Después de la última nevada que dejó a Liébana blanca, la cuadrilla 31 subió al monte de Arabedes el miércoles día 13. La nieve aún hacía acto de presencia en los tramos altos del lote, pero Arabedes también tiene terreno bajo, lo que facilitó que se pudiera echar la cacería.
Se juntó la cuadrilla en Mieses y más de uno comentaba a Miguel Posada que encendiera la parrilla para calentarse. Una fuerte helada era la culpable de que los cazadores se trincharan de ropa, gorros y las correspondientes mascarillas que hoy se agradecían.
Una vez que todos presentaron los requisitos y permisos correspondientes, les comentó Juan Carlos, el jefe de la cuadrilla, por dónde iban a echar la batida. “Vamos a cubrir la zona desde el río de Lon, pasando por Beares en dirección a San Pelayo hasta Lon y bajando luego hasta Argüébanes y Parque de la madera. Creo que hay jabalís, porque dejaron bastantes rastros en la nieve. A ver si los pescamos dormidos”.
Pasaban ya de las diez de la mañana, cuando se cubrieron los puestos, entrando en escena a continuación los monteros y pronto empezaron los sabuesos a cantar. Salían jabalís por todas partes. “Acabo de ver a cuatro, que van en dirección a Brez”. “Ahora mismu acaban de salir un par de ellos, son muy grandes, van en dirección a la carretera”. “Atentos en Argüébanes que van unos cuantos en esa dirección. No los pude contar, pero son unos cuantos”. Las emisoras no callaban y todas con alentadores mensajes.
Y claro, enseguida empezaron a sonar los disparos. Entre las voces de los monteros, los ladridos de los sabuesos y los disparos de los puestos, aquello parecía la guerra de Vietnam.
“Acabo de matar unu, es chicu pero aquí le tengo”. “A mí se me escaparon dos que venían a toa leche”. “Aquí tengo a los perros de Clemente mordiendo a un jabalí, creí que se me escapaba, pero aquí está”. “A mí me venían cuatro y pude matar unu, los demás marcharon”. “Maté unu muy grande, casi se me escapaba, pero le tiré las tres balas y aquí le tengo”.
Las emisoras no dejaban de funcionar, los perros no callaban, los disparos cada vez más abundantes. Era una cacería loca, tan loca que llevaban un par de horas y el jefe de la cuadrilla intentó hacer un recuento de los jabalís cobrados. “A ver, tenéis que ir diciéndome las piezas que llevamos”. Uno, dos, tres…. Cinco, siete…. ¡¡¡nueve!!!!. Vamos a parar, se acabó la cacería. Ir recogiendo los perros y nos bajamos todos. Ya matamos nueve”, les indicaba Juan Carlos.
Así que aún no era mediodía y la cacería se había terminado. Ahora tocaba recoger la “mercancía” para presentarla a la guardería. Cuando se iban juntando, raro era ver a algún cazador que no portara un jabalí. Alguno traía hasta un par de ellos, como Miguel Posada que los dejó allí y marchó corriendo porque “tengo que ir a prender la parrilla, es una pena que no lo podamos celebrar por culpa de la pandemia, pero alguna vez será. Hacía ya unos cuantos años que no mato jabalís”.
Pasaban los minutos y, ante el estupor de algunos, seguían apareciendo remolques con más jabalís, “pero ¿cuántos matamos?. Yo llevaba cuenta de nueve y aquí hay…… ¡¡Catorce….!!”, comentaba el jefe de la cuadrilla. “Vamos a echar cuentas, ir pasando por aquí y me vais dando los nombres de los que matasteis para presentarlos al guarda”.
Guardando las distancias fueron pasando los siguientes: Choche, Miguel el de la parrilla que todo orgulloso voceaba: “yo maté dos”. Manolo Pedraja (invitado), Manuel Pando, David, el de Pembes, que también traía un par de ellos, El Mellizu, Héctor, Pianín que bajaba uno bastante grande, Carlos el de la Cajiiga, Jesús Cabiedes (invitado), David el de la Parrilla y Luis Flores que es el de mayor edad de la cuadrilla y quiso demostrar que aún sabe disparar, matando un ejemplar de gran tamaño. Total catorce jabalís, pero fueron muchas más las balas que se gastaron. Tantas que en las dos horas que duró la cacería bien se pudieron lanzar más de cuarenta. Muchos jabalís y también muchos fallos, hicieron que estuvieran entretenidos todos los componentes de la cuadrilla, incluidos los monteros que no dieron tregua a nadie.
“Dejamos Arabedes sin jabalís”. “No hombre no, si se escaparon muchísimos, estaba el monte llenu de ellos” le respondieron.
Informó: Adrián |