Cuadrilla 103

Se bajaron dos jabalís de Poda

 

"Que el sábado va a llover..., no vamos a tener suerte con el día, viene una borrasca muy grande..". Esos eran los comentarios, viendo los partes de la TV, durante los días previos a la cacería que la cuadrilla 103 iba a echar en Poda-Cordancas. Por fin llegó el sábado y amaneció un día sin agua, pero parecía que no acababa de amanecer por lo oscuro que estaba.

La cuadrilla se reunió en Lebeña y Jorge les iba indicando por donde se iba a echar la cacería, a la vez que se sorteaban los puestos y se acreditaban todos ante la guardería. "Vamos a empezar por toda la zona baja del lote, cubriendo por la parte baja el río y por arriba hay que tapar en la Fuente de San Pedro y Arcedón".

Una vez colocados los puestos se da la orden para entrar en escena a los perros, que trabajan lo indecible pero no acaban de encontrar los rastros. Para colmo las previsiones de agua y vientos huracanados se empiezan a cumplir y en los puestos altos el viento soplaba con una fuerza inusitada. "Aquí arriba no hay quien se mantenga, me tira el vientu..., no hay quien aguante en pie", comentaban por la emisora. Y lo que es peor, nadie podía intuir de donde venía el viento. Era absurdo ya que las ráfagas de aire soplaban de todos los lados.

Por todos es sabido que el viento es crucial cuando se intenta cazar jabalís. Crucial, pero en sentido negativo, "los animales salvajes cuando hace muchu vientu, se ponen como locos y no saben a dónde van. Estos bichos no hay quien los controle, son impredecibles por las cosas tan raras que llegan a hacer. Siempre tienen la maleta hecha; barruntan el tiempo mucho antes que llegue el temporal y se cambian de sitiu", comentaba un veterano cazador. Y resultó tener razón. Días atrás se habían visto por la zona rastros de ellos y hoy parecía que habían desaparecido todos. Ni perros ni monteros lograban sacar de sus madrigueras a los jabalís.

Era ya casi mediodía cuando se animó la jornada al detectar los perros un rastro y acto seguido levantar un marrano que emprendió la huida en dirección a Arcedón. "Atentos en Arcedón, que va el jabalí para allá..", comentaban por la emisora. Si el marrano hubiera intuido que por aquella zona estaba Abelín, seguro que hubiera cambiado de rumbo, pero por algo dicen que los jabalís pertenecen a una raza tozuda y no quiso dejar de intentarlo, allá que se fue.

Como queda dicho, en Arcedón estaba colocado Abelín que con la visera calada hasta los orejas, la ropa empapada y con los talones congelados, inmóvil, sin mover un músculo y con todos los sentidos agudizados, veía cómo se le iba acercando el jabalí. "Este no se me escapa..", pensaba para sí. Y así ocurrió. Dos disparos fueron suficientes para ver cómo el marrano daba un par de vueltas sobre sí y quedar inmóvil. No era muy grande, unos 50 kilos.

Una vez que los perros llegaron a donde estaban los puestos, Jorge mandó a éstos subir más arriba, para echar la zona de Trescorroble, cubriendo por la Matilla y la pradería de Poda. Al estar más altos, el agua y el viento arreciaban aún con más intensidad. Cada uno intentaba guarecerse donde mejor pudiera, normalmente detrás de algún árbol o de alguna roca. Y hubo suerte porque los perros enseguida lograron levantar de su camada a un jabalí que emprendió la fuga en dirección a Poda.

En su huida se oyeron varios disparos, pero el jabalí logró burlarse de todos. Hoy no era el mejor día para tener el pulso a punto. Pero siempre hay excepciones y oportunidades, como la del joven Lucio que hizo gala de un gran aplomo y serenidad. Cuando vio aproximarse al jabalí se echó el arma al hombro, dejó de respirar mientras los latidos del corazón aumentaban de velocidad. Intentó controlar todos esos síntomas y trató de serenarse hasta que soltó un disparo que fue suficiente para hacer rodar al marrano.

En vista del tiempo reinante y como los jabalís no daban más señales de vida, Jorge dio la orden de retirada, dando por terminada la jornada donde seguro que nadie perdió la chaqueta. El viento huracanado, el agua y el frío fueron los verdaderos protagonistas del día, pero no los únicos ya que tanto Abelín como Lucio dejaron patente que, por muchas adversidades que encuentren, siempre hay que contar con ellos.