Estaba visto. Este año la cuadrilla 103 no había tenido en ésta temporada la oportunidad de cazar en el lote de Bicobres Norte, aquí en Bedoya, pero llegó por fin el día esperado. Buena mañana la que amaneció en San Pedro, lugar de reunión de la cuadrilla, incluso con una agradable temperatura, después de las heladas de los días pasados.
José Angel Cuevas, como jefe de la cuadrilla, fue el encargado de organizar la cacería. “Vamos a empezar por arriba, los monteros van a entrar por Sardanes y nosotros vamos a cubrir desde el Collau Taruey, por la Cuesta, Canal Mayor, Jayumenudu, hasta Sotoja. Tenemos bastantes escopetas, así que estar atentos que tenemos jabalís en el lote. Estuvimos mirando el otro día y se ve el monte muy revueltu. Si no hacemos el cupu, por la tarde echaremos la parte de la Dobra. Ah, se me olvidaba deciros una cosa. Me comunica el guarda que se puede matar un lobo, nada más que uno, así que si le veis, le podéis tirar sin miedo”.
Para llegar a los puestos de Canal Mayor hay que estar en buena forma física, ya que hay que andar un buen trecho (allí no llega la motorizada). Para aligerar el tiempo, José Angel sortea los puestos y a los que les tocó subir hasta Canal Mayor marcharon antes que los demás. Llorente fue el encargado de colocarles.
Y dicen que al que madruga, Dios le ayuda. Así sucedió, ya que no habían entrado aún los perros a escena y ya se oyen los primeros disparos debajo de la Peña de las Segás. Acababa de llegar al puesto Paco, que hoy estaba de invitado y que es de San Vicente de la Barquera, cuando oye un ruido ensordecedor. Se da media vuelta y solo veía moverse bultos negros. Eran 7 jabalís que cruzaban una canal. Deprisa y corriendo, echa el arma a la cara, les mete en la mira y dispara, uno, dos, tres….., y el rebaño se dispersa, pero con dos ejemplares menos que quedaron allí sin aliento. Bien empezaba el día, sin empezar prácticamente la cacería y ya había dos jabalís preparados para bajarlos a los remolques.
Cuando entraron los monteros en liza, la jauría de perros se encargó de poner la música a la jornada. Por todas partes salían jabalís y claro, enseguida iban llegando a los puestos. En Sotoja estaba Juanjo, de Potes, que volvió éste año a la cuadrilla, y no tuvo mayores problemas para detener a un jabalí que pretendía adentrarse en Lobá. “Es mu, mu, muy grande…...”, avisaba a los compañeros por la emisora.
Un poco más arriba, en Prauneveru estaba Rubén Gómez Caviedes, que hoy estaba de invitado, y también le llegó la oportunidad de disparar, pero se ve que lo suyo es la bicicleta porque el jabalí se escapó.
Mucho más arriba, en Sandelasierra, estaba Abelín que vio al jabalí subir por los Canchales. Le dio tiempo a colocarse a gusto y elegir el mejor sitio para detenerle. No tuvo mayores problemas porque un disparo fue suficiente para verle rodar por la cuesta.
Pero donde hoy se presentaba la contienda era en Canal Mayor. Estos puestos son pasos obligados para los jabalís en su intento por escapar de la quema que tienen siempre por detrás, me refiero a los perros. Y allí hoy estaba Francisco de la Vega, de Pendes, que otros días viene de montero, pero hoy lo hizo desde el puesto. A Francisco se le da bien cazar en Bedoya, raramente se queda sin probarlo y hoy lo tuvo bastante crudo. “Me llegaron seis o siete jabalís en fila, no los pude contar bien, les tiré a los primeros y cada vez corrían más y cuando ya me daba por vencido, con la última bala que me quedaba le pegué a uno que dio unas vueltas y bajó rodando casi a mis pies”.
El resto de jabalís que se le escaparon a Francisco, se dispersaron. A uno se le ocurrió pasar por donde estaba José Antonio Llorente y, conociendo al cazador, ya se sabe el desenlace final. Era el sexto de la jornada.
Pero lo que nadie sospechaba era que los jabalís venían “arreados” por un lobo, en vez de los perros. El primero que le vio fue Paco, el de San Vicente, y ¿será un perro, o un lobo?, pensaba. No le tenía muy cerca, y aunque le parecía un lobo, la duda le acechaba. Paco, hizo un disparo pero sin apuntar por si las moscas y con ese disparo a la vez advertía a Pablo, el de Besoy, que estaba más arriba. Efectivamente, Pablo no tuvo ninguna duda. Era un lobo. Le soltó un disparo y el lobo quedó “esclacau”. Le había roto una pata de atrás, pero en su afán por huir siguió arrastrándose. Un segundo disparo fue suficiente para dejarle tendido. Era un macho de un buen empaque. “Le maté…., maté al lobu…….”, anunciaba orgulloso Pablo a sus compañeros.
Más arriba, en lo más alto del lote, también había refriega. Los sabuesos “arreaban” a los jabalís y éstos pretendían alcanzar la cima para escapar del asedio. A Pedrín, el del Bodegón de Potes, se le presentaron en el Collau de Taruey cinco de un golpe y cuando quiso reaccionar ya estaban cerca de Pasaneu. Los tiró, pero sin suerte, “iban como flechas…...”, diría luego el cazador.
Pero al que le da igual que corran mucho es Abelín que frenó al jabalí que pretendía cruzar la barrera. Era ya el séptimo del día y el Jefe de la cuadrilla, al notar que los jabalís ya escaseaban en el trozo del lote que estaban batiendo, ordenó cambiarse para echar desde Salarzón hasta Sardanes, como así se hizo.
No hubo muchos problemas porque de nuevo empezaron a aflorar los jabalís. Los perros entraron por San Pedro y por Salarzón. Y detrás de la cuadra de Lipe Prellezo ya encontraron diversión. De allí sacaron hermoso jabalí que emprendió la marcha hacia la Dobra, pero en la Reverencia se encontró con Jesus Caviedes que se encargó de pararle. Con el primer disparo le rompió la boca, pero el marrano siguió su marcha. Tuvo que soltarle las dos balas que le quedaban para dejarle inmóvil.
Hasta los praos de Sária llevaron los perros a otro marrano y allí estaba Sebrango para “decirle” que por allí, sin su permiso, no pasaba nadie.
Más arriba, en Sardanes, también llegaron jabalís y, aunque alguno logró escapar, otros no lo consiguieron, debido a la buena puntería de Chico que no tuvo muchos problemas para dejar a uno seco en mitad de la pradería.
Un poco más arriba, en la Patatera, fue Benjamín el encargado de frenar a otro jabalí que pasaba como una flecha, pero Benjamín le metió en la mira y después de dispararle vio cómo rodaba por los praos hasta la riega de Sardanes.
Y en la Dobra, fue Chanchel el encargado de cerrar la cuenta. El Palomo, su perro, había sacado del encame un jabalí y Chanchel no le dejó ir muy lejos, ya que dos disparos fueron suficientes para ver cómo mordía el Palomo.
“Ya tenemos el cupo, así que a recoger los perros y nos vamos todos para San Pedro”, les anunciaba José Angel. Eran las cuatro de la tarde y en San Pedro la expectación era grande, con muchos curiosos que se habían enterado de la hazaña y querían ir a ver al lobo. “Esti ya no te mata más cabras…...”, le decían a Jorge que asentía con la cabeza. "Ni a las mías tampoco......", remataba el joven David Fuente.
Y para cerrar la jornada, se fueron todos a cenar a los Guardo, en Ojedo, donde a la vez que comían unas patatas con carne y unos filetes, regado con un buen vino, café y chupitos, la alegría entre los cazadores fue muy grande, ya que la jornada había resultado redonda. La verdad que se escaparon muchos jabalís por fallos de los cazadores, pero se logró el cupo y los perros pudieron trabajar a sus anchas. Es que en Bicobres ésta cuadrilla se transforma.
(Información de Abelín)
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