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Fidela Vega Posada "Ahora me río cuando dicen que los críos no pueden trabajar"
Hacía mucho tiempo que no veía a Fidela y en uno de mis paseos por el pueblo de Trillayo, la vi asomada por la ventana de su casa sacudiendo la bayeta del polvo. "Buenos días, Fidela, ¿no me conoce?", la dije cuando la tuve cerca. "Pues no, ¿acaso eres hijo de Maura?" me responde. "Casi, casi acierta, soy sobrino; yo soy hijo de Matilde", la respondí. Así empezó nuestra conversación y cuando la dije que si quería contarme algo de cuando era pequeña, no me puso ninguna objeción. Su nombre completo es Fidela Vega Posada y una vez hecha la invitación, con un gran remango por su parte sacó un par de sillas hasta el porche de la casa y allí, resguardados del sol, proseguimos nuestra charla. ¿Dónde nació? Yo no nací en Bedoya, lo hice en otro pueblo lebaniego, en Frama, el día 15 de Agosto de 1.919. Yo era el cuarto de los cinco hermanos que fuimos. Mi madre había nacido en Trillayo pero al casarse se fue a vivir a Frama. En Trillayo vivían mis abuelos que se llamaban Florentino Posada y Manuela Rodríguez. Entonces ¿cuándo se vino a vivir a Trillayo? Cuando tenía unos siete años me trajo mi madre aquí con mi abuelo y con mis tíos Higinio y Cándida. Mi abuela ya no vivía, yo no la conocí. Me acuerdo que me decía mi madre que aquí no tendría que hacer nada más que atizar la lumbre y de vez en cuando soplar con el fuelle para avivar el fuego. Yo venía muy contenta porque en Frama tenía que cuidar de otro hermano recién nacido que era siete años más pequeño que yo y como en Trillayo no tenía nada más que soplar la lumbre con el fuelle...., ya te digo que vine muy contenta. ¿Qué recuerdos tiene de pequeña? De pequeña tuve pocos recuerdos agradables. Mira, en Frama no me mandaron a la escuela, empecé en Trillayo. Me acuerdo que la maestra me mandaba a mitad de la mañana que viniera hasta casa para atizar la lumbre. Puede parecer que se había puesto en contacto con mi madre, te lo digo por lo de atizar la lumbre. Pero ahora era de verdad y por necesidad. Ya te dije que en casa estaba también una tía, pero yo estuve con ella dos años hasta que murió y siempre la conocí en la cama, así que era yo la encargada de hacer la comida. ¿Qué tal en la escuela? Bien, la teníamos aquí al lado de casa. Teníamos una maestra que se llamaba doña Perfecta y después de morir mi tía, me acuerdo que la maestra venía algunas veces a casa y me decía cómo tenía que poner las patatas. Tenían que llevar ajo, laurel y perejil para que supieran a carne, pero de carne nada de nada. Me enseñó también a coser más que de cuentas. ¿Llegaban los Reyes Magos a Trillayo? Sí venían pero te voy a contar algo que me sucedió el primer año de venir a Trillayo. Me acuerdo que Juan Manuel y su hermana Socorro, que eran también unos niños, me dijeron que había que cepillar bien las zapatillas para que los Reyes me dejaran muchas cosas. Así lo hice, las cepillé todo lo que pude y al otro día no me dejaron nada. Me llevé una gran desilusión. Cuando íbamos a Misa me preguntó una vecina llamada Juanita Gutiérrez si me habían traído algo y la dije que nada. "No te preocupes, que como en tu casa hace ya mucho tiempo que no hay niños, los Reyes no se dieron cuenta. Ya verás cuando venga el tíu Mino Cuevas (era el cartero) con el correo, cómo hay algo para ti", me dijo . Dicho y hecho, al mediodía apareció el tíu Mino con un paquete muy grande que contenía una muñeca y unos vestidos. Me llevé una gran alegría. Todo fue por mediación de Juanita que era una vecina muy atenta. Por el contrario, mi tío y mi abuelo no se ocuparon para nada de los Reyes. ¿La quitaban de ir a la escuela? Generalmente no me quitaban de ir, solamente salía, como te dije, para atender la comida. Doña Perfecta fue una buena maestra, estuvo aquí en Trillayo veinte años. ¿A qué jugaban de niños? Jugábamos a la comba, al aeroplano que había que marcar unos cuadros en el suelo y había que saltar por ellos. También se jugaba al "calvu". Te diré también que yo jugaba poco, tenía que hacer otras cosas y no me dejaban salir a enredar. Mira, con doce años ya amasaba yo el pan. Como no alcanzaba a la boca del horno, tenía que poner un tajo para elevarme. Ahora me río yo cuando dicen eso de que los críos no pueden trabajar..... ¿Qué diversiones tenían de jóvenes? Teníamos muy pocas. Los Domingos íbamos al rosario y si nos dejaban libre, entonces íbamos de paseo y si no, nos mandaban con las vacas. Algunas veces yo iba con María Jesús hasta San Miguel. Allí había baile con una pandereta y un tambor que solía tocar Martín Pérez. En San Miguel había mucha juventud, unos jugando a los bolos y otros al lado, en el camino, bailando. Pero cuando íbamos allí, teníamos que volver a casa con sol para poner la cena. No había más diversiones. A romerías no nos dejaban ir, solamente me acuerdo de ir una vez a San Bartolo a Frama a casa de mis padres, mi tío no me dejaba ni siquiera ir ni a Tama. Un año el día de la Romería de Tama fui con Beatriz Cuevas a coger té al "Portillo Bodia", cerca de Cobeña. Ahí sí que me dejaba ir mi tío. Un año, todavía era una cría, en vez de ir a la escuela, me escapé con María Jesús Soberón a la romería de Castro que es el día de San Vicente. No había nada y como teníamos que volver para la hora de salida de la escuela, la visita fue muy corta. Pero al volver nos vio en "Casajo" una vecina que se lo dijo a mi tío y me dio una buena paliza. María Jesús fue siempre y lo sigue siendo una gran amiga mía, también lo fueron Amparo Cantero y Maura Cuevas. ¿Alguna cosa más? Si, te voy a contar que cuando íbamos con las vacas llevábamos libros para leer. Los comprábamos en Potes. A mí me gustó siempre leer mucho, siempre tenía que llevar un libro para entretenerme. Una de mis preferidas fue Corín Tellado. Me acuerdo que alquilábamos las novelas en Potes y las íbamos cambiando, de ese modo las podíamos leer todo el pueblo. ¿Se pasaba hambre en aquellos años? No se pasaba hambre. Había patatas, leche....; el que más y el que menos tenía comida, se sembraba mucho. Se acordará bastante de la guerra civil.. Sí, sobre todo que pasamos mucho miedo. Me acuerdo que teníamos que entregar el trigo en casa de los Brices en Potes y nos daban un vale como que entregábamos alubias, pero era trigo. Si nos daba tiempo escondíamos algo para no tener que entregarlo todo. También nos hicieron bajar las vacas de todo el Concejo a Castro y sólo nos dejaban la pareja, las demás nos las llevaban. Hasta los colchones teníamos que entregar para llevarlos al frente. Si podíamos, también los escondíamos. Mientras estuvieron por aquí los rojos, lo pasamos muy mal. Cuando entraron los nacionales, que fue el día 2 de Septiembre del 37, entraron por el "Puertu de Pasaneu" y me acuerdo que los de Trillayo salimos todos a la carretera y nos mandaban que nos apartáramos por si había tiros. Ya les dijimos que los rojos habían salido de Liébana por "Pelea". La posguerra tampoco sería buena... No, fueron tiempos también muy malos. Te voy a contar algo que nos ocurrió a nosotros. Sería ya a finales de la década de 1.940 porque ya hacía unos años que había nacido mi hijo Jorgín. Resulta que estaba mi marido, Toribio, enfermo y todos los días venía Josefa Gutiérrez a ponerle unas inyecciones. Un día me dijo que al día siguiente tenía que ir de viaje y que tenía que madrugar para poner la inyección. "Cuando sientas la puerta, me abres", me dijo aquella tarde. A la mañana siguiente, era aún de noche, cuando sentí que subía gente por la escalera que daba acceso a la casa. Yo pensé que era Josefa y abrí la puerta sin siquiera preguntar quién venía. La sorpresa fue mayúscula porque me encontré con unas cuantas escopetas apuntándome. En la oscuridad de la noche pude divisar que eran guardias civiles. ¿A quién tiene usted en casa? me dijeron. "A mi marido enfermo y a un hijo pequeño", les respondí. Me apartaron con los fusiles y entraron a registrar la casa. Comenzaron por la habitación de mi marido, mirando armarios y hasta debajo de la cama, igual que donde Jorgín. Luego tuve que guiarles hasta la cuadra donde también la registraron, a la vez que no dejaban de apuntarme. Pensaban que tenía en casa alguno de los del monte. En ese medio tiempo llegó Josefa a poner la inyección y se encontró con aquella escena y como era una persona bastante influyente, los puso de vuelta y media, así me pudieron dejar en paz. Qué me puede decir del racionamiento? Teníamos que ir a Ojedo a buscar el racionamiento. Nos daban un bollucu de pan que parecía cemento, era muy malo. ¿Y del estraperlo? Yo nunca fui, pero mi marido, Toribio, sí fue en alguna ocasión. Me acuerdo de una vez que fue con Esteban Verdeja para la parte de Riaño y les pintó muy bien. Llevaban nueces y manzanas y traían patatas y garbanzos. ¿Qué personas del valle merecen destacar por sus obras caritativas? Josefa Gutiérrez tenía para todos, ponía inyecciones, hacía curas a los enfermos, a su lado no había necesitados. Otros que también destacaron fueron Felipe Cuevas y su sobrino Juan Manuel. De otros pueblos no te sé decir, lo único me acuerdo de la tía Felisa Soberón, de Pumareña, que todos los años cuando íbamos a la procesión de Jueves Santo, al pasar delante de su casa, siempre nos mandaba pasar y nos daba arroz con leche, era una mujer muy buena. Y me da un poco de corte hablar por ser de mi familia, pero creo que también merece que mencione a Primo Cuevas. Creo que fue una persona que hizo mucho bien en el valle de Bedoya y sobre todo a sus vecinos de Cobeña. ¿Y gente trabajadora? Todos tuvimos que trabajar bastante, cada uno pilló lo suyo. Veo que lleva móvil.... Sí, ya hace mucho tiempo que le tengo y me parece estupendo porque puedo hablar con los hijos y con los nietos cuando quiero. Escribir ya casi no puede uno, así que uso el móvil. ¿Sabe lo que es Internet? Sí, sí, te diré que Internet me gusta mucho, aunque le tengo algo de miedo. Mi hija me arranca el ordenador y luego yo sola me defiendo con el ratón, le entiendo de maravilla. Te diré que lo paso en grande cuando leo algo de Bedoya. Me gustan mucho las entrevistas que haces y las cacerías también me encantan. Me paso las horas enteras viéndolo. Tengo ya ganas de volver a Pamplona, donde vivo con mi hija, para conectarme y ver qué cosas hay nuevas. Pues entre otras cosas podrá ver ésta entrevista con unas exquisitas respuestas llenas de sapiencia para deleite tanto de ella como de los demás internautas. Muchas gracias y a seguir viendo por Internet durante muchos años el valle de Bedoya aunque sea lejos de Trillayo. José Angel Cantero |
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