Cuadrilla 141

La cuadrilla 141 se estrenó con dos jabalís en Lerones

La Consejería de Ganadería y Desarrollo Rural amplía el cupo de capturas en Liébana a 16 jabalís

Por fin llegó el día. Parecía que no iba a llegar nunca, pues desde Febrero ya transcurrieron unos cuantos meses y los cazadores ya añoraban tener de nuevo en sus manos la escopeta. Seguro que en todo ese tiempo, los jabalís habrán cambiado su fisionomía, muchos se habrán hecho adultos, otros habrán criado y todos tendrán un año más. Es la cadena de la vida, igual que para los humanos.

Hoy había expectación en la Viñona donde se concentraron los cazadores de la cuadrilla 141. A las siete y media de la mañana ya empezaron a llegar, aunque alguno, como al jefe de cuadrilla se le pegaron las sábanas, pero aún llegó a tiempo para alertar a sus compañeros de la cacería y de notificarles las novedades del reglamento de caza aplicado en éste año. Lo que más llamó la atención y lo que más se comentaba fue que este año el cupo de jabalís se sube a 16 marranos, frente a los 8 de años anteriores.

"Así vamos a acabar con ellos en poco tiempo", decía uno. "La administración no tiene una perra para pagar los daños y quieren que los matemos todos", apuntaba otro. "Lo peor de todo es que otros años teníamos problemas para repartir los jabalís que matábamos. No los quiere nadie, así que a ver cómo nos arreglaremos esta tarde para repartir los dieciséis", pronosticaba otro más optimista. "Menos....., menos jabalís, le respondieron. A ver si niquiera nos estrenamos; con el calor que hace, los perros a las dos horas de correr ya no van a querer trabajar más". En esas estaban cuando Tino, el jefe de cuadrilla, les advirtió: "Vamos a ver, que nos estamos durmiendo, para esta parte que se pongan los "perreros" y para la otra acera las escopetas", les decía para poder distribuir los puestos. Aquí hay que hacer un inciso. Tino había dicho el terminar la temporada pasada que se retiraba de la caza. La edad no perdona. Pero lo pensó mejor y animado por sus compañeros aquí le tenemos un año más al frente de la cuadrilla. Que no sea el último.......

Hoy toca cazar en Calejo Linares que está por la zona del pueblo de Lerones. Amaneció el día con nubes altas y que a lo largo de la jornada se fueron disipando para dar paso a un sofocante calor. Una vez colocados los puestos se da orden a los "perreros" para que entren en escena y tardaron bastante en dar con los jabalís. Los perros pateaban y pateaban el monte, pero sin ningún resultado positivo. Eran ya las doce de la mañana cuando por fin levantaron. Todo el mundo se puso en extrema tensión. No se podía fallar. No es la mejor época para matar jabalís, pero todos pretendían no quedar mal ante los compañeros. Todavía existe el miedo al ridículo entre los cazadores.

"Atentos arriba, que llevan un jabalí muy grande..", se oía por la emisora. Allí estaba José Antonio Llorente que se percató de que cada vez se oían los perros más cerca. "Vienen en esta dirección..." pensó. Apagó la emisora, quitó el seguro del rifle y contuvo la respiración para no hacer ruido. Pasa un minuto, pasan dos minutos y nada, por allí no aparecía nadie. Para colmo los perros habían enmudecido. Llorente se iba a relajar pensando que el jabalí había cruzado por otro sitio, pero de repente observa el movimiento de unos helechos como a sesenta metros de donde estaba. No sabía el motivo de esa oscilación de las plantas. Intuía que era el jabalí, pero no lo podía corroborar. Se echó el arma a la cara y esperó a que saliese al descampado. No tardó mucho en hacerlo y allí tenía delante suyo un buen ejemplar de jabalí. No le dio tiempo a observarle más, tenía suficiente, así que cuando le tuvo metido en la cruceta de la mira, apretó el gatillo. El jabalí dio un salto y pretendió seguir su marcha, pero le fallaron las patas delanteras. Estaba ya herido de muerte y pocos metros más adelante se acostó para no volver a levantarse. Rondaba los ochenta kilos y tenía "una buena boca".

Ya se había cumplido el objetivo, ya no iban a bajar de vacío del monte.

Hubo que esperar a después de comer para que de nuevo salieran a escena los jabalís. Los perros de Mena se encargaron de sacar de su escondite a dos jabalís. El sol calentaba con ganas, pero se nota que Mena tiene los perros bien entrenados. Cada marrano la emprendió por caminos distintos lo que dio motivo a que los perros solo siguieran a uno de ellos. El otro en vez de ascender monte arriba, se metió por una riega abajo. No fue muy lejos porque se dio de bruces con Mena que en su afán de seguir a los perros aún ascendía jadeante monte arriba. Dos disparos necesitó para ver al jabalí pataleando delante suyo. Tenía también una "buena planta", me refiero al jabalí, que pasaba de los 60 kilos.

Más arriba los perros seguían a su compañero. El jabalí se metió entre unas zarzas y no salía ante la desesperación de los perros. Tanto insistieron que el marrano decidió proseguir su huida, pero no contó con que por allí se encontraba Angel , el "gasolineru" de Potes, que efectuó un primer disparo y el jabalí ni se inmutó. Un nuevo estallido impactó en una pata. El jabalí dio un revolcón, se volvió a levantar y logró escabullirse entre la maleza en dirección a Lamedo. Y para no desentonar con los demás, también tenía unas buenas arrobas a cuestas, pero logró huir de la quema.

A media tarde y con bastante calor se dio por finalizada la cacería. Todos contentos, porque se mataron dos jabalís. Los perros trabajaron y se oyeron bastantes disparos en el monte, aunque con poco acierto. Al atardecer, Sixto y Ani les prepararon una merienda-cena en Lerones para rematar la jornada. Allí, en la mesa, ya más tranquilos, pudieron charlar y comentar las incidencias de la jornada.