El pasado sábado, día 9 de Setiembre, empezó la temporada de caza para la cuadrilla 31, a la que correspondió cazar en el lote de Canales, que abarca terrenos desde Cosgaya al puerto de  San Glorio. Es un lote relativamente pequeño, aunque con grandes desniveles.

El jefe de la cuadrilla, Juan Carlos, fue el encargado de dar las primeras advertencias, a la vez que los cazadores iban presentando las acreditaciones ante la guardería. Como suele ocurrir todos los años, y en todas las cuadrillas, se veían caras nuevas, a la vez que se echaba en falta algunos otros que se dieron de baja. Con los rifles en su punto y las baterías de las emisoras cargadas, la mayoría de los cazadores lucían una vestimenta nueva y reluciente. Todo parecía en orden para disfrutar un buen día de la pasión cinegética.

 “Estuvimos el jueves dando una vuelta por el lote y la verdad es que está pocu andau. No debe de haber muchos jabalís, pero alguno saldrá. Dicen que los lobos acabaron con ellos, así que estar atentos que las oportunidades se presentan una sola vez. Aquí no hay repeticiones”, les decía Juan Carlos. “Vamos a echar primero desde la Vega Linares hasta el Collau de Mostrobilde. Los monteros vamos a entrar la mitad por la Vega Linares y la otra mitad por la parte alta del monte”.

Una vez colocados los tiradores en sus puestos, se dio la orden de que entraran los monteros. Vueltas y más vueltas, pero por todos es conocido la dificultad que  tiene el monte en estos comienzos de la temporada para cazar. La maleza dificulta el paso de monteros y perros, a la vez que sirve para dar cobijo a los jabalís.

Así y todo, los perros de Oscar, el de Turieno, lograron dar un poco de alegría a la cuadrilla cuando levantaron de su encame a un buen ejemplar de jabalí: “Atentos arriba que llevan un buen bichu, atentos que ahí os va……”, avisaba el montero. Los sabuesos estaban marcando el camino, sus ladridos lejanos indicaban la senda que iba dejando la presa.

Los tiradores agudizaron todos sus sentidos esperando que el jabalí llegase a sus dominios. Al cabo de unos minutos se le presentó a Héctor, que le vio atravesar la ladera para meterse en la hondonada de una riega. Por unos instantes le perdió de vista y Héctor esperó a que asomase de nuevo con la esperanza de tenerle más cerca,  pues estaba bastante distante. No tardó el jabalí en aparecer de nuevo, pero la distancia seguía siendo considerable. De todos modos, Héctor le metió en la mira del rifle y  le soltó un par de disparos, pero lo único que logró fue que el jabalí cogiese más velocidad y desapareciese sano y salvo por el monte. No siempre se acierta y hoy le tocó a Héctor, seguro que otro día lo hará mucho mejor, como él sabe hacer de sobra.

Los perros de José, el de Campollo y los del Mellizu, también cogieron demanda. “Algo llevan, van muy lanzados…...”, avisaba el Mellizu. Cuando se dieron cuenta ya se habían salido del lote y nadie pudo ver lo que llevaban.

Era ya medoiodía y en vista que no se presentaban más lances, Juan Carlos les avisó para cambiar de zona: "Vamos a echar la zona que va desde Prau Cubu hasta la Culebrera. Tenemos que espabilar un poco que se nos mete el agua. Mirad cómo viene lloviendo por los Picos…..”. No tardó en llegar el agua hasta ellos y no pararía ya en toda la tarde. Eso y que los perros no consiguieron coger ningún rastro, fue determinante para que Juan Carlos mandase recoger los perros y retirarse minutos antes de las cinco de la tarde. Este año el tiempo para las cacerías se acorta en media hora, ya que hay que finalizarlas a las 17 horas, media hora antes que en temporadas anteriores.

Así se dio por finalizada la jornada. No hubo mucha suerte, pero en este caso se debió principalmente a la ausencia de jabalís en el lote. Esperemos que esto no ocurra en lo sucesivo, porque hay quien dice que este año hay muchos menos.