La cuadrilla 103 le correspondió cazar el pasado sábado en el lote de Cotera Oria, que está por la zona de Vendejo, Caloca hasta el Picu de Bistruey. En principio es un buen lote donde siempre se baja con “mercancía” en los remolques. Todos los pronósticos anunciaban un día de mucha agua, sin embargo, cuando los cazadores se juntaron en la Viñona, estaba el cielo con algunas nubes altas, buena temperatura y sin agua.
José Angel, el jefe de la cuadrilla, les iba anunciando los pormenores de cómo se iba a desarrollar el día, a la vez que los cazadores iban presentando las acreditaciones ante la Guardería. “Vamos a empezar a echar la zona que va desde Caloca para arriba hasta Piedras Albas. Si nos da tiempo, echaremos luego la zona de Vendejo. Me dice la guardería que tenemos que tener cuidado que por esta zona hay osos, así que no le confundáis con un jabalí”.
No eran las 9 y media de la mañana cuando se da la orden de entrar los monteros con los sabuesos. Vueltas y más vueltas, pero no aparecía ningún rastro. “Aquí no hay nada….., acabo de hablar con un pastor de Bárago y me dice que hace dos días estuvieron aquí los lobos, así que no puede haber jabalís…….”, comentaba David.
En vista de lo que estaba ocurriendo, el Jefe de la cuadrilla mandó cambiar los puestos y echar la zona de Vendejo. “Cuando subíamos ya vimos que había praos bastante hozaos, así que estarán más bajos”.
Fueron los perros de Sergio, el de Cóbreces, los encargados de sacar de su encame al primer jabalí. “Le acabo de ver y es bastante buenu, atentos arriba que va muy deprisa”. No tardaron en oírse los primeros disparos. Fueron varios los cazadores que tiraron, Jorge, Abelín, Pedrín….., pero todos al aire, ninguno encontró la diana deseada. Al cabo de unos minutos se oye por la emisora: “Ya le maté, ya le están mordiendo los perros.......”. Quien así se explicaba era Manuel Relea, que necesitó un par de disparos para parar al jabalí. No le tiró de muy lejos, pero la maleza del monte entorpecía al cazador a la hora de apuntar con garantías.
Al cabo de un rato y ya con la presencia de la lluvia, fue Rubén el que alertaba a los puestos del levante que habían hecho sus perros. “Son unos cuantos, cuatro o cinco. Yo creo que es una chona con las crías, pues enseguida se esparcieron”.
¿Son rayones?, le preguntó el jefe de la cuadrilla. “No, no, ya son grandes. Yo vi a dos y pasaban de 25 kilos”, respondió el montero. El lote estaba bien cubierto, pero a veces ocurren cosas extrañas y los jabalís se escabulleron por donde pudieron sin ser vistos por nadie. Precisamente a esa hora empezó a llover con fuerza, y entre el viento que se levantó y el chaparrón, nadie se percató de la huida de los jabalís. Únicamente se dieron cuenta cuando llegaron los perros y pudieron comprobar la astucia de los suidos.
Se acercaba ya la hora de terminar la cacería y como no cesaba de llover, el jefe de la cuadrilla dio la orden de recoger los perros y retirarse. Así lo estaban haciendo, cuando surgió un inesperado trance. En la peña el Cigal, venía Sergio con los perros amarrados en busca del coche, cuando inesperadamente se le presentó de bruces un enorme jabalí que venía derecho a él. Sergio soltó la cuerda de sus sabuesos, cogió el arma, le quitó el seguro, apuntó y ¡cómo apuntó…..!. Allí estaba el enorme jabalí, que se aproximó a los 100 kilos, dando sus últimas vueltas por la pendiente para quedar tieso a merced de los perros.
“¿Quién tiró?”, preguntó José Angel. “Acabo de matar un jabalí muy grande, tenéis que venir algunu a ayudarme a sacarle. Es muy grande”, le respondía Sergio.
No habían acabado de hablar, cuando empiezan a dar voces por la emisora. “Un osu, un osu…...”, quien así se explicaba era Jorge. “¿Dónde está”?, le contestaba Abelín. “Enfrente de donde tú estás, a la otra parte del ríu, cerca de la ermita, en la Cadena, mira por dónde sube, está llegando a las primeras hayas. Ahora se paró. ¿No le ves?”, respondía Jorge.
“Sí, sí, le estoy viendo. Vaya bichu…..”, le contestaba Abelín. “Allá voy yo para que le vean los críos…….”, les indicaba ahora Chanchel. “No vengas que ya se metió al monte y ya no se ve”.
Con estos imprevistos de última hora se dio por finalizada la cacería. Una jornada que durante la mañana resultó algo aburrida, pero por la tarde, entre el agua, y la presencia de jabalís y osos resultó más entretenida. |