Cuadrilla 103

Se logró el cupo

Gran cotillón de fin de año con una fantástica orquesta

Último día del año y nueva cacería para la cuadrilla 103 que fue suspendida la semana anterior por la nieve. Hoy toca cazar en casa, en Bicobres Norte y, desconozco los motivos, pero cuando toca cazar aquí en Bedoya, los ánimos de los cazadores son distintos. Es otro ambiente el que se respira entre ellos.

No había amanecido aún y ya estaba el aparcamiento de San Pedro lleno de coches, remolques y escopetas. No hacía frío, o por lo menos, se podía aguantar bien. Jorge, el jefe de la cuadrilla animaba a la gente que dejaran de hablar y que se acreditaran pronto ante la guardería.

"Venga, espabilad un poco, que a la tarde hay que echar la zona de Cobeña..". "Tranquilu, Jorge, le respondía Benjamín, tu tranquilu, que a Cobeña no va a hacer falta ir, para el mediodía estoy yo comiendo tranquilamente en Salarzón. Vamos a hacer el cupu. Anoche, entre día y noche había juntu al pueblu, en Pumarín, un rebañu de ellos. No los pude contar bien porque ya casi no se veía, pero eran más de media docena".

Y empezó la cacería, cubriéndose toda la zona de la Calleja de Saria, Puente Vau, Sardanes, la Burdia, Retorturas y el Callejón de los Llaos. Como había bastantes escopetas también se cubrió la zona de la Sieta por si algún jabalí pretendía huir por esa zona. Los perros entraron por la Reverencia y por la Mata de Salarzón.

No habían soltado los perros cuando ya se vieron cruzar seis jabalís por los praos de San Julián para el Ojeu, así que iba a tener razón Benjamín, aquello prometía. Y para atestiguarlo, fue soltar los perros y empezar el baile. Ladridos van y ladridos vienen. La emisora no paraba, todos y por todas partes avisaban de la presencia de marranos. "Acabo de ver cuatro en el Caldillu". "Por el Robleu pasaron un rebañu de ellos, no se los que serán, pero eran muchísimos". "Por el prau de Genaro de Saria acaban de pasar para Lobá un par de ellos, los tiré pero estabn un poco lejos y no los dí", decía José Angel. "Estoy en los Llaos y acabo de ver en el Chozu a tres que se metieron para las Huertas", comentaba Jorge.

Y a tanto baile de jabalí, había que ponerle música y para formar la orquesta se encargaron los perros con sus ladridos y el plomo de los cazadores.

El primero que empezó a tocar fue José Angel, el de Cobeña, que entró con la trompeta. Con un solo disparo tuvo más suerte que con los dos que se habían escapado anteriormente y en el prao de Genaro, en Saria, tumbó a una jabalina que no dijo ni pío.

Un poco más arriba en Puente Vau, estaba Abelín que entró fuerte con un redoble de tambores. Sin llegar a cruzar el río, tumbó a otra jabalina, por cierto muy gorda. Pero no habían dejado aún de sonar los tambores cuando el director de la orquesta le hace una señal y entran los timbales en acción. La orquesta cada vez sonaba más fuerte y a Abelín, sin dejar enfriar el rifle, se le presentó otro marrano que bajó rodando hasta el río, una vez que había emprendido su ascensión a Lobá.

En la otra parte del escenario, digo del monte, al hondón del prao de Retorturas estaba Pablo, de Colio, que con el saxofón hace virguerías y necesitó un par de tiros para hacer hincar las patas a un macho, que por cierto no le habían sentado bien las bellotas ya que estaba bastante flaco.

"Alguien desafina por ahí....." se oyó por la emisora. Todos se miraron y no notaron nada, bueno todos no, ya que David se dio cuenta que algo no "pitaba" bien. Era su perro que en Sarrullá se encaró con un jabalí y en el enfrentamiento no salió nada favorecido. Rápidamente le cogieron y le llevaron a la clínica de Potes donde Wladi tuvo que hacerle una operación, que tuvo que repetir por la tarde por haberse quitado los puntos. Parece que no corre peligro.

El solista de la banda (y además jefe de la cuadrilla) entró en ese momento con el violín. Era Jorge (hijo) que estaba en el Callejón de los Llaos el que dio alegría a la orquesta y de dos disparos paró la precipiatda huida de una jabalina que pretendía cruzar a Poda.

Y no es precisamente por casualidad, pero Manín toca la flauta como pocos. Uno no se cansa de escucharle. Estaba apostado en el Lomberu cuando los perros le llevaron otra jabalina "muy guapa". Manín tomó aire y la flauta empezó a sonar de tal forma que la jabalina se quedó paralizada al escuchar tan bella partitura. Un disparo la sacó de su embeleso y pegando un bote emprendió una rápida huída monte abajo. Manín no dejó de soplar, emprendió también su particular carrera para intentar cortarla el paso y de otro certero recado la mandó a reposar.

Pero todavía había más instrumentos. Los decibelios subieron de intensidad cuando empezó a sonar el arpa. El encargado de tocarla fue Serafín Alles, de Cobeña, que estaba apostado en la Sieta cuando se le presentó la oportunidad y no la quiso desaprovechar. Necesitó dos disparos para parar los pies a un jabalí que pretendía escapar en dirección a la Tuemba.

Y en ese momento entró ya el último de los instrumentos. Francisco, de Pendes, nos dejó a todos boquiabiertos cuando empezó a tocar la acordeón. Y digo a todos porque hasta los jabalís salieron a bailar a mitad de Sardanes. Algunos bailaban la jota, otros tangos y los restantes pasodobles. Todos con su pareja, eran doce, ni uno más, ni uno menos. Para certificarlo está Jose, el Gordo, que cuando quiso sacarlos de su paso, se le encasquilló el rifle y le dio buen tiempo a contarles. Pero los jabalíes al percatarse de la presencia del intruso decidieron emprender un corrido mexicano en dirección a la Burdia donde Francisco seguía con su acordeón y tan embelesado estaba que solo pudo dejar a uno sin pareja, los once restantes siguieron con su corrido hacia Toja a dar las gracias a San Pedro por haber salido de aquel baile sin pisarse unos a otros.

Y así, apenas sin darse cuenta, la guardería al percatarse que ya se había cumplido el cupo, dio por terminada la interpretación de la orquesta. Una sonora ovación retumbó en todo el monte. Todos tuvieron el instrumento bien afinado y lo tocaron lo mejor que pudieron.

No eran aún las doce de la mañana y ya estaban todos en San Pedro con los ocho jabalís (dos machos y seis hembras). "Qué razón tenías cuando dijiste que ibas a comer a casa..." le dijo Jorge a Benjamín. "Sí y esta noche es Nochevieja, feliz año para todos".