Última cacería de la temporada para la cuadrilla 31. Toca cazar en el lote de Raíz Acebal, que está por la zona que va de Ledantes y Barrio hasta Pineda. La cacería se celebró el jueves 9 de Febrero por haber sido suspendida el Domingo anterior por el mal tiempo.
La cuadrilla se juntó en La Vega, en el bar de Yoly. Pese a ser día laborable, la presencia de cazadores fue bastante elevada. Se reunieron veinticinco escopetas, aparte de los monteros. Aunque es un lote bastante grande, el jefe de cuadrilla, Juan Carlos, les dice que “Vamos a echar la cacería en largo, para no perder tiempo a la hora de cambiar los puestos. Vamos a cubrir por la pista que sube de Barrio a Pineda, cubriendo por la Manga, Dobres, Cora……, hasta la Peña Cantagallu. Estuvimos viendo el terreno y más arriba de Cantagallu no se puede pasar porque ya hay mucha nieve. Vamos a cubrir también desde la depuradora de Ledantes hasta el Puerto de San Glorio. Los monteros van a entrar todos por la zona de Barrio, menos Fonso, Eloy y Roberto que lo van a hacer por el pueblo de Ledantes”.
Apenas habían dado a viso a los monteros para entrar en el monte, cuando se oyen los primeros disparos. Nadie comentaba nada, hasta que Popi, que estaba encima del pueblo de Barrio coge la emisora para avisar a sus compañeros: “Aquí tengo a mis pies una jabalina bastante buena…..”. Las perspectivas no podían ser mejores, ya que apenas empezar la cacería y ya habían hecho diana.
Minutos más tarde es Jesús Celada el que avisa: “Me salieron dos jabalís que venían derechos a mí, pero se conoce que me olieron y se dieron la vuelta. Les tiré pero ya estaban bastante lejos y marcharon”.
Un invitado, Canal, fue el siguiente en tener trabajo. Le entraron nada más y nada menos que seis jabalís en la zona de Cora. Les hizo también varios disparos pero hoy no era su día y los marranos lograron escapar del peligro.
En la misma zona de Cora estaba también José Luis, de Pesaguero, pero éste tuvo más fortuna. Los perros de Rufino le traían dos jabalís. Venían a escasos metros uno del otro y José Luis tumbó al primero con un único disparo. El segundo, al oir el estampido, emprendió una rápida carrera, pero José Luis le pudo meter en la mira del rifle y con dos disparos le dejó durmiendo sin que los perros, pese a los mordiscos que le daban, le pudieran despertar. Estaban todos tan enfrascados en su tarea, que llegó un tercer jabalí, pero al ver la función que traían entre manos los perros, se dio la media vuelta para alejarse de aquella chamusquina.
“Acabo de ver un osu…..., es muy grande…..”, decía José Antonio Aramburu. “Está parau y me está mirando…...”, continuaba el cazador. “Ten ciudau, igual se asusta al ver lo feu que eres…….”, le respondió Tasín. “No es ninguna broma…...”, insistía Aramburu que, preso de los nervios, no sabía qué hacer. Por una parte le entraban ganas de hacer un disparo al aire para ahuyentar al plantígrado, por otro echar a correr….., pero no hizo falta, ya que el oso reanudó su marcha monte arriba. José Antonio Aramburu, con una valentía impecable, mostrando tener los nervios de acero, aún tuvo agallas para hacerle una foto, cuando el oso pasaba apenas a veinte metros suyo. El susto que llevó, le supo disimular muy bien.
Roberto y Eloy estaban monteando en la zona de Las Minas y les avisa Fonso que echen un vistazo donde acaba la pista. “Hay una buena demanda, acercaros que allí hay jabalís…...”. Estando los monteros escudriñando la zona, se percatan de la presencia de un jabalí que estaba cruzando el rio. Roberto le hace dos disparos. El jabalí pegó un salto cayendo a continuación, pero al instante se levantó y siguió su ruta. Roberto cargó de nuevo el arma, hizo dos nuevos disparos…., y el jabalí se pudo meter en un escobal bastante espeso. Detrás de él entraron los perros de Oscar, los de Roberto y los de David, el de la Parrilla. Allí se formó una escabechina, con gruñidos del jabalí y aullidos lastimeros de los perros.
Había algo de nieve y para los monteros era prácticamente imposible entrar allá para rematar al marrano antes que acabara con los perros. Poco a poco, entre bardas, ganzabas y brezos Roberto pudo colarse en aquel brezal hasta que se pudo colocar por encima del jabalí. No le podía disparar por miedo a dar a los perros, pero sí pudo comprobar que el jabalí ya había hecho su trabajo. El perro de David estaba rajado, le había tocado el pulmón. “David, aquí tienes al perro que cobró…..”, le avisó Roberto.
Pero el jabalí, aunque herido, aún tuvo fuerzas para colocarse de nuevo por encima de Roberto, con el peligro que ello conlleva. La batalla entre perros y jabalí continuaba, hasta que por fin el marrano se decidió a salir dejando en la piel de los perros el sello de sus colmillos. No contento con esto, el jabalí quería más, y se fue directamente a por Roberto. El montero le tuvo que rematar a cinco metros. Venía derecho a él. Con el susto aún en el cuerpo, Roberto tuvo que coger los perros que tenían varias rajaduras y llevarlos también a la clínica de San Vicente, pero parece que las heridas no fueron de mucho cuidado.
Y así se dio por finalizada la cacería y la temporada. Una cacería con varios fallos por parte de los cazadores, donde se sufrieron diversos sustos, respingos y hasta pánicos, pero con la satisfacción de rematar la temporada con los deberes bien hechos.
(Información de Roberto Bulnes) |