Es la última cacería de la temporada para la cuadrilla 103. El pasado Domingo tuvo que ser suspendida por causa de la nieve, así que se celebró el jueves día 27 de Enero. A las 8 de la mañana se presentaron los cazadores en la Viñona. Hay que cazar en Cotera Oria, lote que está por la zona de Caloca y aunque hoy no estaba cubierto de nieve, sin embargo caían unos grandes copos mientras presentaban los cazadores sus licencias y Jorge, como jefe de la cuadrilla, les daba los últimos informes. "Me dijeron que hay jabalís, así que vamos a por ellos...", les animaba.
Después de sortearse los puestos y una vez ocupados por los cazadores, se dio permiso a los monteros para que metieran los perros. Parecía que las previsiones de Jorge no se iban a cumplir, porque pasaban los minutos y no había ningún amago de aparecer los suidos. Los perros trabajaban bien, pero no encontraban los rastros de los jabalís. Parecía que habían desaparecido del mapa, solamente las voces de los monteros ponían un poco de espectáculo en el monte. Los ladridos de los perros apenas que se oían.
Más de uno pensó que Jorge no estaba bien informado porque no había jabalís. Otros pensaban en la facilidad con que los jabalís abandonan y cambian sus zonas de encame. La pricipal causa es la climatología. El frío, el calor, la lluvia o la nieve pueden ocasionar el vaciado de una mancha en cuestión de horas. Contra esto es casi imposible luchar.
Por fin, se abre la caja de los truenos y se oye la música del concierto. Los perros dieron con el encame de los jabalís, pero no eran capaces de sacarlos de un gran hormazo. Normalmente los jabalís huyen cuando detectan la proximidad de los perros, los temen, pero tampoco dudan en atacarlos cuando se sienten acosados, en muchos casos hasta provocan su muerte. Por otra parte, enfrentarse al colmillo del jabalí no es demasiado agradable para los perros, pero también existen perros valientes y entonces es cuando puede ocurrir lo nunca deseado por los monteros.
El jabalí es un animal lleno de valores, es paciente, ágil, tozudo, resistente, valiente y desconfiado y por sobre todas las cosas, con un olfato y oído muy superior a los humanos. Digo todo esto porque hoy costó mucho el sacarles de su madriguera, incluso algún perro salió herido de la contienda. Hasta que no llegaron los monteros, no fue posible sacarlos de allí. Eran dos buenos jabalís que una vez que lo vieron un poco oscuro decidieron arrancar a toda velocidad. "Ahí van, ahí van.., atentos arriba que salieron a toda velocidad, van como tiros monte arriba ", pregonaban por la emisora.
Los jabalís se dispersaron y después de llevarles los perros durante un buen rato, uno de ellos llegó por terrenos donde estaba Abelín que no necesitó mucho para soltarle dos disparos que sirvieron para que cesara en su intento de huida. Los dos disparos quedaron marcados en el animal que dio un peso de 60 kilos.
Al otro tampoco le fue muy bien porque llegó donde estaba José Angel, el de Cobeña. Un primer disparo sirvió para que el marrano diera unas vueltas, pero siguió su camino aunque ya muy mermado de sus facultades. Un segundo disparo valió para que los perros mordieran a rabiar. Tambien pesaba sobre los 60 kilos.
La caza del jabalí, en la modalidad de batidas, no es coger el arma, situarse en el puesto que te toca y esperar a que pase un ejemplar. Se necesita estar en máxima alerta durante la cacería porque cuando menos te lo esperas se te presenta y si no estás preparado, ya sabes lo que te espera, pues el jabalí es muy veloz, a la vez que muy inteligente; otro requisito importantísimo es guardar silencio absoluto, son factores a tener muy en cuenta. El oído y el olfato del jabalí son los sentidos más desarrollados de estos animales, y en los que sustenta en gran parte su seguridad.
Eso fue lo que le pasó a José Angel, que de repente se le presentó un jabalí que venía libre de perros. Pero hoy José Angel estaba de gracia y no necesitó mucho para ver cómo el jabalí quedaba de rodillas implorando clemencia. Un solo disparo sirvió para ello.
Era ya mediodía y apenas salieron más jabalís. Los perros seguían trabajando y levantaron de su encame a un jabalí que la emprendió monte arriba. No era muy grande y le salió a Nel que le soltó un par de disparos. "Le alumbré, le alumbré...", decía un exultante Nel. Pero el jabalí no hizo caso de los disparos y siguió su ruta como si nada hubiera pasado con los perros tras él. "Vale más que no le alumbres tantu, ciégale los ojos, que bastante ve él solu...", le respondieron.
Es importante tratar de impedir que los perros se marchen tras el rastro de los jabalís. Originan dos grandes problemas: uno la paliza que se meten y la otra la inseguridad ya que pueden cruzar carreteras y provocar accidentes. Los perros una vez abandonen la persecución, quedarán perdidos y desorientados en el monte, causando graves problemas a sus propietarios para recuperarlos. Hoy Ceci fue el encargado de recoger a cinco. "Ya no tengo cuerdas para amarrar a tantu perru", decía al terminar la cacería.
Para lo que sí había cuerda era para amarrar los chorizos que más tarde les preparó Sixto en Lerones donde pudieron comentar las incidencias de la jornada mientras degustaban unos colmados platos de patatas fritas con chorizo, huevos y lomo. Todo un convite para poner fin a la temporada donde se lograron un buen porcentaje de jabalís y donde todos lo pudieron contar sin ninguna novedad. Y eso es lo más importante.