La cuadrilla 31 volvió a subir al monte el sábado día 28 para cazar en el lote de Milebaños que abarca la zona que va desde Perrozo y San Andrés hasta Lerones. La mañana se presentaba magnífica, apenas se veían nubes, pero la temperatura era fría a esas horas; en cuanto levantó el sol, se quedó en un día espectacular.

“Estuvimos mirando el monte y la verdad es que no se ve muy revueltu, pero algunu sí que hay. Ahora hay que dar con ellos y tener luego buena puntería”, les advertía Juan Carlos, el jefe de la cuadrilla. “Nos pasa como el otro día, tenemos pocas escopetas, pero hoy vamos a echar la cacería en dos tandas. Vamos a empezar encima de Perrozo por la sierra hasta las Canteras y bajar hasta San Andrés”.

No eran buenas las trazas que presentaba la mañana, los perros recorrían el monte, pasaban los minutos y los jabalís no aparecían por ninguna parte. Pero siempre suele saltar alguna chispa para animar la jornada.

Los ladridos empezaron a retumbar en el monte. Eran los perros de Manolo y Andrés Pando, dos hermanos que saben “algo” de esto. Los monteros se acercaron y comprobaron que allí había “tajada”. En una espesa escobera se escondía la presa, que se resistía a salir. El jabalí es un animal duro de mover de su escondite, y en la espesura tiene su mayor defensa, incluso plantando cara a los perros. Tan sólo los cochinos jovenes rompen a correr con relativa facilidad y aun así en algunas ocasiones también se enfrentan a los perros.

Hoy no se enfrentaron a los perros, pero después de las voces de los monteros y los ladridos de media docena de perros, salieron a toda velocidad dos hermosos jabalís que emprendieron una rápida carrera. Más arriba estaba de puesto Manolo, un invitado de Caloca, que no desperdició las balas que tenía en el cargador, ya que uno de los jabalís quedó clavado para que los perros mordieran a placer.

El otro jabalí se llevó también un buen susto cuando Choche le mando el recado, pero sólo se quedó en eso. Un buen susto para el jabalí ya que el marrano pudo pasar para la zona de Lerones y permanecer en el monte.

Era ya más de mediodía y “vamos a cambiar y echar la zona de abajo, tener cuidado que no se pase ningún perro..…” les avisaba Juan Carlos.

Se estaban ya montando en los coches para hacer el cambio, cuando los perros cogieron una demanda muy cerca de donde estaban. Rápidamente los cazadores se preparan ante la inminente salida de los jabalís que estaban metidos en una alta y espesa helechera. Adrián fue el primero en divisar a uno de ellos. “Sólo se le veía la cresta…”, así y todo Adrián le soltó un par de pepinazos, pero con inútil resultado. El jabalí salió a toda velocidad y Chanquel, un invitado de Lomeña y antiguo componente de la cuadrilla, también le disparó, pero el jabalí estaba de enhorabuena y pudo escapar. Recorrió durante un buen rato el hayedo hasta que se tropezó con Carlos Cuevas Paino. Carlos sabe bien cómo lo hay que hacer en éstos casos. Aprendió en Retorturas y en las Segás a batirse con los rebecos y de un certero disparo dejó al marrano a merced de los perros.

Todo esto llevó un buen rato, así que se aproximaba ya la hora del cierre de la cacería y se decidió coger los perros y retirarse. Bonito día con una excelente temperatura y todos contentos para casa. Pocos jabalís, salieron cuatro y se mataron dos, que no está nada mal. Ahora no hay celebraciones, así que a ponerse la mascarilla y todos a los coches. A ver si pronto acaba este mal sueño que estamos sufriendo y parece que no llega a su fin.

Informó: Adrián