A las 8 de la mañana del pasado sábado, la localidad de Ojedo aparentaba la celebración de una fiesta. Coches, remolques, perros y sobre todo cazadores. Era la cuadrilla 31 que se reunió donde los “Guardo” para ir a cazar en el lote de Poda Cordancas. La mañana estaba bastante buena, después de los vaticinios de agua que se habían dado para ese día.
El lote de Poda Cordancas diré que abarca terrenos que van desde Lebeña hasta Cicera, subiendo a Pasaneu y Collay de Taruey. No es un lote de los más apetitosos, pero la esperanza de encontrar jabalís siempre es lo último que se pierde.
Juan Carlos fue el encargado de dar los avisos oportunos a sus compañeros: “Estuvimos viendo el monte y la verdad es que se ven pocos rastros. Este año apenas que hay castañas en Cicera y los pocos jabalís que hay están en la parte alta del lote. Hoy vamos a echar desde Cicera hasta el repetidor de la Mesa. Los monteros entraremos por Cicera, pero Mente, Carlos y Berto van a entrar por el hondón de Poda. Los puestos van a estar desde los Llaos a la Braña de los Tejos, pasando por Taruey, Sandelasierra, la Mesa y Pasaneu”.
Una vez cubiertos los puestos se dio la orden de entrar los monteros y pronto, muy pronto, fueron los perros de Berto, el de San Miguel, los encargados de levantar un jabalí muy grande debajo de la Braña de los Tejos. El jabalí, al verse acosado por los perros, emprendió la huida cruzando por la citada braña, adentrándose en Cordancas y desapareciendo sano y salvo por la Venta de los Lobos hacia Lamasón, donde se pudieron recoger los perros que le perseguían.
Después de éste levante, la mañana se volvió bastante monótona. Los sabuesos trataban de localizar a los jabalís y éstos no aparecían por ninguna parte. Además el tiempo empezaba a empeorar por momentos. Allá arriba soplaba ya con mucha fuerza el viento y al mediodía empezaban a caer las primeras gotas, que pronto se convirtieron en intensos aguaceros.
Fueron los perros de Rufino los que, en esta ocasión, levantaron otro jabalí también muy grande cerca de la fuente de la Lanchera. “Atentos que es muy grande, le acabo de ver y no corre mucho, se para a menudo, pero los perros no le entran, les hace frente. Éste me va a joder algún perro…….”. Y tenía razón el montero. Su larga experiencia como montero, le revelaba que ese tipo de animales no les hace falta correr para defenderse. Sus colmillos son suficientes para meter miedo a cualquiera que no porte un arma y los perros no la llevan.
El que sí llevaba arma era “Chaquetina”, que hoy venía de invitado, y por miedo a matar a los perros que iban muy arrimados al jabalí, no se atrevió a disparar. Por todos es conocido lo inaccesible que es el monte de Cordancas y por allí entraron tanto el jabalí como los sabuesos. Pero allí el jabalí siempre lleva las de ganar, así que los perros ya agotados y viendo que allí no podían hacer nada, decidieron abandonar.
“Vamos a intentarlo de nuevo, a ver si viene algún montero más y entre todos logramos sacarle de aquí. No le veo, pero los perros no salen de aquí y están ya agotados…..”, avisaba Rufino. Se juntaron más de media docena de perros y entre todos lograron levantar de nuevo al jabalí, pero el problema no se resolvía. Ninguno se atrevía a entrarle y en una vegetación tan espesa como la de Cordancas, a los monteros les resultata imposible entrar a ayudarles. Por fin el jabalí decidió salir de aquella maraña y como también sabía correr, se perdió por la Venta de los Lobos en dirección a Lamasón.
En vista del poco éxito de la jornada y como ya se acercaba la hora (este año se terminan las cacerías a las 5 de la tarde), Juan Carlos dio la orden de recoger los perros y retirarse. Una cacería muy sosa, donde solamente salieron dos jabalís, por cierto muy grandes, y ambos lograron eludir las trincheras de perros y cazadores hacia tierras de Lamasón, donde quizá allí les traten mejor que en Liébana.
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