Por fin llegó el día esperado, el día en que iba a dar comienzo una nueva temporada de caza para la cuadrilla 103. Hoy tocaba cazar en el lote de Panda y Carrielda que está por la zona alta de Camaleño. Las esperanzas de conseguir buenos resultados eran grandes, ya que es un lote donde siempre se alcanzan los objetivos.
A las siete y media de la mañana empezaron a llegar los cazadores a Los Llanos, donde Jorge se encargó de aleccionar a los cazadores y sortear entre los tiradores los puestos a cubrir.
La mañana estaba oscura con una niebla que cubría la zona más alta del lote, a la vez que una fina agua envolvía a cazadores y vegetación. Así se pudo dar comienzo a la jornada.
Cuando los perros empezaron con su trabajo, todo indicaba que iba a ser un gran día de caza, ya que pronto detectaron la presencia de los ansiados jabalíes y, aunque chorreaba agua por todas partes, las expectativas de un gran día de caza eran muy grandes.
"Los perros acaban de levantar a unos cuantos, no se cuantos son, pero cogieron todo el monte arriba en dirección a Mogrovejo" se desgañitaba por la emisora Serafín el de Cobeña, que los había visto pasar por un pequeño descampado.
"Yo también los vi", respondió Manín, "pero son muy pequeños".
Efectivamente, una asustada jabalina llevaba a su alrededor cuatro o cinco jabatos que emprendieron una vertiginosa desbandada ante el ruido ensordecedor de la jauría que les perseguía. Su huida no podía tener mucho éxito porque la zona estaba en principio bien cubierta por las escopetas. Pero nadie se acordaba que estamos en el mes de Setiembre y que los montes están en unas condiciones aún muy precarias para que los cazadores puedan lucirse.
Un inaccesible y espeso matorral dio cobijo a los jabalíes que fue suficiente para que ni perros, ni cazadores pudieran adentrarse en tal maraña de zarzas, helechos y árgomas. Seguro que los jabalís conocían mejor aquel monte, donde los perros se batieron y lucharon por querer entrar, pero tuvieron que ser los propios perreros los que les tuvieron que retirar de aquel inútil empeño.
Era ya la hora de comer cuando los perros de David avisaron a los cazadores que por aquella zona había "pescado". Acababan de levantar de su camada un buen ejemplar, que llevaron, por encima de "El Guisu", a los lugares donde estaban apostadas las escopetas.
Llorente, que hoy estaba como invitado, fue el afortunado que tuvo la ocasión de demostrar que no se le olvidó apretar el gatillo y tampoco apuntar donde ponía el ojo. Dos disparos necesitó para parar las pretensiones de huida del desafortunado jabalí, que cayó rodando para que los perros le mordieran a su gusto.
Pero no en todos los puestos estuvieron tan acertados como Llorente, ya que sonaron varios disparos, pero los jabalíes lograron burlar a los cazadores y adentrarse en lugares seguros.
Ya por la tarde, ni la niebla se fue, ni la lluvia cesó, así que ante el lógico cansancio de los perros, se dio por terminada la cacería, con un único ejemplar en el talego.
Ahora a esperar al próximo Domingo que se cazará aquí en los montes de Bedoya y donde se tienen fundadas esperanzas de demostrar que no se les olvidó tirar.