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Juan Fernando Cuevas Fernández (Nandi) "En el valle de Bedoya hubo dos personas muy singulares: Sinda García y Joaquín Soberón" Hace ya mucho tiempo que andaba yo detrás de "Nandi" para que participase en esta serie de entrevistas que estamos haciendo entre gente del valle de Bedoya. Y andaba detrás de él porque Nandi es una de esas personas que siempre tiene muchas cosas que decir, las cuenta muy bien y encima disfruta de una fantástica y envidiable memoria. Por fin llegó el día deseado y aquí le tengo sentado delante de mí para empezar el coloquio. Nandi...., ¿cuál es tu nombre completo para que todos lo sepamos? Mi nombre es Juan Fernando Cuevas Fernández y soy hijo de Julián y de Aurora. Pero sí, en Bedoya todos me conocen por Nandi, el diminutivo de Fernando. ¿Dónde y cuándo naciste? Nací en Esanos el 17 de abril de 1943. Allí viví hasta que me fui a Torrelavega en la primavera de 1956. Tenía 13 años. Actualmente resido en Santander. ¿Cuál es el primer recuerdo que tienes? De mis primeros años de vida recuerdo con cariño a mis cuidadoras: Feli, Julita, Toñina, Beatriz, a sus padres, a sus hermanos y a Sinda, ya que pasaba muchos ratos en sus casas. Me acuerdo que cuando hice la primera comunión llevaba una chaqueta de punto roja, ya que la del traje no la terminó a tiempo la modista de Aliezo. Mi madre lo paso muy mal. No tengo fotos, pero siempre oí decir que fue muy comentado. Siendo ya un poco mayor, solía ir a las casas de mi tío Pedro Cuevas. Allí jugaba con mis primos, en especial con Luis, del que aprendía y copiaba todas sus habilidades: reponer badajos en campanos, fabricar y colocar tarugos, construir esquís de fresno con amarres hechos de latas de conserva para ir a esquiar a Terrejo y La Molinera. Incluso en una ocasión construyó una bicicleta de madera, que lógicamente se rompía con más frecuencia de la deseada. Era un inventor muy habilidoso. Muchas veces le recuerdo con cariño. También recuerdo que en casa de tío Mino Cuevas y tía Benita también pasaba muchos y buenos ratos, en particular con Nando y Santiago, ya que solía acompañarles (más bien, estorbarles) mientras atendían sus ganados. También solía ir a las casas de Abilio y Leonor y Victoriano Gaipo y Amparo. En San Pedro recuerdo andar por las casas de mis tíos Miguel y Aquilina, de la tía Isabel, Duardo y Marina, de la tía Sabina, Gerardo y Carmen y de Samuel y Avelina. Me viene a la memoria el arroz con leche que, por fiestas y romerías, me daban en todas estas casas. En Pumareña, me daban arroz con leche en los Mojones y también las tías Felisa y Sabina Soberón. La encargada de llevarme y de traerme era Máxima, a la que recuerdo con mucho afecto. Recuerdo también a Trini y a Celia, muy posiblemente de la escuela y quizá también porque en alguna ocasión mi madre las encargara mi cuidado, cosa que hacían con todo gusto y cariño. También recuerdo ir en burra con 7 u 8 años desde Esanos a Bárago, donde vivían mis abuelos maternos. La travesía era toda una aventura. La burra debía conocer mejor que yo la carretera pues siempre llegábamos en el día. Teníamos algunos contratiempos, sobre todo cuando a la burra se le antojaba comer el verde fresco de las orillas de la carretera. No había forma de hacerle levantar la cabeza y reanudar el camino. Una vez que había saciado el hambre, me tenía que bajar, tirar del ramal y continuar el viaje. El mayor problema era montarme de nuevo. Tenía que arrimar la burra a una pared o un terraplén para que la montura fuera mas fácil o de lo contrario continuar el viaje andando. Lo mejor del viaje, aparte de todos los mimos y caprichos de mi abuela y mis tías, era coger las cerezas de los árboles que don Luis Cuevas tenía plantados a la orilla de la carretera de Esanos. En este caso la complicidad entre burra y jinete era perfecta, pues mientras ella pacía, yo montado iba cogiendo y comiendo cerezas. Las cogía y las comía sin bajarme de la burra. La burra era el método de transporte indispensable en aquellos tiempos, pues tenia viaje seguro todos los lunes a Potes cargada de frutas, hortalizas y todo tipo de productos para la venta y regresaba cargada con arroz, azúcar, aceite ...... También recuerdo las muchas ocasiones que me llevó a moler trigo y maíz a Tama, o al campo con la comida para todos los trabajadores. De esta burra tengo yo muy mal recuerdo, pues en dos ocasiones me tiró al suelo porque saltaba violentamente la riega que cruzaba el camino junto al puente de San Pedro. En las dos ocasiones me disloqué la misma muñeca. Duardo García fue el encargado de arreglarme la muñeca perfectamente. ¿Llegaban los Reyes Magos a Esanos? Los Reyes Magos venían y eran bastante generosos. Recuerdo que me traían ropa, calzado, algunos juguetes y muchas cosas para la escuela. Esto último era lo que más me gustaba, sobre todo, los lápices de colores. ¿Fuiste mucho a la escuela? Sí, a mi me gustaba ir a la escuela y mis padres procuraban que no faltara ningún día. Recuerdo a la "Cuquis" muy querida por todos, a don Miguelito y su bicicleta, con la que iba y venía toda los días a Potes, a don Antonio y su "cara al sol": hiciera frio o calor, había que cantarlo con la mano en alto todos los días antes de entrar a la escuela. Era de Dueñas, falangista de casta y muy autoritario. Pegaba más que enseñaba. También me acuerdo de don César, que era muy buen maestro, y de don José y su colección de corbatas almidonadas con olor a alcanfor (algunos días se ponía varias). Era muy extravagante y enseñaba poco. Y en los últimos años de don Roberto, que era con el que asistía a clase por las noches. Mis compañeros nocturnos eran algo mayores que yo: Cecilio Cuevas, Isidro Fernández, Federico García, Pepín Cabiedes, José María Vega, Santiago Dobarganes. Santiago fue siempre mi defensor ante las "bromas" pesadas que me gastaban los demás chavalones. Solía ir a sacar pizarrines al camino de Terrejo para luego afilarlos con las navajas que me compraba mi padre y que perdía con frecuencia, ya que recuerdo que siempre esperaba al lunes para que me trajera otra de Potes. Pero sí, volviendo a la pregunta te repito que me gustaba mucho ir a la escuela y no se me daba mal. También recuerdo que me querían enviar al seminario. Mi madre me decía que fuera a estudiar y luego si no me gustaba que me saliera, pero ni por esas.. (aunque quién sabe si hubiera sido un buen cura,..... de los de ahora). Tenía muy presente algunos pasajes que me marcaron de por vida, como por ejemplo que hubiera que esperar a que el obispo dispensara la Bula para poder ir a segar los domingos. Pero, ¿cómo podían dictar estas exigencias si nuestros padres trabajaban 25 horas al día para poder sobrevivir y no les permitían ni aprovechar un domingo de sol?. Y hablando de la escuela también diré que íbamos a catequesis. La encargada de darnos la catequesis era Esperanza Soberón y no era muy de mi agrado (creo que de casi nadie), pues entre otras cosas nos quitaba horas de juego. En cualquier caso a Esperanza debe reconocérsele la labor altruista que hacía. Alguna cosa más..... Sí, me viene a la memoria la época de la destilación del orujo con la alquitara comunitaria que se ponía cerca de casa del tiu Mino. En cierta ocasión estaba Nando Cuevas haciendo el orujo y yo, como de costumbre, merodeando a su alrededor observando lo que hacía. Recuerdo que llegué a casa algo mareado y mi madre me lo notó. No sé si serían los vapores de la destilación o que en algún despiste de Nando, me tomé un chupito. En otra ocasión, con 8 o 9 años, tuve que subir a Salarzón con una buena nevada, llevando el caballo del ramal y el joven cura (creo que era don Baltasar) tranquilamente sentado a lomos del jamelgo. Y hablando de curas, te diré que lo más impactante fue una vez que me mandaron llevarle, legumbres, chorizos y tocino a don Benigno Verdeja y a su hermana Juliana. Juliana estaba sentada en el banco de la entrada de casa y me indicó que se lo dejara en la bodega, que luego pasaría ella a colocarlo. Cuando abrí la puerta me quede asustado, creí que se había producido el milagro de los panes y los peces. Allí había por paredes, techo y suelo.. hortalizas, legumbres, jamones, riestras de chorizos, tocinos., yo nunca había visto, ni tan siquiera imaginado, tanta y tan buena despensa junta. Allí entendí dos cosas: primero porqué don Benigno y su hermana estaban tan "lucidos", y segundo porqué mi madre quería mandarme al Seminario. También me acuerdo de ir andando a Sotres con mi padre y con un burro cargado de melocotones para venderlos el día de la romería. Los vendimos antes de bajarlos del burro. Nos quedamos en el pajar de la familia de Serafina, una chica que me cuidó de pequeño. El regreso fue más cómodo, vine montado en el burro. ¿Qué juegos recuerdas? Solía jugar los domingos por la tarde con Luís Cuevas, Emiliano y Urbano Bustamante, Berto Cuevas, Mari, Cheles y Luis Vega, José María Cuevas, Andrés Álvarez, Manolín Prellezo y alguno más, particularmente con José Manuel Cuevas Cossío y los muchos ratos que pasábamos subidos en la morera que habia a la parte de abajo de su casa. Jugábamos a "guardias y pasiegos" por pajares y escobales, a rodar el aro o el latón y a hacer alguna que otra travesura. A los bolos también jugábamos, pero yo más que jugar, pinaba. Recuerdo en particular a don Mariano Dobarganes, que vivía en la actual casa de Santiago Dobarganes. Había regresado de México, vivía de rentas y tenía mucha afición a jugar a los bolos, por lo que todos los días que podía iba a jugar sólo a la bolera del Pumar. Yo siempre sacaba tiempo para ir a pinarle los bolos, pues me daba un "rial" de los de agujero. Recuerdo que vi mi primera película en Potes (creo que en lo que es hoy la oficina de turismo). Fue la de Fátima. Salimos todos llorando. Para mí fue más impactante que cualquier tecnología actual. Otra fiesta que se tramaba era la de los zamarrones en Carnaval. No recuerdo haberme disfrazado, pero sí correr y esquivar a los chavalones mayores que nos daban correazos. Uno de esos días llegué a casa y mi madre había preparado nabos para comer. Yo nunca los había comido y fui incapaz de probarlos. Por supuesto, o nabos o nada. Tuve que esperar a la merienda y que a mi madre se le ablandara el corazón. Aparte de la escuela ¿qué otras labores hacías? Quiero que conste que todas estas vivencias que te estoy contando fueron anteriores a los 13 años que fue cuando yo marché de Bedoya. Aparte de atender a los animales había que atender también las huertas. Se plantaban muchas cebollas; me tocó regar muchas en la huerta de detrás de la iglesia de San Pedro, pero lo peor era que los domingos por la tarde había que dejar de jugar y bajarlas del desván, para que mi madre las trenzara por docenas y las llevara a vender a Potes el día siguiente. Apañé también muchas nueces y castañas. Recuerdo que me mandaban ir antes del amanecer a San Pedro para coger las nueces del nogal que hay detrás de la iglesia que caían a la carretera. En una ocasión mi madre se equivocó de hora y me llamó a las 3 de la mañana, me cansé de esperar a que amaneciera en la escalera de caracol del campanario y a las 5 me volví para casa pensando que se había acabado el mundo. Mis padres se llevaron un gran susto, ya que cuando llegué todavía estaban dormidos. También me viene a la memoria el tiempo de las vendimias, en particular la de Gerardo Cantero en el Dobro. Sobre todo a los chavalones buscando las uvas "tintas" para pintar a las chavalas. Al final se montaban unas buenas fiestas. A la hierba también recuerdo ir. Mi padre madrugaba, tomaba la parva (rebanada de pan empapada en orujo), dalle, colodra y a segar. A las 9, llegaba yo con frisuelos, huevos, pan, vino.....y mientras él almorzaba yo tenía que esparcer los lombillos para que la hierba fuera secando. Al mediodía llegaba mi madre con la comida. Después de comer mi padre dormía la siesta y nosotros dábamos la vuelta a la hierba. Por la tarde se emborricaba o se transportaba a cuestas en basnas o en coloños, se cargaba en el carro de vacas y se metía al pajar. Sin duda era un trabajo muy duro, aunque me parece más ahora que entonces. ¿Teníais animales en casa? Sí, aparte de las huertas, de lo que se vivía entonces era también de los animales. Teníamos vacas, ovejas, cabras, chones...... Me recuerdo de ir a segar verde a Las Llamizas/Tarrio para una vaca casina muy mansa (hasta nos montábamos en ella) que teníamos para la leche de consumo diario. A mi me solían mandar a cuidar las vacas por el Pañeu y se me escapaban a los prados de la Molinera, porque me entretenía buscando nidos, cogiendo cerezas o cortando palos de acebo o avellano para hacer cachabas. Por supuesto luego recibía "lo mío". También cuidé por Carondinu y Lobá a los chones negros que mi padre traía de Extremadura. Los días se me hacían muy largos, ya que me comía la merienda a las 10 de la mañana. Veo que como pastor dejabas bastante que desear..... Era malísimo. Mira, en una ocasión estuve con Cheles Vega cuidando el ganado en el puerto. Se solía dormir en una choza por Retorturas. Recuerdo que un día llevamos las ovejas hasta Pasaneu y nos entretuvimos arrancando plantas de junciana que mi madre me había encargado para abrir el apetito. El día fue un desastre, pues se nos quedaron algunas ovejas en la Braña los Tejos e impregnamos el pan con el sabor amargo de la junciana y no pudimos comerlo (que me corrija Chelines si algo no es exacto). Otra vez me quedé sólo por la noche en "el Chozu" (se dormía en el suelo, en el hueco de un roble quemado que todavía existe). A media noche se asustaron las cabras y debí de coger tanto miedo que marché (era noche cerrada) hasta los llanos de Enebru a dormir con la tía Sabina o la tía Juana (no recuerdo bien con quién de las dos), que estaba con los rebaños de Pumareña. Habíamos estado juntos por el día y me había invitado a su "apartamento de veraneo". Allí se dormía en el hueco que formaban unos grandes peñascos (que según parece no se han movido), donde había un camastro en alto hecho con paja y hojas; vamos que la "pensión" era de mucha más categoría que en "el Chozu". También recuerdo subir algún domingo con mi primo Luís a echar sal a las cabras en la falda de la Peña las Segás. Subíamos y bajábamos corriendo para llegar a misa de 12. ¡¡Como para hacerlo ahora!!. Las cabras eran mis animales preferidos, recuerdo los rebaños de Esteban Verdeja Cuevas (gran amigo de mi padre) y las de Juan y Nicasia. Yo solía esperar por las tardes que llegaran para ver cómo las metían en las cuadras, escuchar los campanos y tocar los cabritos. Eran envidiables. Siendo invierno y con bastante nieve, recuerdo bajar con ovejas y cabras por Sierratama hasta la carretera en Castro para que una vez allí, ramonearan en las zonas sin nieve. Iba en albarcas y escarpines y con polainas caseras (una venda arrollada hasta la rodilla) que quitaban frío y evitaban que entrara el agua. ¿Cómo ves el futuro de Bedoya? Lo veo bien, es obvio que se está progresando. La gente vive muy relajada, ya que todos tienen cubiertas las necesidades básicas. Se acabó aquel duro trabajar para poder comer. Se está mejorando en calidad de vida, se están rehabilitando accesos, casas, fincas y estamos regresando los que en su día marchamos y también nuestros descendientes. Incluso se están habilitando casas rurales que sin duda atraerán visitantes que darán a conocer el valle y generarán riqueza y bienestar. Que no decaiga, incluso sería deseable que se potenciara más. A mi entender, Bedoya necesita un bar-restaurante donde el visitante pueda encontrar todo lo que necesita para pasar el día o el fin de semana. Estaría bien la instalación de alguna atracción singular (esperemos que prospere la tirolina) que popularice la zona y genere ingresos extras. También podría ser interesante fijar una fiesta única para todo el valle que atraiga visitantes y dé a conocer el Valle de Honor como se merece. Mi propuesta sería, por tradición y por fecha, la de SAN PEDRO DE TOJA, u otras de nueva creación como, "BEDOYA VALLE DE HONOR, FIESTAS DE LA VENDIMIA ".??? ¿Qué personas calificarías como inteligentes o como trabajadoras? Debido a mis pocos años en Esanos no puedo juzgar, pero sin duda tenía que haber muchas personas, si no todas, ya que la supervivencia era dura y se necesitaba mucho ingenio, fuerza y trabajo. Como trabajadores citaría a mis tíos Pedro Cuevas y Antonia, eran como hormigas, no paraban, trabajaban de sol a sol. ¿Y personas que se distinguieron por su generosidad con los demás vecinos? En la mente de todos están los grandes hacendados: D. Luis Cuevas, Gerardo Cantero, los Condes de la Cortina , pienso que TODOS, TODOS, ayudaban a sus vecinos, según sus posibilidades. Ahora díme ¿quién te parece que merece ser nominado como personaje singular? Ufffff, tengo muchos personajes en la cabeza que merecerían estar aquí, pero para mí los más importantes fueron: En primer lugar GUMERSINDA GARCIA... ¡¡Quién no recuerda a SINDA.....!!!!, entrañable, popular, dicharachera, amiga de todos y todos amigos suyos, cualidad importantísima en los pueblos. Era la costurera oficial del valle, no creo tuviera título, pero qué falta le hacía; cortaba, cosía, repasaba y remendaba como ninguna. Cuántas muchachas aprendieron con ella. No tuvo hijos, pero todos los niños del pueblo estábamos a su alrededor y muchos como yo, nos escondíamos bajo su delantal cuando nos querían coger o algo nos daba vergüenza. Quién no recuerda su voz aguda y cantarina que se oía de extremo a extremo del pueblo. Creo que Esanos merece lucir, cuando menos, una placa recordándola. Otra persona que me impactó fue JOAQUIN SOBERON....., el gran QUIN. Fue para mí un amigo muy especial, pues me contaba muchas anécdotas y secretos que yo escuchaba embobado. Pasaba mucho tiempo con él, ya que ayudaba a mis padres en las tareas del campo y comía en casa. Era un placer contemplarle, escucharle y aprender todas sus habilidades, en particular las de la pesca. Cuando le echaba el ojo a alguna trucha no paraba hasta que la pescaba. Yo solía ir con él y me sentaba a la orilla del rio. No pasaba mucho tiempo hasta que sacaba alguna y me la tiraba para que cuidara de ella. Una vez en Sária, recuerdo que yo estaba regando el "prau" y apareció por allí y me llevó a un pozo en el que, según decía, había muchas truchas. Después de tapar bien la presa aguas arriba nos pusimos a vaciar el pozo con un caldero y una palangana, pero el nivel del pozo no bajaba. Comprobamos que el agua con la que yo estaba regando caía otra vez al río, por lo que tuvimos que cambiar el agua de riego a otras zonas. Cuando conseguimos achicar el pozo recogimos el botín: cuatro hermosas truchas. No se había equivocado. Recuerdo que me dijo que todavía había más, pero pequeñas. Estoy seguro de que el método con el que pescaba anguilas era idea suya. Llevaba un tenedor y se le espetaba de forma que salían todas listas para pasar a la sartén. En cierta ocasión, creyó ver una anguila en un pequeño pozo (estaba unos 20 o 30 metros más arriba del puente de casa Santiago, en Esanos) y tenedor en mano se metió para pescarla. Yo le observaba desde una piedra próxima. No pasó mucho tiempo y me gritó que me apartara, acto seguido sacó la mano violentamente y estrelló una culebra sobre la piedra en la que yo estaba. La dejo tiesa. Después empezó a lamentarse, mientras me miraba y repetía: "cagüen la, culebra cueva". También recuerdo que hubo una gran crecida del río. Vi a Joaquín detrás de nuestra casa colocando un gran cesto de mimbre entre dos peñascos del río para coger las anguilas que bajaban enroscadas. En otra ocasión estuvo en un Hospital de la Cruz Roja en Torrelavega. El primer día que fui a visitarle me mandó que le comprara un cepillo de dientes. Él insistía en que lo había traído pero no sabía donde lo había metido. Me pidió que le acercara los zapatos que tenía bajo la cama para darme el dinero, y sorpresa..,., en un zapato estaba el dinero y en el otro estaba el cepillo de dientes. Se puso muy contento y a la vez que se daba manotazos en la frente y exclamaba su inconfundible "cagüen la". Decían que en ocasiones cogía panes y otros alimentos a sus vecinos, pero seguro que era por necesidad. Tendríamos que ponernos en sus circunstancias. La privación de libertad con que le castigaron, fue sin duda un atropello de la época, hoy no hubiera ocurrido. ¿Recuerdas alguno más......? Sí, otra persona que me viene a la memoria fue VICENTITO VEGA. Famoso apicultor. Se decía que hablaba con las abejas para que no le picaran y debía de ser verdad. Recuerdo una ocasión que fui a por miel y me llevó hasta las colmenas detrás de la escuela de Esanos; me indicó que le esperase en la portilla de entrada y pude observar como las abejas revoloteaban a su alrededor y se posaban sobre él. Cuando volvió, las abejas fueron abandonándole como despidiéndose de él, sin haberle causado ningún daño. Ahora que hablo de las abejas, recuerdo que en una ocasión estaba yo con mi padre en Fuentelaespina y vimos como varias abejas revoloteaban sobre el manantial allí existente; se posaban, bebían y salían haciendo eses siempre en la misma dirección. Mi padre intuyó que no muy lejos debía de estar el enjambre, se adentró en el bosque y me indicó que le fuera avisando cada vez que las abejas salían volando. Pronto localizó una gran bola de abejas colgada de un árbol. Me mandó a por un caldero, trapos y aceite quemado. Cuando regresé tenía preparada una vara larga, amarró el trapo en una punta de la vara, lo impregnó en aceite y le prendió fuego con aquel "chisquero" de mecha y piedra de la época. Se subió al árbol con el caldero y me indicó que ahumara a las abejas todo lo que pudiera. Con la mano descubierta metió todas las abejas en el caldero, bajó, tapó el caldero con la camisa y para casa. Lo que no recuerdo es si nos picaron o salimos ilesos. Quiero hablar también de JOSE CUEVAS el gran" Pepe el de la Línea ", muy popular por campechano y organizador de todas las fiestas que hiciera falta. Recuerdo que en su casa se preparaban y comían los aguinaldos y se celebraban otras cosas, como la caza de algún lobo, zorro, gineta. Para estas celebraciones se pedía por el pueblo. Su esposa Goria era la que menos disfrutaba de las fiestas, ya que era la que cocinaba y preparaba las "comilonas", primero para los críos y luego para los mayores. Al final se montaban grandes partidas de cartas que duraban hasta la madrugada. No quiero terminar sin citar a LUCINIO BLANCO y sus parejas de vacas impecablemente lucidas y engalanadas, pero especialmente su habilidad en la doma de caballos. No se le resistía ninguno, cuánto debía sufrir su esposa Lupe.... Singulares fueron también los hermanos ARTURO Y PEDRO FERNÁNDEZ. Arturo por ser el injertador profesional del valle. Creo que en alguna ocasión experimentó hasta con paraguayos (desconozco el resultado obtenido). Su hermano Pedro por ser un famoso "meteorólogo". Sus predicciones basadas en las témporas eran, en muchas ocasiones, la base para que en todo el Valle se previeran los trabajos del campo. JOSE "El Gitano", apodo cariñoso bien ganado por su afición al trapicheo y habilidad para hacer tratos de todo tipo, en particular con caballos y burros. A mi padre le vendió un caballo, "el rubio", que yo llevaba al galope con las consiguientes rozaduras en mi trasero. Y ya para terminar citaré a MINGO Y JULIANA. Ella, con una sola mano, trabajaba en el campo como cualquiera. Su burra fue famosa por haber sido llorada y enterrada con toda solemnidad. Y así dimos por finalizada esta entretenida entrevista, agradeciéndole a Nandi su participación, a la vez que nos citamos para el día 8 de Septiembre para ir andando a la Virgen de la Luz...... Sí, ya sabes que en cuanto puedo no dejo de venir a Liébana y ese día le tengo bien marcado en el calendario para ir andando desde San Pedro hasta la ermita de Peñasagra. No se me olvida cuando lo hacía con mis padres, familiares y amigos y mientras pueda lo seguiré haciendo. Agosto- 2012 |
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M. Isabel García - 29-08-12 Buena memoria la de Nandi, me alegra mucho su mención especial a mi tia Sinda, ella hubiera sido un buen personaje para una entrevista, todavía recuerdo las historias y vivencias que nos contaba sentados junto a la lumbre. |
Nandi - 31-08-12 Mª Isabel, me lo has puesto facil, anímate y cuéntanos las historietas de tu tia Sinda y las tuyas propias. Tu Tia se merece mucho mas que mi mención especial y la placa que seguro que va a lucir en su nombre algún lugar de Esanos. |
Anónimo - 10-09-12 Siempre me recordaré de Sinda. Hasta muy mayor creía que era de mi familia. Mi madre que se llamaba María del Refugio Piñal Fuente asi me lo inculcaba. Un enternecedor recuerdo para mi querida Sinda. |
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