Amanece un día soleado y un ligero viento del sur hace que la mañana sea agradable en Vega de Liébana, lugar de concentración de la jornada de hoy. Hay que cazar en Mataseñas que comprende terrenos de Señas, Barrio y Valcayo hasta Ledantes y Villaverde. Mientras el guarda se encarga de pedir la documentación a los cazadores, Jorge, como jefe de la cuadrilla 103 se encarga de ir dándoles órdenes sobre el lugar donde tienen que apostarse.
"Mándame a otros dos conmigo, creo que la zona que llega a Dobres queda ya cubierta entre los tres" comentaba Benjamín. "Vale...", contestaba Jorge, pero me hacen falta otros tres para cubrir la zona del río, que no se nos pasen para el monte de Bárago. A ver.., Pedrín, tu te vas a colocar en aquel cuetu de arriba". "Oye, no me fastidies, que estoy operau de una pierna y no puedo subir allá", le contestaba Pedrín. "Entonces te vas a poner tu", le dijo Jorge a su primo José Angel. Este no rechistó pero su semblante dejaba entrever que no le había gustado mucho el puesto que le asignaban.
De esa manera se fueron distribuyendo los puestos. Hay que moverse pronto y localizar los recientes rastros que los jabalíes han dejado antes de encamarse para sestear durante el día, por eso, una vez colocados los tiradores, se da orden para que entren los perros.
No tardaron en oírse los primeros ladridos de forma seguida, señal de que los sorprendidos jabalís habían sido levantados de sus encames. Ahora le tocaba actuar a los tiradores y en efecto, no eran aún las diez de la mañana y los perros de David levantaron nada menos que a cuatro marranos. Una hembra de bastantes kilos y tres más pequeños, pero que ya hacían "bulto".
"Ahí os van, ahí os van.." transmitían los monteros por la emisora. "Estar atentos que van a toda leche monte arriba.". Y caprichos de la vida, la jabalina que iba la primera llegó donde se apostaba José Angel, el que no le había gustado el puesto que le asignaban. Pummmm, pummmm, dos disparos resonaron en el monte. José Angel, aún aturdido ve cómo la jabalina echa borbotones de sangre y gruñe herida de muerte. Se le quiebran las patas y se queda entre las hojas del suelo. Los perros, que llegaban detrás, se ceban con élla y la muerden repetidas veces en la zona del costado. El bicho aún se revuelve y les hace frente, pero está herida de muerte y se apaga mientras los sabuesos la siguen mordiendo. "Hay que dejar a los perros que saboreen al bicho después de correr tanto", nos comentaba un montero. Para éstos la muerte del jabalí es secundaria si los perros no llegan a morderle, que es lo que verdaderamente les gusta, que se hinchen a morder aquello que con tanto ahínco persiguieron.
Decía más arriba que venían en total cuatro jabalíes y que la madre había muerto, pero ¿qué fue de los otros tres?. En cuanto oyeron los tiros, se dispersaron de tal manera que cada uno marchó para un sitio diferente, pero todos se dieron la vuelta. Allí olía a fuego..
Viendo los monteros la jugada, se prepararon y les dispararon. Los tres marranos se vieron acorralados en un círculo y había que intentar salir de allí. Conseguirlo era lo difícil, hasta que uno de ellos lo intentó metiéndose entre unos helechos, pero allí estaba Chanchel, que hoy iba de montero invitado, para cortarle su huida y hacerle correr la misma suerte que su madre. Unos 40 kilos dio de peso. Quedaban dos y los dos se pusieron de acuerdo para salir por el mismo sitio, que no era el mismo donde había caído su madre. Lo intentó el primero y José Angel de nuevo, aunque esta vez desde una considerable distancia de un certero disparo hizo que el marrano rodase por el suelo. Dio un peso alrededor de 40 kilos. Pocos minutos después salió el último por el mismo sitio y de nuevo José Angel, ¡vaya día del muchacho!, de dos tiros le hizo rodar hasta una canal donde tuvieron que ir luego los cazadores para sacar los cerca de 50 kilos que pesaba.
"Ya cayó el otru..", decía por la emisora un exultante y a la vez nervioso José Angel. "Tienes que llevarte los tres para Cobeña..., cuando un futbolista mete tres goles, se lleva el balón para casa, así que tu te tienes que llevar los tres jabalís, si los llega a matar Raúl seguro que le llevan a la Selección ...", pregonaba la emisora.
Era ya el mediodía y los perros volvieron a levantar otro macho muy bueno. Alguien dijo en alguna ocasión que los jabalís saben áljebra. Y no estaría muy desacertado. El bicho esperaba a los perros y les hacía frente. No se inmutaba en demasía y cuando vio que se le acercaban los monteros se propuso salir de aquel atolladero indemne y lo logró ya que primero Manín y luego Ceci le llegaron a tirar, pero estaban muy alejados y el marrano quedó en el monte para otra mejor ocasión.
Por la tarde, en vista del calor que hacía, Jorge determinó que era hora de retirarse y así lo hicieron todos contentos. Los cazadores porque cumplieron y donde José Angel fue el foco de todas las atenc¡ones y felicitaciones y donde los monteros también bajaron del monte contentos porque los sabuesos mordieron a rabiar.