Cuadrilla 103

La cuadrilla 103 bajó un solo jabalí de Pámanes

 

Por fin llegó el agua a Liébana y mientras los cazadores se refugiaban en el bar de la Viñona, Jorge, el jefe de cuadrilla 103, les iba advirtiendo de todos los pormenores de la cacería que hoy se va a echar en Pámames, lote que está por la zona de la Venta Pepín. Mientras se sortean los puestos, Jorge les sigue informando: "Estuvimos mirando el monte y hay jabalís, está bastante hozau".

Pero pocos contaban con el viento que se estaba levantando arriba, era cada vez más fuerte y mezclado con el agua, la dificultad para la caza se acrecentaba. Algunos recordaban que los Servicios de Meteorología daban para Cantabria "alerta naranja" y se equivocan pocas veces.

Cuando entraron los perros en el lote también acusaron la climatología. Y es que los jabalís cuando hace ese tiempo parece que desaparecen del mapa. "Yo creo que se meten debajo de las piedras porque apenas salen", decía el Nene. Sea lo que sea, el caso es que los perros tampoco los sacaban de sus encames. Corrían y corrían, pero sin el resultado apetecido. Los perros necesitan temple para soportar las duras condiciones de la montería, sólo los más ansiosos por la caza trabajan y buscan con afición y con intensidad, haciendo caso omiso al cansancio y a las más duras condiciones, escudriñando el monte de arriba a abajo.

Otro problema surgió. Era tal la intensidad del viento que los que estaban en los puestos no oían los ladridos de los perros. Así ocurrió con cuatro jabalís que salieron al descubierto y pasaron entre los puestos sin que los tiradores se enteraran hasta que ya habían rebasado la línea del lote. Ni siquiera tuvieron ocasión de dispararles.

El que sí tuvo ocasión fue Rubén que estaba de montero y vio cómo sus perros tuvieron la suerte de sacar de su encame a un jabalí bastante bueno. Para sacarle de la cama tuvieron la dificultad de que el jabalí tenía sueño pues no quería levantarse. Después de entrar varias veces en el zarzal y encararse con el marrano, tuvo que llegar el montero para ayudarles. Una veloz carrera puso tierra por medio entre el marrano y los perros. Pero no fue muy lejos porque algo vio, o algo olió que se dio la media vuelta regresando muy cerca del encame de donde había salido. Rubén estaba atento a toda la maniobra y cuando vio que los perros se volvían muy apurados, tuvo tiempo para bajar el rifle del hombro, quitar el seguro y esperar. No pasaron muchos segundos cuando ve el jabalí cruzando por un pequeño descampado. Rubén le trae a la mira y le dispara un zambombazo. El jabalí ni se inmutó, únicamente que aún aceleró la marcha, así que el cazador le vuelve a disparar y en esta ocasión percibe que había hecho diana porque el jabalí dio un par de "retortijones" pero siguió su marcha, aunque ya a cámara lenta. Rubén tuvo que correr unos metros para cortarle la marcha y hacer el tercer disparo que ya fue el definitivo. "Quién fue el que tiró?", se oía por la emisora. "Debió de ser Rubén que se metió con los perros para esa ladera de donde sonaron los tiros". "Sí, fui yo y ya tenemos al primero en la cazuela", avisó a sus compañeros un radiante Rubén.

Poco más de sí dio la cacería ya que era la hora de comer el bocata y cambiar los puestos porque aquella zona ya estaba explorada. El jefe de la cuadrilla optó por avisarles que lo mejor era ir a comer el bocadillo a casa y calentarse a la lumbre porque el agua les salía ya por las botas. Y así lo hicieron. A las dos y media de la tarde lo dejaron y se fueron a sus casas. Hay que comprenderles, la cuadrilla está ya un poco saturada de cacerías, en seis fines de semana seguidos tuvieron la friolera de siete cacerías. Eso también cansa. Ahora a esperar dos meses, ya que hasta después de Reyes no se vuelve a subir al monte y hoy la gran mayoría lo agradecía. La próxima semana seguro que ya se les hará muy larga la espera.