste como jugador...... Yo empecé a jugar a los bolos de pequeñín. Como no teníamos juego de bolos, empezamos con botes que suplían a los bolos y cogíamos piedras redondas del río que hacían de bolas. Con ellos jugábamos en la bolera cuando no jugaban los mayores. Pero como la bolera estaba muchas veces ocupada, entre todos los mozalbetes hicimos una boleruca en el campu de San Miguel. Formamos una sociedad y entre todos los chavales la hicimos. Cuando ya éramos un poco mozalbetes jugábamos una limonada, o una gaseosa, o algo parecido. Pero cuéntanos tu etapa como jugador..... La verdad que no se me daba mal, pero no era tan bueno como mi hermano Ismael. Este tenía más potencia y llegaba las bolas mucho mejor. Yo llegué a jugar en segunda y en tercera categoría durante bastantes años. Quedé campeón del torneo de Bares en Santander con el bar Herme, de Marino el de Trillayo. ¿Alguna diversión más? Te diré que aparte de los bolos, también íbamos a las romerías de los pueblos cercanos, a Colio, a Turieno, a Cambarco por citar a algunos pueblos. La mayoría de las veces íbamos andando y en otras en bicicleta. Y también jugábamos algo al futbol. Jugábamos en el prau de la Tejera que era de Nando. ¿Quiénes jugabais? Pues todos, por citar a algunos, pon a Victor, a Lipe, a José Antonio, Toño el de la Portilla, mi hermano Mael...., en fin todos los chavales. ¿Alguna cosa más? A mi me gustaba mucho ir a pescar truchas al río, las pescábamos a mano y yo era bastante fino, es decir que se me daba bastante bien. Me acuerdo de una vez que fuimos Víctor, mi primo Berto el de San Pedro y yo a truchas y empezamos por San Pedro hasta Puentevau. Normalmente descastábamos los pozos, es decir, como bajaba poco agua les dejábamos prácticamente secos y aprovechábamos para coger las truchas. Cuando no hacíamos eso, teníamos que buscar las truchas en las cuevas, debajo de las piedras. Bueno, ese día resulta que cuando llegamos a Puentevau teníamos una buena cantidad de truchas. Las que cogíamos las íbamos metiendo en un picayu, enganchadas por las agallas, para que no se nos escaparan. Entonces Víctor, que era el mayor, nos dijo a mi primo y a mi que tenía prisa y que se llevaba el picayu con las truchas, que nosotros siguiéramos hasta Jayumenudu y que ya cogeríamos más. Solamente cogimos una y además bastante pequeña. Como tenía que dar explicaciones en casa, le ofrecí a mi primo una peseta por la trucha, así que esa fue mi jornada truchera. Cuéntame algo de Victor..... Víctor García era un chaval muy gracioso, siempre estaba de buen humor y siempre la estaba armando; estaba metido en todos los fregaos pero siempre salía airoso de todos. Me acuerdo que en la escuela todas las mesas tenían una inscripción suya. Estaba tallado a navaja y ponía: "Victor García, 1.951" . Era el año que salió de la escuela. ¿A dónde ibais una vez terminada la escuela? La mayoría de los chavales, cuando salimos de la escuela, nos matriculábamos en la Facultad de Ingenieros de Montes para plantar y cortar pinos; allí "estudiamos" casi todos. ¿Cómo era esa vida? Muy dura, teníamos que dormir en chozas preparadas por nosotros. Trabajábamos de sol a sol y la comida siempre la misma. Por la mañana las chulas (tocino blanco). Para comer alubias con tocino y para cenar patatas. Eso sí, la bota de vino no nos faltaba. ¿Estuviste muchos años? Gracias a Dios no. Dejé esa vida antes de ir a la mili. El Servicio militar le hice en Santander, en Rostrío, en el polvorín que estaba junto a la Virgen del Mar. Cuando me licencié pronto me eché novia y empecé a trabajar en la construcción. Después pasé a la Marga, una fábrica de puertas y madera y cuando cumplí los 25 años entré a trabajar en la Stándar Eléctrica, en Maliaño. Me prejubile sin cumplir los 50 años y ahora vivo en Santander, pero me gusta más Pumareña. Te prejubilaste de muy joven, ¿a qué te dedicaste luego? Desde siempre me gustó mucho andar en bicicleta, y todavía es el día que hoy que sigo en ello. Mira, la primera bicicleta que hubo en casa la compró mi hermano en Torrelavega a un marranero que venía por aquí a comprar chones con una isocarro. Estábamos locos de contenta con ella. Tenía el manillar vuelto, como las de carrera, pero sin cambio, claro. Ahora tengo una bicicleta buena, me la prepara el exciclista Gonzalo Aja que destacó como un gran escalador en el Tour de Francia. ¿Participaste en alguna carrera? Sí, pero en la categoría de veteranos. Una vez fuimos a correr a Reinosa y el equipo que organizaba la carrera se ponían todos delante del pelotón y no querían que nadie les superara. Cuando faltaban unos 5 kilómetros dijeron que el que más pudiera que tirara, pero seguían taponando y no dejaban pasar a nadie. Ya en el casco de Reinosa salté yo a la acera y me puse por delante ganando la carrera. Lo bueno vino después, yo creí que me pegaban. Me salvó que mi mujer es de Reinosa, que si no me pegan. Les tuve que explicar detalladamente de dónde era mi mujer y del nombre de sus familiares; de esda manera se calmaron, pero sí que tuve miedo. ¿Qué personas de Bedoya crees oportuno destacar por su benevolencia? A Eduardo García, a Federico Soberón, mi tía Lupe, Sabina Soberón, Dolores Gómez, por citar a algunos, todos fueron buena gente. Pon también a Celsa. ¿Inteligentes? Gerardo Cantero, Cástor Gutiérrez..... ¿Y trabajadores? De eso estaba bien todo el mundo pues todos nuestros antepasados era lo único que sabían hacer: trabajar. Pero entre todos ellos, está mal decirlo, pero mi padre (Juan Vega) estaba entre ellos. Se levantada sin amanecer y con la luna iba a cavar las viñas para luego ir a ganarse el jornal. Otros que destacaron fueron Sebio Cantero, Pepe Caviedes, Prudencio Martínez, su hermana Celestina, Manuel Cuevas...... ¿Y personas con mucha fuerza? Siempre oí hablar mucho del tío Narezo. Mi padre también tenía mucha fuerza, levantaba las piedras del río como si fueran plumas. ¿Qué piensas de la despoblación que sufrió el valle? Es lógico que la gente se marchara. Aquí no había para todos y tuvimos que salir fuera. De esta manera nos despedimos de Cheles, deseándole que logre una buena cosecha de uvas y que podamos disfrutar todos de un buen caldo...... Eso está hecho......, nos dice sonriendo. José Angel Cantero |
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