Cuadrilla 141

Mucho frío y tres jabalís en San Glorio

 

Los partes meteorológicos anunciaban para el sábado agua, fuerte descenso de las temperaturas y nieve a partir de los 1.000 metros.

A las ocho de la mañana ya estaban los componentes de la cuadrilla 141 en La Vega, donde Tino, como jefe de la cuadrilla, les iba informando por dónde se tenían que situar los puestos y por dónde iban a entrar los monteros con los perros. Hoy toca cazar en el lote de "Raíz Acebal", que está situado por encima de los pueblos de Ledantes y Barrio hasta el puerto de San Glorio.

Es la primera vez que a ésta cuadrilla le toca cazar en éste lote y había ciertos recelos entre los cazadores, acentuados porque, en ésta temporada, ya se celebraron en dicho lote dos cacerías con resultado negativo. No se mató ningún jabalí. "Estar tranquilos que sí que hay jabalís", les animaba Chico que conoce el terreno por residir allí. "La semana pasada estuve en unos invernales que hay por encima de Ledantes y tienen el monte todo revuelto, así que vamos a tener un día movidito".

Mientras tanto Tino les informaba: "Vamos a cubrir por el alto de "San Glorio", "Mesa Fría" y "Pineda", los monteros van a entrar unos por Ledantes y otros por Barrio".

En La Vega no llovía, únicamente hacía aire, pero las cotas altas estaban tapadas de unos negros nubarrones que presagiaban mucha agua. Cuando los cazadores fueron llegando a los puestos de San Glorio, fueron dando informes de la meteorología. Todos coincidían: "Aquí arriba no hay quien pare, hace muchísimu vientu y no se para de fríu". "Se me está quedando to congelau..". "Está empezando a nevar y no se dónde meterme por la cellisca". "No se si tengo pies y manos". "Estoy muertu de fríu, no tengo tientu ni na..". Efectivamente, los partes del tiempo pocas veces se equivocan y en ésta ocasión tampoco.

Pasados breves minutos de las nueve, se dio orden para que entraran en escena los monteros. Los perros que entraron por Ledantes pronto sacaron de su encame a varios jabalís que salieron de estampida monte arriba. "Son unos cuantos, no los pude contar, pero pasan de media docena, atentos arriba...", les avisaba Aníbal. "Sí, los acabo de ver cruzar por la ladera y conté hasta ocho, se acaban de meter al ríu de Ledantes". Nadie los volvió a ver hasta que minutos más tarde cruzaron por San Glorio delante de los perros. Allí estaba Ramón muerto de frío y les llegó a tirar pero estaban bastante lejos y pudieron salir ilesos del lance.

"A ver si podeis coger a los perros, que no se pasen con los jabalís", decía Pepe el de Ojedo por la emisora. Pero no lo consiguieron. Los perros no saben de límites, así que siguieron su camino detrás de los jabalís. Pero en ocasiones puede ser hasta eficaz, ya que en esta oportunidad lograron dar la vuelta a uno de los jabalís que regresó al lote y Aquilino no tuvo muchas dificultades para soltarle dos disparos, suficientes para que los perros tuvieran la recompensa de morderle cuanto quisieron. Pesó alrededor de los 40 kilos. Por fin, se había salvado el escollo y ya se había matado un marrano, además se habían visto bastantes jabalís y aunque hubo bastante tiroteo, hoy el pulso no estaba para muchas florituras.

Pero al que no le falló el pulso fue a Lucio que estuvo viendo a un jabalí cómo se había metido en el río y no le había visto salir. "O subió río arriba, o está todavía ahí", pensó. Metió los perros por donde había entrado el jabalí y momentos más tarde apareció la negra figura del jabalí que venía derecho al cazador. Pummmmm, pummmm, dos disparos certificaron su final y cuando llegaron los perros solo tuvieron que morder y a la vez pudieron contemplar los enormes dientes del animal. Dio un peso de 80 kilos, pero "tenía una boca imponente". Minutos más tarde, los perros de Sito levantaron también otro buen ejemplar que se escapó por encima de las casas de Barrio sin que nadie le disparara.

La cellisca arreciaba y se estaba poniendo feo. Era mediodía cuando se le presentó la ocasión a Manuel Relea, que hoy estaba de invitado. El jabalí estaba lejos, pero Manuel no quiso dejarle y le soltó tres disparos que no sirvieron para nada, pues el marrano siguió su ruta aún con más velocidad que la que traía. El jabalí se introdujo en el río de Ledantes y Lucio también tuvo ocasión de dispararle, pero con menos acierto que el que había tenido anteriormente. Por fin, salió a terrenos donde estaba Chico. El cazador, alertado por los disparos de sus compañeros y por los ladridos de los perros, pudo localizar al jabalí, que veía que se le iba acercando. Chico no se puso nervioso, ni le tembló el pulso. Se echó el arma a la cara y cuando vio que el jabalí estaba dentro de la distancia, le disparó. El marrano dio un salto y un fuerte gruñido para ir dando tumbos durante unos metros hasta que hincó las rodillas. También era un buen ejemplar, pesó 80 kilos, pero sin tener las defensas de su compañero.

Con agua, nieve, fuertes vendavales y empapados hasta los huesos, se llegó al final de la jornada, marcada por la climatología, sobre todo a los que estuvieron en los puestos altos, que veían cómo se iban cubriendo de nieve los campos. "Tovía nos cortan la carretera y no podemos bajar ", decía alguno. Pero no se llegó a tanto, con mucho frío pero contentos, bajaron todos hasta La Vega. Allí, mientras calentaban en el Mesón alrededor de la chimenea, fueron contándose las aventuras de una dantesca jornada donde bajaron en los remolques a tres jabalís, que no está nada mal.