Por no disponer de información, no pude hacer la crónica de la cacería que la cuadrilla 31 efectuó el día 13 de Enero en el lote de Vallejas, que está por terrenos que van desde Valmeo, Porcieda, Tudes, Tollo, Lubayo y Frama.

Una vez empezada la cacería, comenzó a llover de forma bastante fuerte, lo que fue un verdadero hándicap para el buen desarrollo de la misma. Pero los buenos cazadores se tienen que sobreponer a las adversidades meteorológicas. En los montes puede ocurrir cualquier cosa, pero el día no estaba para muchas florituras con el agua, el viento y el frío. De todos modos, la presencia de jabalís pronto se empezó a notar. Otra cosa muy diferente fue el acierto y el pulso de los cazadores.

Un invitado de lujo, Miguelín el de Pumareña, fue el encargado de destapar la olla. Miguelín tiene la bonita costumbre de que cada vez que un jabalí se le acerca, ya está sentenciado para que le acompañe en el jeep. Pocas veces falla. Y hoy no iba a ser menos, acarreando un precioso jabalí de unos 70 kilos.

Popi fue otro afortunado que logró detener  a un jabalí, aunque para ello tuvo que necesitar las tres balas de su cargador, pero cumplió de sobra con su misión.

Por encima de Lubayo estaba Bauti y un sobresalto le dio su corazón. “Un lobu, un  lobu…..”. Estaba bastante lejos y no le pudo tirar. Más arriba se encontraba José María que también se apercibió de la presencia del cánido. El cazador echó una carrera para tratar de cortarle el paso, pero con tan mala fortuna que el lobo cambió su ruta y pasó justamente por delante del  coche de José María, que no le pudo tirar.

“Güelu, güelu, mira un lobu…., tírale, tírale”, así avisaba el nieto de Celín a su abuelo.  “No, no, no……, no es un lobu, es un zorru muy grande….”, le contestó Celín. De ésta manera el lobo logró quedarse en el monte esperando a que las ovejas vuelvan a salir de las cuadras.

El que no dudó fue José Luis, el de La Parte, pero en ésta ocasión fue con un jabalí que venía acosado por los perros. No fue muy lejos ya que José Luis se encargó de dejarle inmóvil para que los sabuesos mordiesen.

Y así se dio por finalizada la cacería. Salieron bastante más jabalís, pero ya queda dicho que hoy el pulso no estaba para muchas florituras, de todos modos bajaron todos contentos del monte, aunque empapados de agua.

Informó: Adrián