Cuadrilla 103

Se logró el cupo en Arabedes

En un cuarto de hora se mataron tres

Los partes meteorológicos anunciaban para el primero de Noviembre, festividad de Todos los Santos, un gran descenso de las temperaturas, con fuertes vientos y lluvias torrenciales. Pero en Liébana, en principio, no fue así. Amaneció una templada mañana con el cielo despejado que dejaba en evidencia a los hombres del tiempo. Los componentes de la cuadrilla 103 se personaron en Tama al amanecer para ir a cazar en el lote de Arabedes, por la zona de Pendes, Cabañes, Colio, Viñón..

"Vamos a empezar a montear por Castro y por el encinal de Pendes" les decía Jorge, como jefe de la cuadrilla. De esa forma. una vez sorteados los puestos y colocados los cazadores, se dio la orden de entrada en escena de los monteros con sus perros.

Eran las 9 menos cuarto de la mañana cuando los perros empezaron a montear y no habían pasado ni cinco minutos cuando sacan de su encame, en el encinal de Pendes, a un gran jabalí. El marrano no salía de su asombro y yo creo que aún estaba dormido porque después de levantarse y echar un pequeña carrera monte abajo, fue a pegarse de bruces donde estaba David que de un único y certero disparo le mandó al limbo. Pesaría alrededor de los ochenta kilos. Bien empezaba la cacería.

Pero no siempre se tiene éxito. Hubo que pasar un buen rato hasta que los perros volvieran a coger demanda y fue cerca del río que baja de Cabañes. Chanchel y David patearon y cruzaron con sus perros por un helechal y allí no se movió nadie. Tuvieron que pasar encima de ellos porque por la misma zona donde habían estado, se acercó más tarde un pastor con su perro detrás de una vaca. El canino era pequeño, pero tuvo las agallas para notar la presencia de un encame de jabalís y hacerles frente pero loa marranos ni se inmutaron ante los ladridos del perro. El pastor viendo la insistencia del can se acercó y vio cómo empezaron a salir jabalís en todas direcciones. Uno, dos, tres, cuatro... Sus voces fueron escuchadas por los monteros que enseguida llevaron sus sabuesos que fueron detrás de uno de ellos, posiblemente el mayor, en dirección al río. Por aquella zona estaban de puesto Abelín, Jesus Cabiedes, Jose el "Gordo", Angel y Ceci. Fue Angel el primero que le vio. "Ahí te va, Gordo, estate atentu que acaba de pasar detrás de esas peñas de arriba en esa dirección..". Y "el Gordo" se puso en alerta, tiró el cigarro al suelo, lo pisó y se echó el fusil al hombro cuando vio aparecer un enorme bulto negro a unos 50 metros . Pummm, pummm, pummm, tres disparos fueron suficientes para que el jabalí hincase las patas para satisfacción del cazador. No era menor que el de David.

Otro jabalí del encame arriba mencionado también cogió la misma ruta y al verse acorralado se metió al rio donde emprendió una veloz carrera río abajo. Allí estaba Jesus Cabiedes que le vio venir. "Se metió en un pozo que tendría alrededor de un metro de profundidad y salió nadando; fue cuando aproveché para tirarle. Hice tres disparos, no se con cuantos le dí, lo que sé es que con el primero no cayó, fue con el segundo, pero aún seguía andando por lo que tuve que tirar un tercero para rematarle". Era pequeño, entre 30 y 35 kilos.

Cuando llegaron los monteros a la altura de la Peñuca de Colio, se oyó a David pedir ayuda "Necesito perros para echar la zona por atrás de la Peñuca; a ver si viene algunu a ayudarme". "Yo no puedo ir, el mi perru acaba de salir con un jabalí en dirección a Colio", contestó Primo. Efectivamente el jabalí emprendió una rápida huida con el perro de Primo pisándole las pezuñas. El marrano se percató de la presencia de los tiradores y cuando iba a darse de bruces con José Angel se dio la media vuelta para dar su último paseo. "Atentu Primo, que te va a atropellar.....". Primo no le dio tiempo a que le atropellase porque le tumbó de dos disparos. Era una jabalina de unos 50 kilos.

Era ya mediodía y se habían cobrado cuatro piezas, había que ir a por el cupo, aunque más de uno lo veía difícil. El calor apretaba y "los perros ya no entran, están cansados.....". "Primo, tu que conoces esto, no hay por aquí alguna fuente? estoy rabiau de sed", comentaba Rubén por la emisora. "No, por aquí no hay ninguna fuente......". "Rubén sube y te doy una cerveza", le ofreció Aníbal.

"Qué perru es el que canta ahí bajo, ¿es el de Rubén?. No, debe de ser el del Nene". "Acabo de ver dos bultos negros (jabalís) bajar por esos praos a toda leche, unu de ellos llegó hasta la carretera; en esos momentos pasaba un coche y allí se paró. No cruzó. Está parau con el perru del Nene y no sale, hay que ir a animar al perru. Esi jabalí tiene unos cojones más grandes que los de Sansón", se oía por la emisora.

Por fin el jabalí arrancó y en su huida se tropezó con Pablo, el de Colio, que necesitó dos disparos para pararle definitivamente y así pudo comparar mejor los atributos con los de Sansón.

Eran las cuatro de la tarde cuando Jorge les avisa que bajen todos al "Avario" de Pendes para echar la zona de la "Mata de Otero". "Y los que estais en el rio de Cabañes lo mismo. Sacais también los jabalís que matastis. Va a ser cosa de media hora; allí hay jabalís", les dijo. "Yo solo no puedo con él, es muy grande," le replicó el "Gordo". No faltó el simpático de turno que se atrevió a preguntar ¿Quién pesa más el jabalí o tu?.

Estaban ya la mayoría de la cuadrilla en el "Avario" mientras Jorge les iba indicando por dónde tenían que cerrar el monte. Marcharon y al momento se oye por la emisora las voces de Mena que se había quedado rezagado por la zona de la Peñuca para recoger sus perros. "Subir para acá, subir los que podais que acaban de levantar una camada", chillaba Mena. Los cazadores que aún quedaban en el "Avario" cogieron los todo terreno y emprendieron una veloz carrera por la pista hacia donde les llamaba Mena. Mientras tanto, un vendaval de viento y agua asomaba por el Collado de Pelea. Aunque tarde, los meteorólogos habían acertado. Entre el ruido del vendaval y los disparos aquello parecía el Vietnam. En total, la refriega se saldó con tres nuevos jabalís a la cuenta. Una jabalina la mató Francisco, el de Pendes. Mena no se quedó atrás y mató otro marrano que no era muy grande y por fin Aníbal mató a un marrano que pasaba de los noventa kilos. "Conté hasta cinco, pero seguro que había más. Habíamos estado pateando todo el día aquella zona y hasta última hora no dimos con ellos. Tuvimos que pasar por encima de ellos, pero es que están metidos debajo de las argomas y éstas hacen mella a los perros", decía un exultante Mena.

"A ver Jorge, que no se hagan ya más disparos, que ya llegamos al cupu, manda a la gente que baje de los puestos .....". Dicho y hecho. Mojados, pero satisfechos por la jornada vivida, se juntaron de nuevo en Pendes donde el guarda de caza, un tanto fatigado, colocó las correspondientes guías en las orejas de los ocho jabalís. No todos los días el guarda tiene tanto trabajo.