A las ocho en punto de una fresca mañana, con una fuerte helada, se reunieron los componentes de la cuadrilla 31 en ferial de Potes. Hoy toca cazar en el lote de Vallejas de San Pablo, que abarca terrenos de Valmeo, Porcieda, Tudes, Tollo……, hasta Frama.
“Vamos a echarlo en dos veces, vamos a cerrar por la mañana por Lubayo, Picu Cutiales, Porcieda y praería de la Piedra. Estuvimos ayer viendo el monte y seguru que nos vamos a entretener porque hay jabalís……”, les animaba Juan Carlos, el jefe de la cuadrilla.
Una vez colocados los puestos, se da la orden para que entren los monteros y a los pocos minutos, son los perros de Clemente, Berto, (ambos de Bedoya) y Eloy, el de Toranzo, los encargados de levantar a cinco jabalís. Una chona con cuatro crías ya de unos 25 o treinta kilos. Tasín, de Esanos, fue el encargado de intentar pararles en la huida, pero sus balas no encontraron destino, ya que los cuatro pequeños le pudieron esquivar y se pasaron a otro lote. La madre prefirió hacer una media maratón, ya que llegó hasta los praos de Porcieda donde estaba de puesto Canal, que de un par de disparos la dejó a merced de los sabuesos. Era el primer trofeo de la jornada.
Luego le tocó el turno a los perros de Oscar y David, el de la Parrilla, que fueron los encargados de levantar un jabalí. “Llevan un jabalí muy grande, atentos los que estáis en la praería, que va a toa leche…..”, avisaba David. Vigilantes sí que estuvieron, ya que sonaron varios disparos de Carlos, el de la Cajiga, pero el jabalí logró evadirse del cerco y adentrarse en terrenos ajenos al lote. Tuvieron que ser los perros los encargados de darle media vuelta y volverle al lote. Después del fallo anterior, a Carlos le dio un vuelco el corazón cuando volvió a oir los perros a su espalda. “Aquí le traen otra vez……”, comentó para sí. En esta ocasión sólo necesitó un disparo para ver rodar al marrano por la pendiente del prao, quedando a expensas de los perros.
Hubo varios levantes más, como el de los perros de Carlos, Raúl y Roberto que levantaron por encima de la orujera de los Camachos, en Valmeo, a un jabalí que no era muy grande, pero que resultó juguetón, ya que cruzó la carreta general en varias ocasiones, llegando a tener que parar un coche para no atropellar ni a él ni a los perros. Así estuvieron un rato, hasta que logró vadear el río y salirse del lote. Los perros del Mellizu y los de Rufino tampoco se quisieron quedarse en blanco y levantaron de su encame otro jabalí que logró también evadir la traca de disparos.
Era ya el mediodía y Juan Carlos, en vista que ya se había andado la porción del lote, manda coger los perros y echar la zona que va de Porcieda, a encima de las viñas hasta Santa Leocadia. Parecía que el cambio iba a salir bien, ya que apenas que entraron los perros, avisan por la emisora: “Por la zona de las viñas sube un jabalí, te va derechu Rufino…..”. El montero se preparó y enseguida le vio, pero los dos disparos que hizo no fueron eficaces para parar al jabalí. Tuvo que ser Roberto, que estaba más arriba, el encargado de neutralizar la carrera del marrano.
Muy cerca de las columnas estaba Clemente con sus perros y: “aquí debe de haber un jabalí muy grande, los perros no son capaces de sacarle……..”. “Vamos a ayudarte…...”, le contestan Eloy y Oscar que enseguida llegaron con sus perros. Poco después ya vieron que el jabalí era peleón, ya que dos perros salieron del bardal con sendas rajaduras. En la ladera de enfrente estaba Roberto, que por fin vio salir al jabalí de su escondite: “Baja por el camino viejo de Tudes, es muy grande…….”, alertaba Roberto. “Se dio la vuelta y ahora sube en dirección a las viñas…..., atentu Fonso que te va derechu”, seguía avisando Roberto. Pese a los bufíos que iba dando, el marrano pasó no muy lejos donde estaba Rufino que no llegó a verle. El que sí le vio fue Fonso que pudo hacer un disparo pero el jabalí siguió su marcha más deprisa aún. Roberto lo estaba avistando todo y veía que el jabalí se iba a escapar. No se lo pensó mucho y echó una carrera hacia arriba para intentar cortarle. Después de la galopada, Roberto jadeaba tanto o más que el jabalí, pero sin apenas coger la respiración se echó el rifle al hombro, buscó al jabalí con la mira y empezó a disparar…., un, dos, tres veces tuvo que hacerlo para ver rodar al jabalí y comprobar que había dejado de resoplar. Era el cuarto jabalí.
Minutos más tarde se oye un tiroteo por encima de las casas de Porcieda. Nadie dice nada hasta que minutos más tarde Héctor coge la emisora para: “Aquí tengo a mis pies dos jabalís, unu es pequeñu, pero el otru es muy grande. Aquí están mordiendo los perros de Rufino, de Saúl y los de Fidel”. Así de tranquilo se encontraba Héctor que en menos de cinco minutos había dejado al monte sin dos jabalís.
“Ahí va un jabalí…., le acaban de levantar, atentos los que estáis en Porcieda….”, avisaba Juan Carlos el jefe. Efectivamente, los perros del propio Juan Carlos y los de David, el de la Parrilla, llevaban en esa dirección un jabalí que, viendo el peligro que le acechaba, dio varias vueltas hasta que por fin se decidió a cruzar la barrera. Pero esa barrera hoy estaba cerrada ya que allí estaba Marco que fue el encargado de echar la llave. Era ya el séptimo de la jornada.
Pasaban ya de las cuatro de la tarde y faltaba uno para completar el cupo. Fueron los perros de Fidel, Saúl y de Roberto los que levantaron al que iba a tener “el honor” de cerrar la cacería. El marrano no era muy grande, pero pasó por encima de la viña de los Camacho y desde los praos, un poco más arriba, estaba Roberto que de un par de disparos le dejó a merced de los perros, logrando así su “hack trick” particular que no se logra todos los días. Sólo los buenos tiradores, y también con un poco de fortuna por tener la oportunidad, lo consiguen.
Así se dio por finalizada la cacería, con el cupo y sobre todo con la satisfacción, tanto de monteros como de cazadores, de haber pasado un buen día, divertido y con los remolques llenos. Que siga la racha.
(Información de Roberto Bulnes) |