La cuadrilla 103 subió al monte de Barcenilla para lo que en principio será la última cacería de la temporada. Aunque todavía existen esperanzas de que permitan echar la cacería que en su día se anuló por culpa de la pandemia en la Hoyona.
Para los no entendidos diré que el lote de Barcenilla está por terrenos que van desde Cabezón de Liébana hasta los montes de Yebas, pasando por Piasca y Los Cos. Un bonito lote donde la fauna salvaje siempre está presente.
Cuando se juntaron los componentes de la cuadrilla, la lluvia hacía acto de presencia, pero “no nos tiene que meter miedu, si dejamos la cacería para el miércoles es peor porque van a faltar muchos. Además por el móvil veo que a media mañana va a despejar”, comentaba Jorge Cuevas.
“Estuvimos por la semana viendo el monte y por la parte de debajo de Yebas se nota que apenas hay jabalís, pero por la parte alta se ve bastante revuelto, así que vamos a aprovechar y empezar por encima de Yebas, cubriendo por la pista que sube a Los Cos hasta el Picu la Gallina” les informa Chanchel, el jefe de la cuadrilla.
Cuando los puestos se fueron colocando en su sitio, la lluvia iba desapareciendo y el sol empezaba a asomar por Peñasagra. Tenía razón Jorge.
El jefe de la cuadrilla da la orden a los monteros para entrar en el lote. Vueltas y más vueltas con los sabuesos, pero los jabalís no aparecían. Algún cazador ya pensaba que ésta cuadrilla tiene el mal de ojo encima. En ésta temporada fueron varias las cacerías que se bajaron del monte sin ver ningún jabalí. Y eso parecía que iba a ocurrir hoy.
“Vamos a echar la parte de abajo hasta Aceñaba, y daros un pocu de prisa que ya son las tres de la tarde”, les avisaba el jefe de la cuadrilla.
Parecía que era un acierto ya que las emisoras empezaron a dar señales de vida. “Acabo de ver un jabalí muy grande encima de Piasca. Va en dirección a Aceñaba. Atentos que los perros van muy atrás”, avisaba Serafín Alles.
“Sí es muy grande, le acabo de ver, pero se metió pa abajo, en dirección a Cabezón”. Casualidades de la vida, por allí no había nadie, así que el marrano pudo salir del atolladero sin recibir ningún susto.
Se acercaba ya la hora de terminar la cacería (a las 5), y el panorama no mejoraba nada. “Hoy bajamos con otru roscu”, pensaba más de uno.
Pero a última hora los perros levantaron dos jabalís que cruzaron todo el monte en dirección a Yebas y se fugaron por la riega que baja de dicho pueblo.
Y ya para rematar la jornada, al límite del tiempo, los perros de David se pararon en un helechal lleno de espinos y algo olieron que no querían salir de allí. Los ladridos hicieron que de allí arrancara un jabalí monte arriba y encima de Piasca estaba Abel Gómez, un veterano cazador que no se le olvidó cómo hay que hacer en ocasiones como ésta. El primer disparo sirvió para que el marrano diera una voltereta y con el segundo fue la puya definitiva dejando al jabalí con las “cuatro ruedas pinchadas”. Bien por Abel, que bajo del monte con una enorme cara de satisfacción.
Y así se dio por finalizada la cacería, pocos jabalís y los pocos que se atrevieron a salir, se escaparon. Bueno, todos no lo hicieron. Abel se encargó de que no sucediera.
Informó: Abelín |