Cuadrilla 31

Tres jabalís en Vallejas de San Pablo

Angelín Gutiérrez mató uno muy grande

La cuadrilla 31 cazó el pasado sábado, día 5 de Diciembre, en el lote de Vallejas de San Pablo, que corresponde a terrenos de Frama, Cabariezo, Los Cos.., sin duda un buen lote donde las esperanzas de encontrar jabalís son fundadas. Así lo dio a entender Tasín cuando les dijo a sus compañeros que habían pateado el monte y que era notoria la presencia de jabalís. El día también contribuía con el deseo de los cazadores, había nubes altas y una temperatura no muy fría, aunque algunas ráfagas de aire fueron la única nota discordante.

Así que una vez colocados los puestos, empieza la labor de monteros que con sus perros tienen la dura tarea de patear el monte para sacar a los jabalís de sus escondites. Sin los perros sería prácticamente imposible llevar a buen fin una cacería. Ellos tienen la capacidad de mantener el mismo ritmo de trabajo durante todo el día. Algunos se vienen abajo después de un cierto tiempo de trabajo, pero una vez que están ya entrenados, como lo están a éstas alturas de la temporada, es muy difícil que un buen perro falle.

Y hoy no fallaron, pronto levantaron de la cama a dos jabalís que la emprendieron monte arriba y que cruzaron la barrera de los tiros sin ser vistos por los cazadores. Cuando llegaron los perros se dieron cuenta de que los jabalís se la habían urdido y entraron en terrenos de la parte de Tudes. Como los perros no saben de fronteras, ni de límites, les siguieron y fue tanto su tesón que lograron que uno de los jabalís diera la vuelta y se volviera al lote donde se cazaba. Allí estaba Angelín Gutiérrez que había seguido la pista de sus perros y agazapado detrás de un árbol vio cómo el jabalí se le acercaba. Se echó el arma al hombro, contuvo la respiración todo lo que pudo para no hacer ruido; solo se percibía el crujido de la maleza y hoja que venía tronchando el jabalí. Angelín es aún muy joven, pero sabe de sobra que lo principal para tener éxito es que el jabalí ni te oiga ni te huela. De Pumareña vienen sus genes, así que cuando atisbó que le tenía a punto, le soltó un pepinazo que hizo tambalearse al animal, pero éste siguió su rumbo y entonces Angelín sin dudarlo, le volvió a tirar para verle rodar unos metros. Tan pronto como estuvo seguro del éxito, no tardó en coger la emisora y pregonar a los cuatro vientos de forma pletórica: "ya maté unu, esti ya no se escapa". El jabalí pasó de los 70 kilos.

Y al que tampoco se le escapó fue a Basilio que éste año está que se sale. Siempre digo que no es fácil matar un jabalí, tienen que conjugarse unos cuantos factores para lograr el éxito deseado, como que haya jabalís y que pasen cerca del tirador, que no se meta ruido, saber de dónde sopla el viento, un poco de picardía, estar siempre alerta, acertar con el disparo.., etc, etc.. Pero entre todos esos factores, creo que el más principal es la puntería del cazador. Si al final, no logras apuntar bien, ten por seguro que el jabalí se escapa. Y digo todo esto porque algo tendrá Basilio cuando en cinco cacerías mató nada menos que cuatro jabalís. Hoy necesitó dos disparos para detener en su huida a un buen jabalí que rondaba los 50 kilos. "Con el primeru fallé, pero el segundu se le metí por toda garganta y quedó secu", comentaba luego Basilio.

Así fue transcurriendo la jornada, donde salieron a escena más jabalís, pero alguno de los factores arriba descritos no se cumplieron, ya que unos lograron rebasar la frontera de los puestos y otros desaparecieron como arte de magia.

Cuando ya creían que se terminaría la jornada con los dos jabalís cobrados, los perros volvieron a sacar a otro marrano que cruzó una ladera hasta llegar donde los tiros. Allí estaba Luis Manuel Cuevas (Fanio) que hacía mucho tiempo que no había tenido una oportunidad así. Por los ladridos de los perros intuía que el jabalí, si no cambiaba de rumbo, iba a salir muy cerca suyo, así que le dio tiempo a prepararse y atrincherarse detrás de una piedra. Cuando divisó al jabalí, dudó si sería capaz de matarle; el marrano le iba a pasar bastante lejos, pero era su única oportunidad, o tirar o dejarle escapar. Así que le lanzó un misil que el jabalí sintió, por lo menos dio un bote y la carrera ya no era tan ligera. Un segundo disparo supuso la puntilla definitiva para un marrano que pesó alrededor de los sesenta kilos.

Con los tres jabalís en el remolque bajaron los cazadores contentos, únicamente con la pesadumbre, por parte de algunos, por los fallos que hubo, pero todo no puede ser. Hay que dejar alguno en el monte porque habrá otras oportunidades.

Datos aportados por Ana Gutiérrez

CUADRILLA 31

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