Hoy es Nochebuena y dice un villancico: Hasta mañana temprano / no me tengo que acostar / pues este día me ha dado / por cazar, cantar y bailar.
Eso es lo que hicieron hoy los componentes de la cuadrilla 141 en el lote de Bicobres Norte, aquí en los montes de Bedoya. Porque hoy se cazó, se cantó y hasta se bailó. Y para rematar no se acostó nadie hasta el día de Navidad.
Es por todos conocido que cuando a los componentes de las cuadrillas de Bedoya se les acerca la fecha de cazar en los montes del pueblo, se les ilumina el espíritu. Alguno, yo creo, que piensa que no hay jabalís nada más que aquí, que cuando salen a otros lotes, los jabalís son distintos.
Todos los cazadores de la cuadrilla se presentaron a las 8 de la mañana en San Pedro, lugar donde debían presentar sus acreditaciones ante la guardería. Hoy no faltó nadie, entre otras cosas, porque es Nochebuena, como queda dicho, pero a esto hay que añadir que Bicobres es un lote que conocen muy bien toda la cuadrilla.
Una fina lluvia les acompaña, pero hay buena temperatura. Luego a medida que se iba adentrando el día, dejó de llover y salió un reluciente sol que hizo más amena la cacería. Tino el jefe de cuadrilla, iba explicando a sus compañeros los pormenores de la cacería. "Vamos a entrar con los perros por Castro y por las choneras de la Prá. Y vamos a cerrar por Sierratama, Miseja, Las Llamizas y toda la praería de la Sieta. Algunos cerrarán más en cortu y se pondrán en la Sierra de Cobeña y por debajo de esti pueblu porque por esa zona hay muchos jabalís. Por delante de mi casa pasan muchos días una bandá de ellos".
A las 9 y media de la mañana ya empezaban a trabajar los perros que se encargaron de cantar lo que quisieron, poniendo los cazadores la percusión. Soltarlos y empezar a ladrar con ganas, todo fue uno. Los jabalíes estaban cerca. "24 de Diciembre, pim, pam, pum". Con este villancico se despertaron tanto los vecinos de Castro como los de Cobeña. Pero también se despertaron los jabalís que dormitaban tranquilos en sus encames. El resultado pronto tuvo sus consecuencias. Las emisoras empezaron a calentar y no digamos los rifles.
La poca superficie de terreno a batir, tanto de monteros y perros, como tiradores y me atrevería decir que también de jabalís, formaron un amasijo que casi se pisaban unos a otros. Y el primer jabalí que se atrevió a salir de su encame fue a parar por donde se encontraba el joven Manuel que de un solo tiro le mandó la receta deseada. Era el primero de la jornada y solo un aviso de lo que se avecinaba.
Muy cerca de allí, debajo de Cobeña, estaba la madre de Manuel, Ivana, que no quiso ser menos que su hijo y de dos disparos paró a un bonito jabalí que quería adentrarse para la zona del Castañeu.
Un invitado, Nisio de Ojedo, fue el siguiente al que le llegó el turno y el ya veterano cazador no falló. Se encontraba en Miseja y dos disparos bastaron para frenar al marrano en su huida.
Cuántas veces de pequeño patearía Primo toda la sierra de Carbonera tras las vacas o tras las cabras. Entonces era una obligación y lo que cambian las cosas, hoy Primo en vez de correr tras las cabras, corre tras su perro en busca de jabalís. Y le encontraron en la riega que baja a Castro. No necesitó armar mucho escándalo porque un único disparo fue suficiente para que el marrano pasase al limbo de los sueños. Era un buen ejemplar.
Por encima de Trillayo, en el Enebral, los perros levantaron dos jabalís que cruzaron todo el viñedo en dirección a la Cuesta del Joyal. Uno de ellos cruzó el río por la zona baja de Grillero, por el prao de Rosendo. Atravesó la carretera y en el Hoyu, cerca de Sierratama le estaba esperando Ramón Gaipo que tuvo que echar una veloz carrera para cortarle el paso. Dos disparos fueron suficientes para pararle.
El otro jabalí también cruzó el río, pero por más arriba. Lo hizo por el Prau la Cabaña y en Miseja le despachó de nuevo Nisio. Era su segundo ejemplar de la jornada. Todo esto había transcurrido en poco tiempo. Eran las once de la mañana y ya iban seis jabalís. No estaba mal y sobre todo contando con los fallos que también los hubo, pero que hoy no vamos a entrar a valorar (es nochebuena).
Cuando los perros llegaron al encinal que está por encima de Cobeña, empezó de nuevo la fiesta. Allí se armó una buena refriega entre perros, vacas y jabalís, siendo estos últimos los que sobraban en aquel espacio. Muchos salieron de allí. "Levantaron un rebañu de ellos y se metieron pa la Badarca", avisaban por la emisora. "Atentos los tiros de la Sieta que en pocos minutos los tenéis ahí". En efecto, no tardaron en llegar allí los jabalís y la Sieta se convirtió en un tiroteo parecido al de Vietnam.
La Sieta es un lugar estratégico para la caza. Normalmente los jabalís allí tienen que salir a los praos y los cazadores son conscientes de ello, por eso la atención era grande. El primero que abrió la refriega fue Francis, de Rozadío. Estaba colocado a la cabecera, muy cerca ya de la Peña y como allí no hay vegetación, vio cómo se le acercaban dos jabalís que venían derecho a él. Estaba tras un espino y tuvo todo el tiempo del mundo para prepararse. El resultado no pudo ser más satisfactorio, los dos jabalís quedaron durmiendo a sus pies.
Más abajo, Santi el de Camaleño, no quiso desperdiciar la ocasión que se le presentó y de tres disparos detuvo a un buen ejemplar. Fue el mejor de la jornada.
No muy lejos de allí, se encontraba Felipe que también se quiso unir a la fiesta, además por partida doble, ya que en pocos minutos se encargó de inmovilizar a dos jabalís que venían acosados de cerca por los perros.
Juan Antonio Mena estaba mientras tanto en Palmín. Había ido hasta allí porque su perro no acababa de salir de aquel espeso escobal. Sus ladridos denotaban que estaba ante un jabalí que le hacía frente y no era capaz de sacarle de su encame. Mena se acercó lo que pudo y cuando el jabalí arrancó le soltó la dinamita necesaria para que su perro pudiera morder lo que le apeteció. Era también de un buen tamaño.
De nuevo fue Francis el que tuvo la ocasión de demostrar sus dotes de precisión. En esta ocasión el jabalí se había adentrado en la peña. Dos disparos bastaron para verle rodar unos cuantos metros para quedar inmóvil. Era tanta la presión a la que se vieron sometidos los marranos que minutos más tarde Francis tuvo que emplearse, por cuarta vez, a fondo. Al jabalí no le habían asustado los disparos dirigidos a su compañero, porque decidió escoger parecido camino en su huida. Pero hoy Francis estaba de estrella. No es el día de Reyes, pero es Nochebuena. De esta manera remató al cuarto ejemplar de su cuenta.
"Hay que echar cuentas...", anunciaba Tino. "A ver si nos pasamos del cupu...". Después de hacer números contaron 14 jabalís y eran las tres de la tarde. No tardaron mucho en llegar a la cima de los 16.
Primeramente fue un jabalí que logró traspasar la barrera de escopetas. Fueron varios los disparos que le enviaron, aunque con suerte diversa, ya que el jabalí logró superar esa barrera y aunque herido, llegó donde estaba Jorge (padre) para acabar de rematarle de un único disparo. De esa manera Jorge se encargó de demostrar que aunque hace ya mucho que no toca pelo, aún no se le olvidó hacerlo y lo hizo de maravilla.
El siguiente y definitivo tuvo un epílogo parecido. También recibió varios disparos, pero cojeando ostensiblemente logró huir hasta llegar donde estaba el jefe de la cuadrilla. Tino tampoco quiso quedar mal y le remató para a continuación avisar a los componentes de la cuadrilla que la cacería había terminado. "Ya maté el últimu, yo creo que es el que pasaba todos los días por delante de la puerta de mi casa", bromeaba Tino. "Así que vamos a coger los perros y nos vamos para casa". A las cuatro de la tarde estaban ya todos en San Pedro. Así se dio por terminada la cacería. "Impresionante...." la calificó algún cazador porque hubo de todo: buen tiempo, muchos jabalís, muchos aciertos, algunos fallos, voces, bromas, buen trabajo de los perros, y al final, con la "mercancía" ya en San Pedro, todos contentos y felices por la jornada vivida. Hoy es Nochebuena y mañana Navidad. Hasta mañana temprano / no me tengo que acostar / pues este día me ha dado / por cazar, cantar y bailar.
Feliz Navidad