Segunda cacería de la cuadrilla 31 y segundo éxito para la misma. En una mágnífica mañana donde la nieve aún coronaba las cordilleras que rodean Liébana, se juntaron en Turieno para batir el lote de Sobrebodia que abarca la zona de Mieses, Santo Toribio, Congarna, Bodia..., donde al final de la jornada se matarían tres jabalíes. Mientras Tasín se encargaba de repartir a los tiradores, no dejaban de escucharse murmullos entre ellos: "Hoy vamos a llegar al cupu..", decían los más valientes. "Menos faroles, con otros dos como el otru día nos tendrá que valer", les contestaba el veterano Miguel. Una vez colocados todos, se dio el aviso a los monteros para la suelta de los perros y no tardaron en oírse los primeros tiros de forma repetida, señal de que los sorprendidos jabalís habían sido avistados.
"Ahí llevan a dos buenos jabalís ." se oía por la emisora. "Van en dirección a esi coteru de la derecha..", pero los jabalís no llegaban al destino indicado, o por lo menos no se los veía, hasta que por fin los perros de Berto el de Pumareña, que estaba de invitado, lograron sacarlos de un hormazu. Primeramente fue uno el que salió y se plantó delante de Angel, el de Ceto, que le tiró con todas sus ganas, pero el jabalí dio un bote y traspuso por el cotero con más vida que la que tenía. Angel no se movió. Sabía que los perros llevaban dos animales y esperó a que pasara el siguiente que lo hizo a los pocos segundos, pero a Angel le parecieron horas. "Esta vez no te vas a escapar." pensaba mientras le estaba viendo acercarse. Un tiro en mitad de la cabeza le hizo rodar definitivamente. Pesó unos 60 kilos.
Hoy era el día de los invitados. Por experiencia se que los invitados tienen un porcentaje muy alto de hacer diana. No se la razón, pero es así. A Oscar, el de Vejo, le pusieron en un buen puesto. Sabían de su puntería y de su esmero y atención en las cacerías. Los perros de Miguel, de Pumareña, y de Vicente el de Valmeo llevaban a un buen jabalí que se lo presentaron a Oscar en bandeja y éste de un par de disparos le hizo rodar por los suelos. "Se hincharon a morder.." comentaba luego el eufórico Miguel. El jabalí pasaba de los 70 kilos. Era ya la hora del mediodía y el calor apretaba. Los perros acusaban el cansancio, pero los de Juan Carlos sacaron otro marrano de su guarida. Había muchos helechos y era prácticamente imposible verle. Solo por el movimiento de las plantas se intuía por dónde iba el animal. Pero allí estaba Basilio, que en pequeño terreno abierto logró hacer un solo disparo para acabar con la vida del jabalí. Era pequeño, unos 40 kilos, pero difícil para cualquiera el poder abatirle, ya que lo más fácil es que se hubiera escurrido entre el helechal. Buena puntería la de Basilio y buena cacería la que se desarrolló en Sobrebodia por la cuadrilla 31, que en vista del calor y del cansancio de los perros, pronto se dio por terminada entre la distensión y la camaradería de todos. Datos aportados por Ana Gutiérrez |