Cuadrilla 31

Buen comienzo para la cuadrilla 31: se mataron seis jabalís en Arabedes

 

A las 8 de la mañana ya estaban todos los componentes de la cuadrilla 31 en el aparcamiento de Tama. Parecían niños el día de la primera comunión, pues más de uno traía un nuevo modelo de rifle y había que presentarlo ante los compañeros. "Esti tiene una mira que te trae al jabalí a menos de diez metros". "Pues el miu no hace falta ni echarle a la cara, en cuantu ves al jabalí, él solu se encarga de disparar". Entre esas bromas estaban, mientras Tasín el jefe de la cuadrilla les advertía de las nuevas normas de caza en la Reserva a la vez que se sorteaban los puestos.

Hoy toca cazar en Arabedes, "un lote de los mejores de Liébana, es muy grande, pero a la vez muy cómodo y siempre salen jabalís", decía Miguel. "Vamos a empezar a meter los perros por la depuradora de Castro y por el encinal que está arrimau a la peña", les advertía Tasín el jefe de la cuadrilla. "Por arriba vamos a cerrar desde la Peñuca de Colio, por encima de Cabañes, el collau de Pelea y el encinal que baja a Allende". "Hay niebla, pero seguru que en cuantu acabe de amanecer, ya escampa".

De esta manera empezó la cacería y enseguida empezaron los perros a trabajar. "Aquí arriba no se ve nada, está todo tapau por la niebla", avisaba Fran desde cerca del Collau de Pelea. "Pues en la Peñuca tampoco" replicaba Miguel. Además una fina lluvia hacía complicada la cacería para los cazadores, no así para los perros pues no les apretaba el calor de los días anteriores. Así que tanto a los sabuesos como a los jabalís no les importaba mucho ni la niebla ni la lluvia, porque pronto levantaron alas.

"Ahí van., ahí van dos o tres en dirección a Cabañes..", se oía por la emisora. "Atentos los que estais en el ríu, que se metieron abajo, los acabo de ver y son dos. Los perros van un cachu detrás".

Al poco rato retumbó entre las rocas del Agero un disparo. Silencio, nadie dice nada. A los pocos minutos de nuevo volvió a oirse otro estampido con el mismo silencio hasta que por fin sonó la emisora: "¿Qué pasó? ¿Quién tiró?", pero nadie contestaba. Seguro que se escaparon, pensaban el resto de cazadores. Es normal que a estas alturas de la temporada los jabalís se escabullen entre la maleza. Es muy difícil el verles y cuando tienes esa oportunidad la mayoría de las veces ya es demasiado tarde. Y luego viene lo más difícil. No solo es poder verles, lo realmente difícil es apuntarles y lograr matarles, porque los jabalís son tan duros que aunque los aciertes logran escapar a veces hasta con una pata rota. Mientras los cazadores se hacían estas reflexiones, otro disparo les volvió a levantar los ánimos. "A ver quién es el que está disparando..". Por fin suena una potente voz llena de una gran fogosidad. "Soy yo, Tasín... y os digo que tengo delante de mi a tres jabalís con las patas pa riba".

Increíble lo que acaban de oir sus compañeros. Tres disparos, tres jabalís y todo en media hora. ¿Hay quién dé más?. Imposible. Tasín estaba apostado detrás de un chopo en el río que baja de Cabañes a la Allende y le salieron de bruces los tres jabalís, o mejor dicho jabalinas porque fueron tres hembras. Una de ellas pasaba de los sesenta kilos y las otras dos tampoco eran pequeñas. Gran gesta la de Tasín.

Eran ya las 11 de la mañana, y los riscos de los Picos de Europa también querían presenciar la cacería. La niebla empezaba a levantar. Y lo primero que vieron los riscos fue cómo los perros de Juan Carlos sacaron de su encame a otro jabalí que después llevaron hasta donde estaba Alberto, de Cabezón de la Sal. Dos disparos sirvieron que el marrano no pudiese entrar en la peña. Allí quedó para que llegaran los sabuesos y mordieran a rabiar.

Un trozo más arriba, en el Janillo ya muy cerca del collau de Pelea, se encontraban Angel, el hijo de Ceto y Fran el de Rases. Desde sus ubicaciones podían contemplar todos los movimientos de la cacería pues allí no hay arbolado y la vegetación tampoco lo impedía mucho.

Así que pudieron divisar a dos jabalís que subían ladera arriba a toda velocidad, aunque cada pocos metros se paraban. Levantaban la cabeza y de nuevo proseguían su marcha. Se iban acercando a los puestos, así que Angel y Fran tuvieron tiempo de sobra a prepararse. Lo que no tuvieron fue mucha paciencia, ya que primeramente fue Angel el que empezó a disparar, pero lo único que hizo fue que los marranos se dispersaran y cogieran más velocidad que la que ya traían. Uno de ellos aún estaba en el campo de tiro, así que Angel le tiró varias veces hasta que el jabalí cayó, pero aún tuvo arrestos para volver a emprender su huida aunque ya muy mermado. Un nuevo disparo ya fue suficiente para que renunciase al intento. La munición le había arrancado una de las patas traseras.

Pero su compañero se metió de bruces donde estaba Fran, que también calentó el rifle de lo lindo, ya que necesitó varias descargas para ver a sus pies a una marrana de unos 60 kilos. "Creí que se me escapaba ésta cabrona..", decía Fran todo exultante por la emisora. Ya iban seis y ya era la hora de comer el bocata.

Por la tarde se echó la parte de Colio y los perros levantaron una jabalina con una reata de pequeños. Ante el acoso de los perros, los pequeños se dispersaron para el entretenimiento de los sabuesos mientras su madre intentaba la huida en solitario. Basilio fue el primero que la tiró, pero la chona salió ilesa del envite. Más tarde fue Tino, el de Frama que estaba de invitado, el que también tuvo su oportunidad, pero la jabalina pudo huir para seguir amamantando a los más pequeños, que seguro que se rieron de perros y cazadores metidos entre los urciales del monte.

A las cinco y media, como manda el reglamento de caza, ya se dio por finalizada la cacería. Todos contentos regresaron a Tama con las seis jabalinas (curiosamente fueron todas hembras) en los remolques. Loa cazadores tuvieron un día divertido, hubo bastantes disparos y los perros pudieron trabajar y morder pelo. ¿Qué más se puede pedir?.

(Información recibida de Miguel González)

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