Cuadrilla 103

La cuadrilla 103 se lució en Lebeña

Mucha agua y seis jabalís matados

A las ocho de la mañana ya estaban la mayoría de los componentes de la cuadrilla 103 en Lebeña. Hoy se va a batir el lote de Poda-Cordancas. Se presentaba la mañana oscura y parecía que no llegaba a amanecer ya que el cielo estaba encapotado y una fina lluvia influía para que la noche se alargara más de la cuenta. En una palabra, que no quería amanecer.

Entre los cazadores se respiraba un ambiente frío, no existían las bromas de jornadas anteriores y es que no se sale de casa con el mismo ánimo cuando el cielo está estrellado que cuando cae la lluvia, como en el caso de hoy.

Jorge, como jefe de la cuadrilla, se encarga de sortear los puestos y visto las inclemencias meteorológicas, les advierte que se va a batir solamente una cuarta parte del lote: el área comprendida por encima de Lebeña, incluyendo su pradería y el encinal que está encima de la carretera general para cerrar por la parte alta en la fuente de San Pedro y el collado de Arcedón. Se prescindía de los terrenos más altos como podían ser Poda y Cordancas por los problemas arriba señalados de agua y frío para los sufridos cazadores.

Pese a todo, se tenía la esperanza de que los jabalís estuviesen encamados en cotas bajas por la gran cantidad de bellota de encina que había. Aunque también se comentaba antes de la partida que no había muchas huellas de los marranos en el lote, así que los cazadores pertrechados en sus chubasqueros partieron hacia sus puestos, mientras los monteros se preparaban para tomar también una buena ración de agua.

Pero una cosa es lo que se piensa y otra lo que sucede. No había pasado media hora cuando los perros de Berto, el de San Miguel, que hoy estaba de invitado, se animaron y levantaron cuatro jabalís de su encame, junto al depósito de agua que existe en la zona. Eran bastante grandes y los llevaron monte arriba a una cierta distancia. Pretendían cruzar por Arcedón hacia lugares más seguros, pero desconocían que por allí andaba José Angel el de Cobeña, que donde pone el ojo pone la bala. Pero hoy debido al frío y al agua, parecía que no era el día de José Angel, que hizo varios disparos y los marranos de uno en uno fueron pasando la barrera del cazador sin que éste acertara en su intento de frenarles. Así ocurrió con el primero que llegó y que se escapó con más vida que la que tenía, y lo mismo sucedió con el segundo y con el tercero.., hasta que llegó el cuarto con la pretensión de lograr lo mismo que sus compinches, pero aquí José Angel ya se puso serio y de dos disparos le paró los pies después de dar un brinco y seguir una docena de metros hasta que quedó inmóvil; pronto llegaron los perros y pudieron morder cuanto quisieron, además tenían dónde hacerlo ya que el animal era muy grande dando un peso muy cercano a los ochenta kilos.

Ya queda dicho cómo se presentaba la jornada y precisamente hoy no era el día más propicio para que los grillos salieran a cantar. Pero en la cuadrilla 103 hay un cazador al que se conoce familiarmente como "Grillo" y, quizá por aburrimiento, tuvo necesidad de meter algo en la boca. Posó su arma y se puso tranquilamente a comer un bocadillo. Cuando se dio cuenta se le presentaron dos jabalís que no esperaron a darle tiempo a que pasara el jamón, ya que mientras "Grillo" alcanzó su arma, pudieron escurrirse en su camino hacia Poda.

David hoy solo pudo presentar un perro ya que la perra aún sigue convaleciente de la "cogida" de la semana anterior. Y fue precisamente su perro el que levantó dos marranos que se pasearon delante de sus narices. Al primero le lanzó hasta cinco disparos y el jabalí salió indemne del envite. Al segundo le tiró por dos ocasiones hasta que dejó de verle ya que salió también disparado. "Yo creo que llegué a darles...", pensaba, pero la realidad era que ambos salieron del lugar como cohetes. Pasaron unos cinco minutos cuando oye el ruido del perro detrás de unos hormazos y al acercarse se da cuenta que está mordiendo al último que tiró, muerto y en un juncal. También dio un buen peso, rondando los 70 kilos.

El que tuvo más suerte fue Avelín, que este año solo había matado un marrano, cosa rara en él, ya que nos tiene acostumbrados a hazañas mejores. Se encontraba cerca de Arcedón, concretamente en Berés, un terreno malo, con unas pronunciadas canales y pendientes. Tuvo la fortuna que en una de esas canales le entraron cinco marranos huyendo de los perros de Francisco Linares "El Nene". Avelín les descargó varios disparos y solo pudieron huir dos, ya que los tres restantes tuvieron que hincar las rodillas. También dieron un peso alrededor de los 60 kilos.

Se acercaba ya el mediodía cuando Miguel, para no perder la costumbre, tiene la oportunidad de hacer un único disparo sobre un jabalí que le sacaron los perros delante suyo. El marrano no dijo ni pío y también rondó un peso sobre los sesenta kilos.

Era ya la hora de comer y Jorge hizo el recuento de los jabalís cobrados. "Ya van cinco...". "No..., que van seis, que Avelín mató tres..". "A ver Avelín.., cuántos tienes?, replicaba Jorge. "Tengo tres, pero tienes que mandar para acá a algunu porque yo no soy para sacarlos de donde están.., y hay que bajarlos por ésta parte, por una canal muy grande hasta el ríu de Cicera...." Y así se hizo, quedando prácticamente suspendida definitivamente la cacería en los instantes en que la gente quiso comer. Estaban todos empapados, pero a la vez contentos con la jornada vivida. Se mataron seis, se "limpiaron" bastantes rifles ya que hubo muchos disparos y los perros pudieron afilar sus dientes mordiendo a los jabalís. No se puede pedir más a una cacería que por la mañana estaba ya sentenciada para que no fuese de las más apetecibles, pero la realidad fue otra muy distinta.