La cuadrilla 141 cerró la temporada de caza con broche de oro en el lote de Bicobres, aquí en el monte de Bedoya. Amaneció un día completamente despejado, pero muy frío ya que una fuerte helada cubría todo el valle. Realmente parecía una nevada, que a su vez estuvo acompañada, desde Trillayo hasta Castro, por una densa niebla que dejaba toda esa zona bajo un mar de nubes.
A las 8 de la mañana ya estaba el aparcamiento de San Pedro lleno de coches, de perros y de cazadores. Tino, como jefe de cuadrilla, fue poniendo orden entre los cazadores que hoy, como siempre que se caza en el monte de Bedoya, estaban eufóricos, muy animados, y con ganas de hacer algo grande. Tino les comunicó que había que empezar por Matavegas, pero hoy estaba cubierto por la niebla. "Allí vieron ayer tres o cuatro jabalís..... y hay que ir a por ellos" les dijo. "Como ahora hay niebla, vamos a esperar un poco y mientras tanto se van colocando los puestos. A ver si va levantando pronto".
Y así sucedió. A las diez de la mañana empezaron los perros a trabajar, pero los jabalís que habían visto el día anterior, no aparecían por ninguna parte, se los había tragado la tierra. Hubo que esperar un rato hasta que cogieron demanda. En la "Badarca" levantaron a tres marranos que emprendieron su huida monte arriba en dirección a la Sieta. Los tres se dispersaron y tomaron cada uno una ruta diferente. Uno se dirigió por la cabecera de la citada pradera y allí estaba José Angel escondido tras un espino. Le vio venir, así que le dio tiempo a prepararse y cuando vio que le tenía ya a una prudente distancia le soltó un "pepinazo" que le truncó su marcha. Era un buen ejemplar.
Otro de los jabalís logró cruzar la zona de la Sieta y pasó por encima de los prados de la Dobra en dirección a Sierra la Cal donde Chanchel le paró también los pies después de lanzarle dos disparos. Y el tercero corrió la misma suerte que los anteriores ya que pasó por Palmín, por cierto muy cerca donde estaba situado Cecilio, pero éste no llegó a verle. Al llegar a la Sieta se encontró con Raúl, que hoy estaba de invitado, y éste, para no quedar mal ante sus compañeros, necesitó dos disparos para hacerle rodar por los prados abajo.
Era mediodía y ya se habían matado tres. No estaba mal. En Rucabrejo levantaron los perros otros dos marranos que emprendieron su ascensión en dirección al Cercau. "Ahí llevan los perros a un par de ellos, estar atentos los tiros de La Fuente Taruey ....", pregonaba la emisora. Dicho y hecho, los disparos empezaron a retumbar en el monte y la emisora volvió a ponerse en funcionamiento: "Joder, cómo corren.....". Era Jorge (padre) el que así se expresaba ya que tirar los tiró, pero los jabalís lograron evadirse y despedirse de los cazadores hasta el año próximo.
"Aquí hay una perra muy mal.., no se de quien será" se oía por la emisora y al poco rato: "Y el perru de Primo lo mismu....., hay que traer un coche para bajarlos, están abiertos....". Estaban en Sarrullá, donde se sacó en conclusión que allí debe de haber un jabalí "especialista" en enfrentamientos con perros y siempre con resultados semi-fatales para éstos. Estamos en una época que los jabalís, debido a la mucho bellota que hubo, cogieron ya un peso considerable. Pero da la casualidad que en el mismo sitio (Sarrullá) y en diferentes cacerías, varios perros acabaron heridos. Todo ésto nos lleva a una conclusión: que en ése lugar hay un viejo y bravo jabalí que les hace frente. Ahí quedó para el próximo año. Habrá que tenerlo en cuenta. Los perros hubo que sacarlos y llevarlos a la clínica donde el veterinario tuvo que emplearse a fondo para curarles las heridas.
El que también se tuvo que emplear a fondo fue Tasio, que estaba situado en Sária cuando un jabalí intentó cruzar la barrera de los cazadores y evadirse hacia el monte de Lobá, pero no contó con que allí estaba Tasio dispuesto a amargarle la tarde. Y de qué manera se la amargó, ya que le soltó tres disparos para truncarle su pretendida huida. Era el primer jabalí que mataba en ésta temporada y aunque hoy ya es la última caceria, Tasio no quiso desaprovechar la oportunidad que se le presentó y no cabía de júbilo por la hazaña.
La cacería seguía y José Angel en la Sieta tuvo una segunda oportunidad. En la primera, como quedó dicho, tuvo éxito, pero en la segunda disparó varias veces con un resultado negativo ya que el jabalí cogió aire y cruzó el monte con dirección a la Dobra, donde Ivana también probó fortuna pero también con nulo resultado. Se metió luego en dirección a la Calleja de Sária donde le volvió a tirar Gregorio, de Arguebanes, pero el marrano estaba de suerte y pudo eludir todos los disparos que le lanzaron y que por cierto fueron bastantes. Logró adentrarse en Lobá y pudo llegar la Roza de Valentín donde estaba Clemente y solo necesitó un disparo para rematarlo.
Así terminó la última cacería de la temporada. Salieron muchos jabalís, se tiraron muchos tiros, y solo se mataron cinco, pero diré que quedaron aún muchos para la próxima campaña. La supervivencia está asegurada.
Por la noche, hubo una cena de fin de temporada en el Asador de Llorente, en Potes, donde, aparte de comerse unos buenos chuletones, se pudo comentar todas las vivencias de la jornada. Pero seguro que en algún momento de la cena salió a relucir el nombre de Cecilio que hoy dijo adiós a su larga vida como cazador. "Ésta fue mi última cacería, los años no perdonan....." dijo al terminar la jornada. "Me acuerdo cuando maté el primer jabalí. Fue en Sotoja y bueno....., no lo quiero ni pensar ....." terminó diciendo medio emocionado. Cecilio, aunque no vuelva a participar como cazador, seguro que seguirá asistiendo a las cacerías para repartir sus sabios consejos y a la vez para disfrutar de un deporte que le colmó su existencia.