Cuando llegué al valle de Bedoya el pasado viernes, noté un cierto nerviosismo entre los miembros de la cuadrilla 141 que al día siguiente tenían que cazar aquí en el mismo valle.
"Mira, mañana es el día que estamos esperando desde que empezó la temporada; cazamos en casa, en nuestro monte y como le conocemos a la perfección, creo que la vamos a armar muy gorda" me explicaba Cecilio. "Sabemos dónde están los jabalís, los conocemos tanto, que .. porque no tienen nombre, pero si así fuera hasta por su nombre los llamaríamos. Mira, aquí por arriba de mi casa, en el encinal, anda unu bastante grande. En Sotronca hay una chona con cuatro más pequeños que ya dan la medida, no salen de las viñas. En el castañeu de Cobeña andan tres o cuatro a las castañas. En Matavegas otros tres. En los pinos de Abilio duerme unu muy grande, que es pintu, de mediu atrás es más oscuru. En el Ojeu.., buenu allí ni se sabe los que hay. Cada día se pone más espeso y no salen de allá. En Frontera lo mismo y para qué seguir...., fíjate cómo será que la semana pasada hozaron en la huerta de Lino en Esanos, en mitad del pueblu; hay muchísimos....."
Y tenía toda la razón, ya que al día siguiente a las 8 de la mañana ya estaban todos los componentes de la cuadrilla en San Pedro, donde se acreditaron y donde Tino, como jefe, se encargó de distribuir los puestos. Una densa niebla cubría la montaña desde la Cabanilla hasta Retorturas, lo que no fue obstáculo para que comenzase la cacería, soltando los perros desde el mismo San Pedro y la mata de Salarzón.
Como cabía esperar, pronto cogieron demanda y pronto empezó también la emisora a funcionar. "Estoy en Armiceu y acabo de ver seis jabalís que al guiparme se volvieron y emprendieron una veloz carrera hacia la Dobra," se oía.
"Mente.., los perros llegan hasta el Coteru y allí se quedan, hacen lo mismo que la perra de Pepe"
"Acaban de pasar cinco jabalís por el Caldillu y cruzan pa el Ojeu. Son todos muy buenos." comentaba Angel desde la Dobra.
Eran las 10,15 cuando suenan tres tiros en Sardanes. Silencio. "A ver...., qué pasó por ahí .....?. "Nada....", contestó Angel, el gasolinero de Potes. "Es que pasaban por aquí tres venaos y entre ellos iba un jabalí. Tuve miedo a matar a los venaos y el jabalí se escapó".
Dichos disparos fueron los primeros de una extensa lista; creo y no exagero, que a lo largo del día se superaron los 50 tiros.
Para mencionar alguno, diré que en la Burdia también sonaron, pero los que hicieron diana fueron los dos disparos que necesitó Clemente en Sierra la Cal para echar por tierra un buen jabalí.
"Papá...., dónde le mataste?" le preguntaban sus hijas
"En la riega, por debajo de los praos", les contestó su padre, "venid a ayudarme para sacarle al caminu......". Era el primero de la jornada.
El tiroteo seguía y desde cualquier lugar del monte retumbaban los tiros; en la Burdia, en la Peñuca, en Sardanes, en el Collau ......
A Mariano Gaipo se le "apareció un rebañu de ellos" que venían de la parte de San Sebastián de Garabandal, pero al estar lejos no supo si eran jabalís o era un milagro de la Virgen. Lo que sí hizo fue mandarles tres recados pero solo logró que la piara se diera media vuelta y regresara a tan mariano lugar.
Suena otro tiro en el Robleu y al poco tiempo: "Acabo de tirar a uno y salió para arriba. No se si le he dado. Iba sin perros", avisaba Ivana por la emisora.
"Y yo también tiré cuatro tiros a unu y le dí en la parte de atrás. Cayó, pero se volvió a levantar y se marchó.....", se lamentaba Ceci.
Un trozo más arriba, en la Tociá, Aquilino no falló y de un solo disparo hizo que un jabalí quedara dormido. Pero no había pasado un cuarto de hora, cuando los perros le llevaron otro que no sabía cómo se las gasta Aquilino, que de dos disparos le mandó por el mismo camino que el anterior. Ya iban tres y no eran aún las once.
Primo estaba colocado en su puesto de Sardanes y un jabalí le pasó a menos de diez metros; pasó detrás de un bardal. Cuando se dio cuenta, solo pudo lanzarle un disparo pero ni le rozó.
A Francisco, el de Cosgaya, le entraron "por lo menos ocho" de atrás adelante, sin perros, y solo pudo mandarles tres disparos, pero hoy la puntería no era su aliada. Estaba en los Llaos.
En Resundias resuena otro tiro. "Atentu David.., acabo de tirar un tiru a unu y va en tu dirección. Se la metí por el culu, (la bala, por supuesto) y salió disparau.....", gritaba Pepe el de Ojedo. "Yo no veo nada.....", decía David.
Poco después, un poco más arriba, se encontraba Ivana pertrechada junto a un robusto roble. Escucha en principio a los perros como a doscientos metros, pero mezclado con los ladridos, percibe también el tintineo de las hojas del robledal que la advierte de que alguien se acerca. No ve nada, pero respira hondo, se echa el rifle al hombro y percibe una sombra negra. Es un jabalí y cuando ve que le tiene a una distancia prudente le suelta un disparo, que fue suficiente para que hincara las rodillas. "Este sí cayó.....", dijo Ivana en un tono bastante apagado. "¿Pesará 50 kilos?, igual es el mismo al que yo disparé...., la pregunta Pepe. "No lo se, yo no se calcular, cayó a la riega y yo sola no soy capaz de sacarle de aquí".
"Felicidades, Ivana......". "Gracias, Jorge....." respondió Ivana ya con voz radiante. "Ivana, eres la mejor....." "Qué grande eres Ivana.....". Solo faltaba la felicitación de su marido Chanchel. Pero no habían pasado ni cinco minutos cuando llegó a su lado y lo que allí pasó solo lo saben ellos, pero seguro que un cariñoso beso no faltaría. Era el bautizo jabalinero de Ivana y había que celebrarlo, y como únicos testigos estaban el jabalí muerto y el perro mordiendole.
Pero la cacería seguía y los disparos sonaban por todos lados, como los que retumbaron en Sardanes y Jaltrabe. "Debajo del depósitu de Armiceu va unu..., joder, qué buenu es....". "Córtale, córtale....., corred tras él....".
"El Serval y la Sabiola llevan unu muy buenu en Sarrullá....". Pum, pum...., pammm.
Ya pasaban de las doce y "Ya está el cupu.....?", preguntaba Ceci y enseguida apostillaba: "Esta noche me veo cenando en el Asador de Llorente; dijo Tino que si llegábamos al cupu nos invitaba a cenar....". "Pues en algún lau habrá que cenar, aunque sea en la cocina de todos los días....", le replicaban.
"No te alborotes, hay que contarlos primero, pero creo que tovía no va el cupu....." le contesta Tino el jefe de la cuadrilla.
En ese instante entró en la conversación la guardería. Nadie sabía en realidad cuántos jabalíes se habían cobrado. "Vamos a hacer un recuento; los que hayan matado que lo digan ahora por la emisora" les decía el guarda a los cazadores.
"Soy Aquilino y yo maté dos". "Yo maté otru", decía Clemente. "Y yo otro" respondió Ivana. Silencio, nadie decía nada. Pero, ¿no van nada más que cuatro?. Efectivamente, "No hacen más que tirar tiros pero por lo que se ve no se mata nada....." señalaba Tasio.
"A ver, David, un jabalí apañó a tus dos perros, parece que lo de la perra es pocu, pero el perru....., estoy en Retorturas con ellos", le decía su padre Cecilio.
Nuevos disparos en La Tociá, pero el tiempo pasaba y las capturas no sumaban, hasta que: "Acabo de matar unu bastante buenu", pregonaba un eufórico Jorge (hijo) que hoy estaba de invitado. Un solo tiro en la cabeza hizo que el jabalí rodara por la pendiente hasta los mismos pies del cazador. Ya iban cinco.
Ivana tuvo la fatalidad que la pasaron bastante cerca tres y cuando decidió disparar, vio cómo su rifle se encasquilló y solo la quedó lamentarse de tal circunstancia. Pero poco la duró el enfado, ya que a las 4 de la tarde, en el mismo sitio de la mañana, volvió a descargar un par de disparos para dejar claro que se puede contar con ella. Con este jabalí se proclama la primera mujer lebaniega que mata dos jabalís en una misma cacería. ¡Bien por Ivana...!
Lo único lamentable fue la baja de cuatro perros, que necesitaron de los cuidados del veterinario y en alguno de los casos con un diagnóstico nada halagüeño.
En total fueron seis las piezas logradas. Las seis resultaron hembras y las seis marcaron unos pesos entre los 45 y 60 kilos, que no está nada mal, aunque todos vaticinaban que se lograría el cupo. No pudo ser, ocasiones hubo de sobra para lograrlo, pero hoy los cazadores no anduvieron finos, con la única salvedad de Ivana de quien merecidamente puede decirse que hoy se proclamó la reina del Robleu. Ni Canopy, ni nada, solamente Ivana.