Este fin de semana, último del mes de Noviembre, la cuadrilla 31 tiene dos citas con los jabalís. Me refiero a que tiene programadas dos cacerías, una para el sábado en Bicobres Norte, aquí en Bedoya, y la otra al día siguiente en Barcenilla. Cuando se escogieron los lotes, no se pensaba ni se sabía el tiempo que iba a hacer en estas fechas. La primera cacería se pudo celebrar, no sin innumerables inconvenientes y cuando estoy escribiendo ésta crónica aún se desconoce si la de mañana, en Barcenilla, se puede celebrar. Las esperanzas son escasas.

Pues bien, los cazadores se presentaron en San Pedro de Bedoya con toda la ilusión del mundo y a la vez con el lógico temor a que la guardería decidiese suspender la cacería. Hacía mucho frío y mucho viento, lo que daba una sensación aún más gélida. No llovía, ni nevaba, pero un blanco manto de nieve cubría buena parte del lote en su parte más alta. De todos modos, no hubo problemas y la cacería se pudo echar, aunque en las zonas de menores cotas, así que se inició por encima de Tama, por Lusía y Llayo.

Y no se empezó mal, ya que no eran aún las diez de la mañana cuando suenan los primeros disparos. "¿Qué pasó por ahí?....", "Nada, tiré de bastante lejos, se metió a la riega y creo que se escapó. No era grande", respondía un malhumorado Marcos.

Instantes después los rifles vuelven a silbar, pero en esta ocasión con mejor resultado, ya que Roberto, de Los Cos, de tres disparos hizo arrodillarse a un jabalí que dio un peso alrededor de los 50 kilos.

Pero de pronto el fuerte y gélido viento, se vio acompañado de la nieve que empezó a caer como si no lo hubiera hecho nunca. Los cazadores estaban ateridos, sobre todo de pies y manos y disparar en buenas condiciones era difícil, pero había que intentarlo porque los jabalís se amedrentaron con los disparos y empezaron a salir de sus encames.

Los perros de Juan Carlos levantaron cuatro marranos en el Pañeu, que se dirigieron en dirección a Fuente la Espina. Allí les estaba esperando Bautista. "Bauti" al percatarse que se le acercaban se puso en guardia y soltó todo su arsenal sobre ellos, con el resultado de dos jabalís inmóviles y otro que fue dejando un rastro de sangre pero que logró huir con el otro compañero que había salido indemne de la refriega. Pasaban ambos de los 50 kilos.

Pero el destino quiso que el marrano que pudo huir la emprendiera monte arriba y no contó con que en el Cajigo de las Cruces estaba apostado Ceto. El jabalí venía sin perros, ya que éstos se habían quedado atrás mordiendo a los dos que había matado Bauti. Ceto oyó ruido en el monte, las hojas del hayedo delataban al jabalí, y se puso en guardia detrás de un haya, respiró hondo y notaba que cada vez el ruido se sentía más cerca. Se echó el rifle al hombro y soltó un único disparo, que fue lo suficiente para que el jabalí se echase a rodar unos cuantos metros por la pendiente.

La cacería se estaba desarrollando por buenos derroteros. Eran las once de la mañana y ya se habían cobrado cuatro.

En la zona del Carrascal los perros tuvieron que trabajar duro. Había muchos encames y también merodeaban por allí jabalís pequeños, que empezaban a dar vueltas y marear a los perros. Costó sacar de allí tanto a jabalís como a los perros, hasta que éstos siguieron el rastro de un buen ejemplar que llevaron hacia Peñalajo. Allí, en el cortafuegos estaba David, de Bárago y que hoy estaba de invitado. Fue todo muy deprisa, ya que el jabalí se dispuso a cruzar velozmente el cortafuegos y Basilio que estaba muy atento (los perros de Miguel le iban marcando el camino) le pudo soltar un disparo, que tuvo su repercusión ya que el jabalí dio un salto y logró meterse de nuevo al monte, pero no fue muy lejos. Los perros terminaron de rematarle, pese a sus enormes defensas.

"¿Qué os parece si lo dejamos?" se oía por la emisora. El frío y la nieve dejaban helados a los cazadores que estaban apostados en sus sitios y a más de uno le entraban ganas de abandonar. "Vamos a esperar otru pocu, que vamos a meter los perros por Carondinu, que en Rozás está muy andau de ellos".

Efectivamente, pronto empezaron los perros a dar señales de que no muy lejos de allí había jabalís. "Atentos los que estais en Cedablo y Rozás, que ahí os van unos cuantos....., yo creo que por lo menos media docena". Efectivamente, los jabalís emprendieron su huida monte arriba y, cosa poco habitual, se segregaron unos de otros formando dos grupos. Unos, los más, se dieron la media vuelta y pudieron eludir los puestos que estaban por la zona de Cedablo. Nadie los vio ni supo dar fe de ellos. Pero dos siguieron escalando el monte y llegaron hasta Llandelpozu donde estaba Basilio que les vio llegar y les pudo tirar con bastante comodidad. No estaban muy lejos ni la vegetación le impedía verles. Unos cuantos tiros resonaron por todo el monte con el resultado de un jabalí muerto y el otro que logró escabullirse con más vida que la que tenía.

Eran ya las cuatro de la tarde, y entonces sí, entonces Tasín, como jefe de la caudrilla, dijo que no hacía falta pasar más frío, que ya tenían bastante (frío y seis jabalís) y que mañana había otra cacería, aunque con bastante temor que no se celebre por el tiempo amenazante. Así que a calentarse todos y a secar la ropa, por si acaso......

Datos aportados por Ana Gutiérrez

Vicente, Angel (hijo de Ceto), Miguel y Angelin