Cuarta cacería de la cuadrilla 103 que le corresponde hoy cazar en el lote de Pámanes que para los menos entendidos diré que se encuentra en términos de Pesaguero y más concretamente por la zona de Valdeprado y Venta de Pepín hasta el puerto de Puedrasluengas. Es un lote que se encuentra a mucha altura y donde predomina el hayedo y también, aunque en menor medida, el roble. Es pronto todavía para que caiga el hayuco, pero las bellotas ya empiezan a verse por los suelos y eso es buena señal para que los jabalís proliferen por aquellos pagos.
Estaba amaneciendo y ya empezaban a llegar los cazadores a la Venta de Pepín, donde Jorge les fue dando las últimas instrucciones mientras la guardería fue recogiendo la documentación de todos, para proseguir con el sorteo de los puestos. "Yo saqué el número uno.., ¿dónde me tengo que colocar?" preguntaba Manín . "Tu vas a ir junto a los numeros dos, tres y cuatro y vais a cerrar toda la zona del río por acá del pueblo de Cueva", le especificaba Jorge.
Así dio comienzo la cacería en una nublada mañana y donde la temperatura era muy agradable. Los perros empezaron rastreando y pronto cogieron demanda, dando muestras de una aceptable frecuencia de voz y una excelente velocidad; en una palabra: tenían ganas de pelea. Aquel perro que carece de un buen ladrido no es útil para el cazador, pues no le puede avisar al descubrir una pieza u oler su rastro.
Pero hoy sí que avisaron, además de lo lindo; lo que pasa es que los perros no entienden de fronteras ni de lotes, para ellos el monte es el monte y una vez en faena poco les importa las fronteras impuestas por el hombre; ellos solo piensan en seguir y acosar al jabalí. Digo todo esto, porque hoy siguieron a los jabalís y se adentraron en otro lote distinto donde se desarrollaba la montería. Los monteros, pese a sus intentos, no pudieron frenar a los perros que, como fieles trabajadores, sacaron del lote de Barajo (en los montes de Lamedo) nada más y nada menos que una bandada de jabalís que metieron dentro del lote de Pamanes donde se desarrollaba la cacería. "Sí, son doce, los acabo de contar y van todos juntos, debe de ser alguna chona parida porque algunos son pequeños..", se oía por la emisora.
Los perros de Mena eran los arreadores de la banda, pero una vez que los jabalís entraron en el lote, no sé lo que olerían que algo les hizo cambiar su rumbo y dar la media vuelta para adentrarse de nuevo en terrenos ajenos al lote. En ese medio tiempo, Mena, que les seguía, les divisó de bastante lejos y viendo la jugada se arriesgó a tirarles pero entre que estaban lejos y que Mena (es montero) iba jadeante en su carrera, les soltó los tres disparos reglamentarios pero con un resultado negativo. No pudo ser y los jabalís se introdujeron de nuevo en el colindante lote ante el desespero de Mena. Entraron los doce juntos y juntos e ilesos volvieron a salir, aunque con el susto de la caja de los truenos que les soltó Mena.
Por la emisora se oía de todo, risas, broncas. ¡¡¡Menudo follón que se armó!!!. Ahora a coordinar de nuevo todo y Mena a soportar las críticas jocosas de algunos, que aunque las hacen entre risas, mejor se podían dedicar a otra cosa. Así es la caza y así son los cazadores, otro día le corresponderá sufrirlo a otro.
Perdida ésta oportunidad, la cacería seguía. Hasta que los perros volvieron a coger demanda y sacaron de su encame a un jabalí que cogió una ascendente y veloz carrera. "Atentos arriba que los perros llevan un jabalí bastante bueno".
Allí estaba Serafín Alles, el de Cobeña, que se percató de la cercanía del jabalí. Serafín se quedó inmóvil, casi sin respirar ni pestañear, oyendo solo el ruido de los ladridos de los perros, hasta que percibió también el ruido de la maleza. "Ahí está....", pensó. Cuando le tuvo a la vista, le buscó con el punto de mira del visor y entre las hayas le soltó un disparo que el jabalí acusó, pero no fue suficiente para hacerle caer. Un segundo disparo y hasta un tercero fueron suficientes para ver al jabalí postrado, pataleando unos instantes para quedarse inmóvil a continuación.
Era ya la hora de comer y los monteros siguieron ofreciendo nuevas veredas a los perros, pero con resultado negativo, no dando la cacería más de sí.
Una vez que Jorge dio por finalizada la cacería, fueron todos hasta la cercana población de Dos Amantes donde Sixto y Ani les ofrecieron una merienda-cena de la que todos supieron dar buena cuenta, a la vez que volvieron a rememorar las incidencias de la jornada donde Mena fue el principal protagonista. Otro día tocará a otro..