Séptima cacería para la cuadrilla  31 en ésta temporada y toca cazar en el lote de Cuesta Bernizo, que está  por la zona que abarca desde Lomeña hasta Vendejo. Un buen monte donde, en  principio, siempre suele haber jabalís. “Estuvimos mirando el monte ésta semana  y está bastante revueltu. Creo que hoy nos vamos a entretener porque está muy “andau”.  Así que estar atentos porque hoy nos vamos a divertir …..“, les anunciaba Juan Carlos, el jefe de la  cuadrilla.  
              La mañana se presentaba con algunas  nubes altas,  la helada había sido menor que en días anteriores donde se tuvieron temperaturas bastante por debajo  de los 0 grados. Así y todo, el frío se dejaba notar y mientras se presentaban  las acreditaciones a la guardería, la cafetera del bar de la Viñona echaba humo  despachando cafés. 
      “Nos falta gente”, les seguía  advirtiendo Juan Carlos, “pero vamos a cerrar el monte como mejor podamos.  Tenemos sólo 22 escopetas, así que vamos a cerrar en corto, aunque quizá no  tendremos los puestos como me gustaría, pero es lo que hay”. 
              Una vez colocados los puestos, se  da orden de entrada a los monteros y enseguida empezaron los perros a alegrar  la mañana. Los ladridos de los perros siempre dan colorido a una cacería, a la  vez que hace que los cazadores estén atentos en sus puestos, para que nadie se  duerma. Otra cosa muy diferente es la puntería de cada uno. Y hoy de eso no  andaban muy finos.  
              Como muestra, podemos citar los  cuatro jabalís que llevaban los perros de Clemente y aunque se les tiró  repetidamente, los cuatro pudieron largarse del lote en dirección a Caloca sin  perder un pelo. Otros dos lograron evadir también el fuego para llegar hasta el  pueblo de Yebas y quedar allí libres para seguir comiendo las pocas bellotas que quedan. “Les hice  tres disparos, pero se marcharon. No tengo tientu…...”, avisaba José Luis.  
              El que sí acertó fue Choche,  aunque necesitó las tres balas del rifle para detener a un buen ejemplar que  venía lanzado. “Aquí le tengo a mis pies dando los últimos espoletazos…...”,  anunciaba a sus compañeros. No fue fácil ya que el marrano, aunque herido,  siguió su ruta y Choche tuvo que ingeniárselas para hacer el tercer y  definitivo disparo ya de bastante lejos.  
              Los disparos seguían retumbando  en el monte, pero nadie decía nada. Y cuando todo el mundo se calla, la mayoría  de las veces se debe a que la puntería no fue la deseada y nadie quiere  retratarse.  
              Los perros seguían  dando muestras que hoy querían trabajar, además había “herramientas” para ello,  ya que la presencia de jabalís invitaba a ello. Pero una jornada de caza de  seis horas para arriba, es una prueba exigente para cualquier perro. Además hay  que hacer constar que tampoco tienen el entrenamiento adecuado, aunque el  instinto de un buen perro suele olvidarse del cansancio, haciendo caso omiso a  las duras condiciones orográficas del terreno.  
              Ya pasado el mediodía, tuvo que  ser David, un invitado, quien anunciaba  a sus compañeros que había matado al segundo  de la jornada. “Casi se me escapa, pero aquí le tengo con media docena de  perros. Me venía derechu, pero esperé a tenerle más cerca y cuando me quise dar  cuenta, se dio la media vuelta y casi se me escapa. Es bastante buenu”.  
              Resumiendo, hoy no  fallaron los perros. Si no se mataron más jabalís fue debido únicamente a la poca  puntería de los cazadores. Quizá mucho se deba a que al ser pocas  escopetas, el monte no estaba bien cubierto y los jabalís siempre saben bien  por dónde deben escabullirse. Otros se escudaban en el siempre socorrido proverbio de acordarse de la “mala suerte”, pero hoy en Cuesta Bernizo  no  se sorteaba nada.  
      Informó: Adrián 
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