Dicen que después de la tempestad llega la clama y eso fue lo que ocurrió la semana pasada en Liébana que se vio envuelta en una blanca sábana de nieve. Por esta causa, hubo de ser suspendida la cacería que tenía programada la cuadrilla 31 en Vallejas de San Pablo. Al no ser un lote de los más altos y debido al buen tiempo posterior, por fin se pudo celebrar el pasado jueves día 18 de Diciembre.
A las ocho de la mañana ya estaban los componentes de la cuadrilla en Naroba donde se pudieron acreditar ante la guardería y donde Tasín les fue indicando por dónde se iba a cazar a la vez que les señalaba dónde se debían de colocar cada uno. "Vamos a cubrir principalmente por encima de Porcieda, les iba diciendo, y también vamos a cortar desde aquí hasta la Riega que está por debajo de Tollo, la riega de Santa Locaria", .
No tardaron mucho en colocarse los tiradores y fue entonces cuando los perros y perreros entraron en acción y qué acción. Pocas veces se pueden ver en una cacería tantos jabalís como ese día. Los perros no sabían por dónde ir ya que eran tantos los rastros que había en el monte que los despistaba.
Y pronto también empezaron a sonar los primeros disparos. Por debajo de las casas de Porcieda estaba Arturo, de Pumareña, que necesitó dos disparos para abatir a un buen ejemplar que dio un peso cercano a los setenta kilos. En este tiempo los jabalís ya están gordos, las bellotas ya hicieron su efecto y si son de las azufras de Porcieda mucho mejor.
Unos minutos más tarde fue Elías, el de Lomeña, que tenía el puesto en las viñas que hay junto al pueblo de Tudes, el que hizo lo propio con el siguiente marrano.
Más de uno pensó que aquello iba a acabar pronto, que para el mediodía se llegaría al cupo, porque se oían tiros por todas partes y las emisoras no cesaban de pregonar la presencia de los suidos.
"Por el caminu que sube a Tudes acabo de ver pasar cuatro jabalís. Son muy buenos y los llevan los perros de Miguel..."
"Síííí, contesta Miguel, los acaban de levantar aquí en un hormazu, pero eran por lo menos media docena. Los otros dos se debieron de meter abajo..."
Pum, pummmm, pummmmm. Tres disparos fueron suficientes para que uno de los cuatro parara en seco en su veloz huida. "Maté unu, ya cayó unu.., esti no se escapa" decía un pletórico Raúl el de Cabariezo y que estaba de invitado, y que estaba situado detrás de unos bardales en el camino viejo de Tudes. El jabalí superó los sesenta kilos.
Pero no todo fueron aciertos, hubo quien se hinchó a hacer disparos con un resultado negativo. El día estaba frío y las manos se quedaban heladas, sobre todo los tiradores que estaban situados en la riega de Tollo donde el sol en ésta época del año apenas que entra. El resultado fue que se vieron muchos, se intuyeron más y se mataron pocos, la puntería de hoy no era la más acertada.
Tuvo que ser Juan Bautista el que, después de comer, amenizase un poco la tarde con unos certeros disparos que hicieron rodar al mejor jabalí de la jornada. No fue fácil ya que la distancia era considerable, pero al bueno de Juanba ni tenía las manos congeladas, ni le tembló el pulso. Necesitó dos disparos para hacerle rodar hasta la misma riega de Santa Locaria. Ya digo que era el mejor, su peso rondaba los ochenta kilos y buena fe de ellos pueden dar los que le sacaron de la riega, porque seguro que se les quitó el frió.
En resumen, una buena jornada de caza, donde abundaron los jabalís, los perros trabajaron de lo lindo y los tiradores pudieron "limpiar" sus rifles, aunque no se con qué producto, porque la pólvora hizo poco efecto, pero todos contentos.
Datos aportados por Ana Gutiérrez |